Que bonita es la luz de Barcelona que irradias
y que suerte tengo yo de poder reflejarla.
Caminar por las calles de una ciudad de fantasía,
perderme en tu sonrisa
y en la magia de tus conversaciones,
atrapar el instante que vivo contigo
para disfrutar del recuerdo
cuando lejos yo me encuentro en Vigo.
Y tus palabras atropelladas
intentando cobrar sentido
y mis silencios escuchando,
elaborando respuestas que hacer abrigo.
Y tu atención de paz
cuando me libero de mis problemas
y tu cálidas amistad
cuidándonos en el tiempo.
Me gusta estar contigo tumbado
viendo el cielo pasar de largo
como si fuésemos espectadores de lo ajeno
y las horas no fuesen algo nuestro.
Quizás así vencemos a los trenes, los metros, los vuelos.
Quizás así nos hacemos eternos.
No vivimos entre recuerdos
porque cada día creamos nuevos
y una foto de espejo
y otra de reflejo
y toda tú sincera cuando me miras y te ríes
¡y qué bonitas son y cómo me gustan
las arrugas que se te forman cuando sonríes!
y tu forma de caminar
y tu exaltación de la felicidad contenida:
como tratando de gritarle al mundo que desbordas ganas de volar,
pero das unos saltitos
como para que toda esa alegría no se escape a los cuatro vientos
y vienes a mí y lo resumes todo en un sencillo:
¡ay, no me creo que estés aquí!
y yo te digo que siempre me dices lo mismo,
pero en realidad me siento la persona más afortunada del mundo
porque toda la luz del mundo
se contiene en esos pequeños gestos tuyos
que yo trato de memorizar
y sonrío
y por dentro brillo
porque tu amistad me da una profunda paz.
Y comer pipas junto al mar
y el atardecer a la espalda,
algún día veremos un atardecer frente al Atlántico
-porque conseguiré que vengass-
y mientras tanto caminar bajo la luz de la ciudad de Barcelona
y cuando eso pasa
me confundo
porque no sé si es que la luz del Mediterráneo es tan bonita
o eres tú que desprendes esa luminosidad y calidez que inunda todo
y que hace que todo sea más hermoso de lo que es.
Es magia.
Ya lo creo.
Es magia.
En mi libro favorito
-lo decían frente a las olas-
leí que Barcelona es una ciudad bruja.
Y creo que tiene razón
porque cada vez que me voy
solo quiero volver
por construir más recuerdos
que escribir hasta la próxima vez.
Que bonito esto que construimos sin saber bien cómo, pero sin dejarlo de hacer.
Cuidarnos, cuidarnos siempre,
cuidarnos porque de otra forma no lo sabríamos hacer.
Que bonita es la luz de Barcelona que irradias
y que suerte tengo yo de poder reflejarla.
Te siento cerca a través de los espejos de distancia.