martes, 27 de septiembre de 2016

Me perdí en tu mirada

Me perdí en tu mirada
y como en un verso de Neruda me recorrió un escalofrío
de esos que te rompen en mil pedazos de felicidad.

Me perdí en tu mirada
y como Benedetti me despertaste
dándome las ganas que necesitaba para luchar.

Me perdí en tu mirada
y como Salem me susurraste que no me marchase muy lejos,
que siempre tendría ganas de abrazar
                                                           -te una y otra vez más.

Me perdí en tu mirada
y como en un poema de Escandar me hiciste sentir libre
de ser yo mismo,
de tener ganas de improvisar.

Me perdí en tu mirada
y como en un poema de Eleutheria me acariciaste
y yo te di mi corazón
                                   abriéndome en canal.

Me perdí en tu mirada
y como Elvira me sacaste a la pista
y me enseñaste a bailar.

Me perdí en tu mirada
y como D´Ors me desnudaste con calma
y con piedad
para hacerme sentir que abría las alas para volar.

Me perdí en tu mirada
y como en un verso de Borja
me enseñaste a ver la belleza
                                               de la Ría, del viento, del lienzo del mar,
de volver a tener ganas sonreír y soñar.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Hablo con frecuencia a la noche y solo me responde el vacío eco de mis pasos en el silencio

Sigo anclado en la noche de luto que cala en los huesos como una capucha que oculta el rostro ante la vergüenza de sentir miedo a la vida.
Desgrano filigranas de grises y negros en dónde un día hubo arcoíris que cayeron a golpes de fusil de los tendales del cielo.
Coso, con brasas y fuego, las marcas a sangre en mi pecho; como si el olvido pudiese traer paquetes de soledades prefabricadas.

El oleaje rompe con fuerza en la lejana letanía de la oscuridad palpitante, mientras de fondo suena una balada afónica de lluvia, humo de motores y lágrimas rotas entre mirada y mirada de los viandantes.

Escribo con la solemnidad del desamparo de un Dios que se marchó por temor a su propia obra, como si la huida hiciese más digerible la caída.
Escupo, con la estupefaciente impaciencia del que ha probado las mieles del fracaso ante las expectativas de ese banal sendero al que llaman destino.
Sangro sobre las losas del tiempo, esquivando las huellas rojas que dejo en el camino a mi paso por el mundanal cementerio caído en desgracia tras una era postindustrial que nos convirtió a todos en autómatas modernos.

El fulgurante resplandor de los rayos hilvana con la precisión de un sastre miles de redes que convierten a la araña más ingeniosa en una mera aficionada del espectáculo menos sobrevalorado de todos los tiempos.

Sudo, arrojando gotas de alma en cada ventana que se funde en una lenta melodía con el viento, sintiendo que paraíso e infierno se ciernen en un solo elemento.
Silbo sordas notas en sí bemol, con una inocente tentativa de convertir en síes todos los noes que me arrojaron a la cara durante los años en que aun soportaba la risa.
Dibujo desamparados rosetones con cientos de desaparecidos colores de las miles de fantasías que alguien plasmó en un lienzo, como si todo fuese tan fácil como soñarlo y admirarlo desde lejos.

* * *

Y sigo
como cada día
rompiendo el silencio a versos,
parcheando el vacío sin éxito,
salvando los corazones que han quedado huecos.

jueves, 22 de septiembre de 2016

El grito de los mudos

Miro a través de los cristales
y las gotas de lluvia caen como ríos de lágrimas,
solo soy capaz de ver que el cielo está negro,
la tormenta acecha y de fondo se escucha el oleaje de un mar de fondo que no deja en pie títere con cabeza.

Miro a través de los cristales
y el viento se lleva volando todas las hojas en este frío intenso,
los últimos relámpagos del día dan paso a la noche y los truenos retumban en los oídos de las mentes más calladas, como un eco del pasado que reverbera en el tiempo.

Miro a través de los cristales
y en este último día del fin del mundo
yo solo puedo pensar en dónde estarás,
si allá, también el mundo está así de melancólico,
si el sol ya se ha apagado también y solo queda la oscuridad eterna.

Miro a través de los cristales
y las noticias de miles de telediarios pasan fugaces
recordando la maraña inerte de almas desamparadas en las que vivimos,
puede que ya no quede nada de todo lo que soñamos,
ni siquiera la libertad.

Miro a través de los cristales
y las estrellas fugaces ya no cumplen los deseos de niños asustados,
es la ironía que tiene confundirlas con silbidos de alarmas que terminan en explosiones "controladas",
lástima que ya no quede quien inmortalice el horror en los ojos sin vida de algún desgraciado.

Miro a través de los cristales
y ya no veo nada,
y como si nada, cierro la cortina
y la persiana
y me siento a esperar la inevitable llegada del filo de la guadaña,
ya no queda nada,
ni paz, ni libertad, ni esperanza,
solo el reencuentro con la silenciosa parca.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Vacía sonata del infierno de hielo

Escupo un puñado de sangre,
me miro las manos
y están demacradas por el hambre
de sentir en esta soledad existencial que es el vacío.

Desgarro la camisa sin complejos
y en el pecho
tres miradas al infierno
en forma de cristales de azulejos.

Me acerco a la repisa de la ventana
y sin prisa y con calma
calculo cuanto tardaría en la bajada,
pero me falta valor y me tiro en cama.

Los trozos del espejo
me reflejan a pedazos
como una sombra a lo lejos
de lo que fui hasta no hace tanto.

Se incrusta en mi piel
y nace una rosa de fuego
que borbotea con sed
dibujando filigranas hasta el suelo.

Tardo en ceder
al poder del sueño
y lo último que puedo ver
es como poco a poco me alejo.

martes, 20 de septiembre de 2016

Hemos... y aun seguimos

Hemos escrito mil poesías y aun seguimos gritando fuerte por si el volumen de los altavoces no fuese suficiente.

Hemos compuesto mil versos y aun seguimos arrancándonos la piel a tiras con la intención de manifestarnos en contra de su sistema alienante.

Hemos desangrado mil rimas y aun seguimos escupiendo al suelo esperando despreciar las normas de un mundo que todavía no hemos logrado poner patas arriba, a ver si cabeza abajo logramos por fin destruir las cimas y vernos de una vez como iguales.

Hemos abrazado mil párrafos y aun seguimos intentando crear redes de solidaridad mano a mano con todas nuestras compañeras, con la esperanza de ver a lo lejos un amanecer rojo.

Hemos besado mil libros y aun seguimos pintando el nombre de la libertad en las paredes de sus especulados terrenos a los que nos obligan a llamar hogar.

Hemos susurrado mil historias y aun seguimos avanzando paso a paso para no olvidar de dónde venimos y recordar que el futuro nos pertenece.

Hemos escrito mil poemas y aun seguimos.


                                               Aun seguimos luchando,
                                               porque tenemos mucho que ganar y nada que perder.


                                               Seguimos,

                                                       porque          hoy

                                                              y aquí

                                                                 os prometo que vamos a vencer.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Día 2 sin ti

Estás lejos,
como cada vez que escribo desde Coruña,
pero eso no cambiará que siga echándote de menos,
otra vez,
que siga teniendo ganas de sentirte
aquí,
           a mi lado,
de tumbarme en cama
que me mires
y abrazarnos.

Estás lejos,
como cada vez que escribo,
pero sigo sin acostumbrarme a la falta de tu sonrisa,
                                                          a la ausencia de tu voz,
                                                                           al silencio de tu risa.

Estás lejos,
y yo no estoy ahí para tropezar contigo y pisarte sin querer
-siempre me pasa cuando llevas sandalias,
supongo que mis pies sienten atracción también por tocar tu piel,
y claro,
              se pasan con el roce-.

Estás lejos,
y yo,
coso rimas y estrofas como quien compone un telar de suspiros,
como todos los que exhalas hoy y yo no puedo recoger con mis oídos
-condenándome a leerlos en una pantalla de unas pocas pulgadas-,
intentando que entre suspiro y suspiro te llegue mi calor y no te coja el frío.

Estás lejos,
y yo te escribo abrazos y besos en papel,
para que al igual que tus suspiros, los leas en una pequeña pantalla de 5x3,
y de fondo una foto mía,
para intentar dibujar en tus labios un beso, una mirada, una caricia.

Estás lejos,
como cada vez que escribo desde Coruña,
aunque nunca me acostumbraré a no tenerte en cama día sí y día también,
    supongo que porque nacimos el mismo día que unas nutrias,
y claro,
nos damos la mano para dormir juntas
y que así nos lleve la corriente,
                                                                                     a la vez,
hasta los sueños del otro, 
hasta la magia del otoño,
hasta la luz de nuestras vidas.


* * *


Estás lejos,
                  pero yo hoy
                                     -mi vida-
                                                    te escribo estas pequeñas rimas,
                                                                               para que brille un poco más este lluvioso día.