martes, 30 de enero de 2024

Solo se oye el sonido del viento

Habitamos el espacio permeable,
las fronteras difusas,
los caminos inextinguibles, indistinguibles,
imposibles
de discernir
en un vaivén de vicisitudes
que tratamos de decidir
sin comprometernos con la opción elegida.

Rumbos distantes que se apagan,
somnolientos sueños
que se diluyen.

Rastros de piedras
perdidas en la marea,
dando vueltas,
incapaces de salir de las corrientes
que golpean los tiempos.

Te miro a lo lejos y te recuerdo.

Pero no te siento.

Te recuerdo,
pero no te siento.

Me repite el eco.

Y yo miro hacia el suelo,
tratando de disimular la vergüenza que experimento
cuando soy consciente
de que no tiene sentido jugar a este juego.

Tus ojos azul cielo.

Yo, deambulando,
perdido,
como muerto.

Solo el triste invierno
se llevará
todo este rastro de cenizas que vuelan entre los cementerios.

¿Cómo hacerlo?

¿Cómo hacerlo?

martes, 23 de enero de 2024

La caída

El verdadero libertinaje es liberador, porque no genera ninguna obligación. En el libertinaje uno no tiene a nadie, sino a su propia persona. Es, pues, el quehacer preferido de los grandes enamorados de sí mismos. El libertinaje es como una selva virgen, sin futuro ni pasado y, sobre todo, sin juramentos ni castigos inmediatos. Los lugares en que se lo pone en práctica están alejados del mundo. Al entrar en ellos se deja fuera el miedo y la esperanza.
La caída - Albert Camus



En esos lugares de plena libertad es donde yo más he experimentado sobre mí mismo, donde más he podido explorar todas esas facetas que la sociedad se encarga de oprimir y ocultar. ¿Quiénes somos pues en el día a día? Apenas un fragmento de nuestro verdadero ser, un pedazo de nuestra propia esencia.

Tratamos por todos los medios de encajar y lo único que estamos haciendo es arrancarnos partes de nosotros mismos para no salirnos del estrecho cono convexo que es esta cárcel que habitamos y a la que llamamos realidad. Una empinada escalera en línea muy recta que nos pone en fila a todos para ascender escalón a escalón al siguiente paso en este mecánico infierno social: Nacer, enamorarnos, irnos a vivir juntos, casarnos, tener hijos, morirnos. No hay lugar para nada más dentro de la norma, solo el paralelo y constante trabajar. Del trabajo a la casa, de la casa al trabajo. Y comprarnos un coche, una casa y un viaje durante 15 días al año en un resort vacacional. Todo lo demás es afrentar a la sociedad. Es atentar contra la norma. Y así será visto: como un ataque frontal.

Salirse del camino es equivalente a ser un antisistema, una especie de sujeto que quiere dinamitarlo todo y al que hay que perseguir y poner coto. ¡Que nadie se salga del redil! La vida es para vivirla oprimido, todo lo demás hará tambalear nuestro sufrimiento preconcebido al que voluntariamente -nos creemos- hemos elegido acceder. ¡Pero nada más alejado de la realidad! Nos han conducido por ese sendero desde el minuto uno después de haber nacido: Haz esto, haz lo otro, no hagas esto, no hagas lo otro. Y cuando creces y eres adulto igual. Quizás se vuelva más sutil, puede que a través de la publicidad, puede que a través de la pareja, o puede que quizás sean tus conocidos y amistades, pero tarde o temprano se te dirá: haz esto, haz lo otro, no hagas esto, no hagas lo otro. Y lo interiorizarás tanto que llegarás a creerte que son tus propias decisiones. Y ahí... ¿existe todavía salida?

La caída.

Darte cuenta de que estás ascendiendo por unas escaleras mecánicas que creías tú caminar por un sendero de línea recta y cuando toda la ilusión se resquebraja no queda nada más que peldaños hacia arriba y peldaños hacia abajo. Miras hacia los lados: Vacío. Sacudes la cabeza. Te frotas los ojos. Escaleras hacia arriba, escaleras hacia abajo. Nada más. Solo existe una salida.

La caída.

Y si tienes la suficiente valentía
te lanzarás.
Y quizás ahí encuentres algún otro camino,
algún otro rumbo para este laberinto que es habitar fuera de la realidad impuesta.

Aunque estarás tan solo que puede que te arrepientas de haberte salido del redil:
Quizás... ¿si hubiese hecho eso? Quizás... ¿si hubiese hecho lo otro?
Quizás... ¿si no hubiese hecho eso? Quizás... ¿si no hubiese hecho lo otro?

Te diría que no hay forma de volver, pero es mentira. No hay nada más fácil en esta vida que volver a la cárcel de barrotes de cristal. No hay nada más fácil que volver. Todo está hecho para ello. Todo está hecho para que te arrepientas y regreses al orden establecido.

No serás feliz. Te lo advierto. Pero al final... ¿quién que haya habitado ahí lo ha sido?

La felicidad está sobrevalorada, ¿no?

Es más fácil dejarse llevar y no haber nunca elegido. Elegir solo la cárcel de la escalera social.

Porque fuera ¿qué nos queda?
Solamente una cosa:

La caída.








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Durante esos instantes, en esos lugares, rodeándome durante el efímero infinito fuera del sistema...
Ha sido el único lugar en el que yo he podido habitar la plena libertad.
Es donde yo más he experimentado sobre mí mismo.

jueves, 18 de enero de 2024

Habitando las tinieblas del descenso

Con franqueza, ¿hay una excusa para eso? Sí, hay una, pero es tan mezquina que ni siquiera pienso en hacerla valer. En cualquier caso, es esta: nunca pude creer en profundidad que los temas humanos fueran algo serio. ¿Dónde se encontraba lo serio? No lo sabía. Solo sabía que no se encontraba en todo lo que observaba y que, únicamente, se me mostraba como un juego entretenido e inoportuno.
La caída - Albert Camus



¿Dónde se encuentra el límite entre el bien y el mal? ¿Entre la luz y la oscuridad?

Fronteras difusas que somos incapaces de comprender cuando hemos perdido la humanidad, cuando hemos transcendido e ido un paso más allá. ¿Tiene sentido esta existencia? ¿No es acaso un estéril campo de muerte y vacío? Los valores han desaparecido en una sociedad en ruinas. Degeneración de un mundo que se derrumba. ¿Quiénes somos nosotros entonces para decidir nadar en dirección opuesta?

Si eliges tomar ese rumbo
no llores después cuando te topes con que hemos llevado la vida hasta su máximo extremo.

Somos seres de carne y hueso, nada más,
estamos en este instante aquí
y en el siguiente estamos muertos
¿por qué perdernos en innecesarias disquisiciones sobre lo que es correcto?

Actúa.
Simplemente actúa.
Como todo el mundo hace.

Cuando la moral se haya roto y desparramado por el suelo,
no lloréis entonces porque las decisiones que tomasteis se han llevado hasta sus últimas consecuencias. Elegisteis vivir en la posverdad y la ironía del consumo, de las distopías frente al espejo, de las relaciones líquidas que se escurren entre los dedos. ¿Y ahora que juego a vuestro juego os lleváis las manos a la cabeza?
No me hagáis reír,
esto no tiene sentido lo veas como lo veas.

Solo mira al frente
y habita el ser en que te has convertido.

Recuerda que cuando cazas demonios puedes acabar convertido en uno de ellos.
En un habitante del infierno.

Lo cual no es malo ni bueno.

Solo es.

Es lo que elegisteis que fuera
cuando decidisteis romper las reglas del juego
en este mundo de miseria existencial y valores en ruinas.

Ahora no te rías.

Solo decido apañármelas esquivando y haciendo zigzags en esta partida de vacío y azar que es la vida que elegisteis sin contar con los demás.

Yo solo lo llevo un paso más allá.

Nada más.

domingo, 14 de enero de 2024

Hacia adelante, a pesar de todo

Y ese echar hacia adelante, a pesar de todo.

Quizás un poco todo se resume en eso,
en que pese a todo, tiramos para adelante,
como un poema que se consume entre las manos en un instante,
pero que arde eternamente en nuestras miradas.

Un impulso
para que nunca nos frene nada.

Eso es todo.

Un poema,
una sonrisa,
un viaje en la mirada.

sábado, 13 de enero de 2024

Las manecillas ya no giran

Si alguna vez no vuelvo
que el llanto de los gorriones
revelen cada uno de los quejidos
que sólo ellos pudieron escuchar.
Alba García (@__algarcia)



Quizás las bandadas que aquí habitaban ya no están
quizás perdimos el tiempo
y la suerte
y la oportunidad,
quizás perdimos cualquier asomo de fortuna,
de sonrisa,
de inspiración,
quizás lo perdimos todo
y por eso ya no hay final para esta desilusión.

Volaron las bandadas
y con ellas se fue nuestra felicidad.

Ya no hay nadie.

Solo el silencio que dejaron al amanecer.

¿Quedarán entonces sueños revoloteando en las cornisas de nuestros tejados bajo los últimos tibios destellos de este atardecer estival?

Suspiros frente a la ventana

Echo de menos tener tiempo para mí,
para conectar conmigo,
con mis emociones.

Echo de menos tener tiempo en soledad para escribir, para leer, para reflexionar,
para hacer aflorar mis sentimientos
y comprender cómo me siento.

Mirar por la ventana
y oler el invierno,
palparlo,
experimentar con ello,
jugar a las escondidas con el cielo,
con la lluvia,
con el dolor,
con el viento.

Deambular por calles vacías
mientras me cae el mundo encima,
soñar,
fantasear
con cosas que podría suceder,
aprender a atreverme,
a volver a dejar
la mente volar
como si nunca hubiese dejado de tener los pies
a unos pocos centímetros del suelo,
pero lo suficiente
como para no sentirme aplastado
por la asfixiante cotidianidad.

El mapa,
el mapa mental
como brújula de ilusiones, de senderos,
de caminos que escoger,
de pueblos, ciudades, destinos que descubrir y atesorar en mis recuerdos.

Pensar en el mar,
en el Cantábrico golpeando la escarpada costa verde,
en los campos inmensos de Castilla ondulando suavemente,
en las laderas de Portugal, en los alcornoques y encinas del Alentejo,
en las montañas de Tras os Montes, en Sanabria, en los rumbos que emprendemos.

Sentarme a escribir frente al Orzán,
con la noche acicalándome la mirada,
el frío encharcando mis huesos,
los recuerdos a flor de piel
y el tiempo apostando a que si piso el freno no llegaré,
a dónde sea que no llegue, pero que no llegaré,
y por eso
quizás
acelero.

Echo muchas cosas de menos,
pero creo
que lo que más,
lo que más echo de menos,
es sentir que vivo,
sentir que algo se me remueve por dentro.

Lento y lastimero invierno,
atrapado en un rincón del mundo
sin salidas para el laberinto interno,
solo eso tengo,
quizás cuando el sol se alce
y brille más
podré volver a tener sentimientos intensos.

miércoles, 10 de enero de 2024

Frágiles sombras en el viento (II)

.
..
...
....
.....


* * *



¿Y qué haremos
cuando todo lo que teníamos
se esfume como polvo de desaliento?

Ya no quedan más desiertos
que campos abiertos
en miradas heladas
que se resquebrajan
ladera abajo
como senderos sin rumbo
que se derrumban
sin remedio ni desnudo.

Miradas vacías.

Campos yermos.

Sueños abiertos de par en par

tratando de correr más allá del tiempo.



Sucumbimos
sin saberlo
y ahora
tenemos
palabras
huecas,
tiernos recuerdos,
futuros que hacer nuestros
mientras se destejen los relojes
que perdimos en lo más hondo de los mares...
ya no llegaremos.

Somos senderos...
nada más que eso.


De nuevo,
frágiles sombras en el viento.

Frágiles sombras en el viento

Las vidas que construimos son solo historias, relatos que nos contamos para seguir creciendo. Somos los viajes que hacemos emprendiendo nuestros sueños
y fracasando incapaces de comprender por qué perdemos.

A través del viaje de crecimiento
nuestros personajes desentrañan un laberinto de historias y misterios
que se destejen como el esqueleto del pasado de una ciudad de ceniza que solo habita ya en nuestros recuerdos
y en nuestra memoria,
como frágiles relatos de papel que se sostienen
frágiles
cual castillos de naipes a punto de salir volando.

Pues eso somos,
al final,
vidas.

Vidas tan volátiles que solo somos capaces de habitar en la sombra que se lleva el viento.

miércoles, 3 de enero de 2024

Poemas de olor a salitre y mar

2023 ha sido un poco esto: fotos en un baño tratando de captar la libertad del instante que se escapa entre las manos de un intenso y efímero verano. Mechas, pulseras, campamentos, voley y cara de feliz cansancio. No parar. Para llegar siempre más allá.

Nuevas metas.
Nuevos rumbos.

Tejer redes y espacios en los que apoyar

Amarillo luminoso.

Encontrarme,
buscarme,
en los reflejos que devuelven las sonrisas de la vida,
de la poesía,
del amor,
de la amistad.

La paradoja de un verso libre tratando de encontrar su lugar.


Vivir intensamente
viajando
hasta el final.

Poemas de uñas pintadas, olor a salitre y mar

2023 ha sido un poco esto: fotos en un baño tratando de captar la libertad del instante que se escapa entre las manos de un intenso y efímero verano. Mechas, pulseras, campamentos, voley y cara de feliz cansancio. No parar. Para llegar siempre más allá.

Amarillo luminoso.

Construir redes.

Encontrarme,
buscarme,
en los reflejos que devuelven las sonrisas de la vida,
de la poesía,
del amor,
de la amistad.

La paradoja de un verso libre tratando de encontrar su lugar.


Vivir intensamente
viajando
hasta el final.