miércoles, 7 de junio de 2023

Korrigan -Poema para iniciados- (Parte II)

Hay tres partes en el mundo: tres comienzos y tres finales
para el hombre
y también para el roble.
Tres reinos de Merlín:
frutos dorados,
flores brillantes,
niños pequeños que ríen.

Si aprendes a mirar,
podrás ver qué persigues,
solo agudiza tu ingenio
y abre tu corazón,
toparás así con el camino
al que no guía ni la razón.

Hay 9 korrigans
que bailan,
con flores en el pelo
y túnicas de lana blanca,
alrededor de la fuente,
a la luz de la luna llena.

Si te topas con ellas
evita enamorarte,
no sucumbas a la pasión
reza por henchir tu pecho
y tu estandarte.

Se han visto diez naves
enemigas procedentes de Nantes.
¡Ay de vosotros,
ay de ellos,
hombres de Vannes!

Mira en tu alma
refléjate para deslumbrarte,
descubre tu sendero
conociendo de dónde partes.

Once belek armados que venían de Vannes,
con sus espadas rotas
y sus ropas ensangrentadas
y sus muletas de madera de avellano,
de trescientos
solo quedan once.

Herido, caído,
reconfortante
saberte héroe de tu historia
creyendo antes que no eras nadie.

Hay doce meses y doce signos.
Y Sagitario dispara su flecha.
Los doce signos están en guerra.
La trompeta suena: fuego y trueno,
lluvia y viento,
trueno y fuego,
nada, nada, nada, 
nada queda.

Son doce los misterios inenarrábles:
tres partes,
nueve korrigans,
diez naves de Nantes,
once belek armados
y doce meses de estrellas para que el cielo nos hable.

Sorprende al poema,
en él,
ocultas para el no iniciado,
están las claves.

Solo ábrete al cambio,
solo a tu aventura ábrete.



Ar rannoù (Poema tradicional bretón)

Korrigan

Hay 9 korrigans
que bailan,
con flores en el pelo
y túnicas de lana blanca,
alrededor de la fuente,
a la luz de la luna llena.

Solo si te adentras
a la noche
oscura
y te asomas
al mar embravecido,
podrás escuchar
podrás escuchar
como cantan atrayendo al desvalido.

Hay 9 korrigans
que bailan,
con flores en el pelo
y túnicas de lana blanca,
alrededor de la fuente,
a la luz de la luna llena.

Danza moura
que cristalina
resplandece,
muerte acuosa
para el hombre que perece.

Hay 9 korrigans
que bailan,
con flores en el pelo
y túnicas de lana blanca,
alrededor de la fuente,
a la luz de la luna llena.

Y quizás sobre un dolmen
los verás bailando,
no los mires,
no las beses,
o en su hechizo de tiempo
atrapado en su reino fata estarás por siempre.

Hay 9 korrigans
que bailan,
con flores en el pelo
y túnicas de lana blanca,
alrededor de la fuente,
a la luz de la luna llena.

Odian a los sacerdotes
y odian a los apóstoles,
se mueven como rayos,
y de forma cambian como parecen.

Hay 9 korrigans
que bailan,
con flores en el pelo
y túnicas de lana blanca,
alrededor de la fuente,
a la luz de la luna llena.

Hay 9 korrigans
que bailan,
con flores en el pelo
y túnicas de lana blanca,
alrededor de la fuente,
a la luz de la luna llena.





Hay 9 korrigans
que bailan,
con flores en el pelo
y túnicas de lana blanca,
alrededor de la fuente,
a la luz de la luna llena.

Ar rannoù (Poema tradicional bretón)

jueves, 1 de junio de 2023

Somos causalidad atlántica

El Atlántico es un estado de ánimo,
una meta vital,
un horizonte,
es la fina línea que se abre entre los sueños y la realidad,
es el camino hacia el futuro 
que se suspende indefinidamente en un presente que se extiende
sin final.

Quizás viajar sea aprender a vivir el instante.

Comprender
que el aroma a Atlántico
debe ser una constante,
un soplo de brisa en el alma,
un brillo reluciente
y luminoso
en la mirada,
una pulsión existencial
que nos precipita a lanzarnos a lo inexplorado,
a lo desconocido.

Somos resultado mismo del océano infinito.

Allí
donde el mar calmo,
salvaje
y embravecido
nos mece suavemente
sumiéndonos en un sueño infinito.

Necesitamos ir más allá,
siempre más allá.

Donde nadie se haya atrevido a ir antes.

Quizás por eso
el Atlántico nos define
más que cualquier otra palabra.

Un sentimiento apasionado
y confuso
que nos embarga.

El camino del soñador que lucha hasta que todo lo alcanza.

Pues quizás sea eso todo:

Viajar, viajar siempre con el Atlántico en el alma.

Diarios de un voluntariado #12: 2 años después, el voluntariado en las retinas de mi memoria

Hace 2 años estuve en Francia, más concretamente en el departamento de Sarthe, en el centro-noroeste de Francia. Allí, durante un año, hice un voluntariado europeo. Si queréis saber más tengo algunos posts hablando sobre ello. La cuestión es que durante todo ese año recorrí miles de kilómetros de Francia: pueblos, ciudades, aldeas, grandes urbes... todo me servía, a mi paso Francia se iba abriendo, como una aventura constante que descubrir, como un viaje eterno que parecía no tener fin.

Fue sin lugar a dudas una de las mejores experiencias de mi vida. Ese año me permitió explorarme y explorar, conocer y conocerme. Fue impresionante y sin duda lo recomendaría a todo el mundo que quiera salirse de esta noria vital que parece no tener fin y al que llamamos cotidianidad. Hay formas de escapar de estas dinámicas sociales, yo os lo aseguro, solo hay que atreverse a afrontar lo desconocido sin miedo a dejar atrás.

Lo que nos trae hoy aquí es en Instagram hoy me saltaron en los recuerdos una serie de publicaciones en las stories que había hecho hace 2 años. Era un proyecto de la Maison de l´Europe sobre nosotros, los voluntarios de ese año, y debíamos tratar de resumir en algunas frases y fotos lo que ese año había supuesto para nosotros.

Al ver esas stories, las memorias se dispararon y una sucesión de vivencias e imágenes se abrieron y desfilaron ante mí como si de un film de fotogramas se tratase.

Quizás el viaje sea eso, atreverse a vivir el instante, sea en el presente o sea ahora recordando el pasado.


Quería por eso compartir con vosotros estos recuerdos, para así construir un mosaico de ese año ante quien lee mi día a día:


Si describieses este país [Francia] a alguien que nunca lo ha visitado ¿qué le dirías?

Es un país en el que podéis encontrar cultura en todos los rincones: en los pueblos más pequeños y en las ciudades más grandes, todos los lugares tienen algo que mostrar y descubrir a quienes los visitan. Es misión del viajero encontrar estos tesoros.


Si yo tuviese que retener en mi memoria solo una cosa de este año sería...

Serían los viajes: todas las imágenes que vienen a mi alma cuando pienso en todos los viajes que he hecho a lo largo del año.

Y es que durante estos meses, a pesar del Covid, he tenido la suerte y la oportunidad de viajar constantemente y de descubrir decenas de lugares de Francia. He explorado la campiña Sarthoise y he caminado por sus valles y pueblos. He cogido trenes, buses y coches y he visitado ciudades y museos. He descubierto la costa normanda y he admirado sus acantilados. He descubierto Paso de Calais, los bunkers de Dunkerque y he seguido las huellas de las trincheras por el valle del Somme. He caminado a lo largo de playas, recogido piedras y tocado el mar en cada lugar.

He admirado catedrales en Bretaña y en el Alto Loira, en las montañas, los campos y el sur de Francia. He recorrido miles de kilómetros en coche y he atravesado la Provenza, los Alpes, la Auvernia... He visto el sol amanecer sobre los tejados de la Borgoña y he sorprendido al atardecer cuando descansaba plácidamente sobre las islas a lo largo de la costa. He soñado con el horizonte del Atlántico y he mojado los pies en el Mediterráneo.

He viajado, he volado, he escuchado música, escrito y dibujado en el mapa todos los destinos que tenía previstos. Y a pesar de todo, todavía me quedan millones de lugares inexplorados que intentar atrapar en instantes robados al tiempo.

domingo, 28 de mayo de 2023

Mientras todos los recuerdos se caían

He huido
con los ojos abiertos
y el pasado me ha alcanzado.
He aceptado
con los ojos cerrados
cofres vacíos
y se me han ensuciado las manos.
He escrito mi vida
y no me he reconocido.

Elvira Sastre



No sabría cuál es la respuesta,
la mejor respuesta,
pero solo encontré preguntas
huecas
que nunca nadie quiso responderme.

Tuve que construirme mis propias palabras,
mis propias contestaciones,
mis explicaciones
tambaleantes
e inestables
que trataban de reconstruir todo el castillo de naipes
que se derrumbó de golpe,
sin previo aviso.

Fue ahí
donde empecé a reconocer los avisos.

Luego supe hallar la verdad
y tuve que elegir
caminar con los ojos abiertos
y el pasado día a día a mi lado arañándome
hasta dejarme sangrando.
O escoger los cofres vacíos sin corazón,
los ojos cerrados
y las manos sucias ante tanto
tanto
daño.

Creo que en ninguna de las dos opciones
existían formas razonables
y lógicas
de explicarlo.

Mi baile entre ruinas
fue como un paseo en el puerto de Roma.

Ostia.

Y Ostia.

Y Ostia.

Y yo bailando,
entre lágrimas vivas,
escuchando el silencio
de lo que pudo ser
y ya no fue.


He querido tanto
que me he olvidado.
He olvidado tanto
que me he dejado de querer.


Al final,
el resumen de todo fueron esos 4 versos de Elvira:
Quise tanto que tratando de olvidar
me olvidé
a mí mismo
en un rincón.
Olvidé tanto que tratando de querer
ya no me quise,
y yo
caí en un vacío
sin razón

de vivir.


No sé lo que podría haber sido,
pero sí se lo que no fue.

Y la felicidad salió huyendo
y el silencio que dejó
fue un inmenso mar de ruido
sin calma, ni tempestad,
solo el tiempo suspendido
en modo indefinido
como un presente sin principio ni final.

El dolor en la mirada
y en la espalda ruinas ardiendo,
mientras me aproximo
a esa explosión que todo se llevará.


Solo entonces,
espero encontrar la liberación que merezco aguardar.


- Mientras todos los recuerdos se caían.

Soltarse el pelo

Los poemas de una juventud se perfilan por los pliegues de la vida,
mechones cayendo por la espalda,
sonrisas desenvainadas y listas.

Nos fallamos al amor,
pero nos ganamos en el sexo.

Quizás fue ahí donde nos perdimos
y dejamos de tener entre nuestras manos
esto que estaba creciendo.

Sigue,
con el pelo meciéndose al viento.

domingo, 21 de mayo de 2023

Le Petit Prince

Suenan acordes de libertad
por las esquinas de esta tarde de primavera
que parece verano.

El tono cálido
de un sol que acaricia
se confunde
con los dorados campos de trigo
que cimbrean en mi cabeza.

Día Sexto en el altavoz,
mis mechones bailando con la brisa,
mientras entre mis manos asoma un libro.