lunes, 21 de octubre de 2024

No nos quedaba ni suerte ni esperanza

No esperes hogares cuando habitas en ruinas.
Carla Camaleònica



En la noche de los tiempos caminamos
sin rumbo ni esperanza
los cometas surcaban el cielo
y nosotros ya no teníamos deseos.

Creíamos que podríamos apagar todos los incendios,
pero teníamos sonrisas de medio lado
de esas en que te descubres en el infierno
sin querer asumirlo de puertas para fuera
y no había forma de escapar.
No, no había forma de escapar.

Las calles y los callejones nos asfixiaban
y el cielo plomizo todo lo apagaba
no había salida,
no había rumbo,
no había final.

No importaba mucho nada,
porque nada importaba mucho.

Y seguramente todo pasó de largo por las calles

y yo ni siquiera lo sabía.



¿Cómo iba a haber un hogar

cuando solo habitábamos ruinas?

Soy de límites. No lo voy a negar.

Sóc de límits. No ho vaig negar.
De veure el precipici als peus i no dubtar.

Carla Camaleònica



Soy de límites. No lo voy a negar.
De ver el precipicio a los pies y no dudar.
De disfrutar viendo como todo salta por los aires
durante un instante,

durante un breve y efímero instante

en que todo es mágico


hasta que explota


y después de la explosión viene el dolor.




Pero eso ya ocurre más tarde y mientras todo salta
por los aires
yo vuelo
y la magia me suspende como si nada más importase.

miércoles, 9 de octubre de 2024

Cuando la luz se apague....

La vela se consume lentamente
como el lento diapasón de un metrónomo que oscila
de un lado a otro
una
y otra
y otra vez
sin nunca parar...

Pues el tiempo nunca para....

Y mientras tanto la vela...
se consume...
lentamente...

sin que podamos detener el final...









Y cuándo la luz se apague...

¿Qué nos quedará?

Ya no hay lluvia que cubra mi pena

Quizás no supimos decir nuestro propio nombre
en todo este rastro de tristeza
y ya la bailarina que fuimos
no baila en medio de la solitaria pista vacía de la discoteca,
las luces se apagaron
sin saber siquiera cómo sería todo
y fingimos comprender la felicidad
cuando solo  se nos escapaban lágrimas de frustración

ya no hay lluvia que cubra mi pena.

martes, 1 de octubre de 2024

Qué vamos a decirnos que no hayamos negado hasta la muerte en el momento que más verdad necesitábamos

Fue la rehostia y con eso me vale
por eso me conformo con lo poco
que queda que decir entre nosotras
Por ejemplo
[...]
lo bien que nos va
o lo mal que mentimos
a estas alturas no hace falta ser sinceras
ni siquiera sensatas
si ya nos conocemos
qué vamos a decirnos
que no hayamos negado hasta la muerte
en el momento que más verdad necesitábamos.

Elvira G. Luque (Elvirus)



Qué irónico todo, no?
Que Elvirus sea siempre la melodía
o los versos
de las almas desgarradas,
de recoger los restos con los dedos y mucho cuidado
por no aplastar los trocitos de corazón que zapateaste de un golpe de mis manos.

Y es que como ella dice
¿qué vamos a decirnos ya a estas alturas
que no sepamos
que no nos mintamos
que no nos hayamos negado?

Fingimos no sufrir
y guardamos el dolor
en lo más hondo
sin saber, sin ser conscientes,
que cuando llueve
la lluvia se lo lleva todo

hasta las mentiras que nos contamos para no llorar más


y entre esa tristeza gris solo queda el dolor y las cicatrices que ya nunca, 
-nunca-, 
nunca se van.


Fue la rehostia todo
y con eso ya creíamos que llegaba...

Silenciosos restos que saben a cenizas

Hablas de mí
y eso que tú y yo nunca fuimos capaces de rimar dos palabras juntas.

Creímos que jugando a las escondidas nos encontraríamos,
pero solo fue fingir que las escapadas tenían sentido
y no estábamos haciendo nada más
que huir hacia adelante
la una de la otra.

Qué retórica que fue nuestra historia.


Una mentira construida sobre un castillo de naipes
donde si acaso había una verdad por cada palo
y eso es nada
así que en nada
quedó lo que podría haber sido este baile.

Tú te reías
y yo fingía reírme
con la boca pequeña
y forzando la sonrisa de medio lado
porque en realidad
yo no entendía nada de nada

y todo
cada vez
tenía mucho menos sentido.


¿Alguna vez te has sentido así,

Como una muñeca rota a la que se le olvidaron coserse los rotos?



No te lo recomiendo

el paso del tiempo no cura nada

solo rompe todo en más pequeños y diminutos trozos.



Y luego qué queda?

Si acaso

el eco de nuestras rimas que nunca logramos rimar
más allá que rastros y rastros de lágrimas vivas

hasta que todo se terminó.

martes, 24 de septiembre de 2024

Otro verso de otoño para calmar mi alma

Sin saber muy bien los motivos
yo me siento frente al ordenador,
tengo una imperiosa necesidad por plasmar la cotidianidad, por tratar de atrapar el instante, por conseguir reflejar en la pantalla el olor de una tarde de otoño, la luz de un atardecer, la calma que experimento cuando escucho música sin nada más qué hacer
que permanecer
sin esperar nada más que un viaje estacional,
una de esas escapadas de fin de semana
en los que cojo el coche y me pierdo por una carretera que circunvala el paisaje
con las notas en los altavoces sonando
y nadie más que yo, el infinito
y todos sus recodos.

¿Cómo saber dónde encontrar mi paz?

Solo trato de hallar respuestas para las preguntas que no sé lanzar al aire,
pero no hay nadie
al otro lado
esperando mis palabras.

Quizás no hay forma de rebajar la demanda
de estímulos en esta tarde
que se siente como la madrugada.

Mientras tanto se entona la versión chill de Lentejas,
y Día Sexto me hace sentir en Portugal, en el Alentejo,
o quizás frente a las costas de Oleron o la Rochelle,
o más bien
en Bernay en Champagne
sintiendo la tibia caricia del sol en mi piel
mientras la noche se despereza y acicala.

No tengo forma de atrapar nada,
solo lanzo este poema
con la mirada puesta
en que alguien encuentre
lo que mi alma calla.


El horizonte llamando al otoño a kilómetros de distancia de donde me escaparía si no tuviese que permanecer aquí hasta que levante el viento de la mañana.


Otro verso
para calmar mi alma.