hay un poco de mucho y un poco de todo
pero al final todos los temas nos hablan solo de uno:
Nosotros.
Hay amores que nunca llegaron,
besos que no nos dimos,
instantes en que nunca nos la jugamos.
También hay miradas que se cruzaron y ardieron
como los mayores incendios
durante unas horas de fuego intenso.
Otros,
fueron lentos,
calentando durante mucho tiempo,
como esas hogueras de chimenea de invierno,
que te protegen del frío y te quitan los miedos.
Y los hay que nunca se soñaron y nunca sucedieron.
Recuerdos fugaces construidos sobre castillos de naipes frágiles que se perdieron entre las nieblas de los olvidos y destierros.
De todos ellos, de todos esos amores, guardo un rincón en la mente
del que tiro cuando necesito tenerlos
un poco más cerca
un poco más por dentro,
ya sea para arrepentirme, ya sea para desfogarme, ya sea para coger el sueño.
Ahí habitan
en el rincón de los amores rotos que no llegaron a cristalizar en el presente que hicimos nuestro.
Yo solo.
Sin ellos.