miércoles, 31 de mayo de 2017

Cicatrices de otro tiempo volvieron a doler

"Me tienes agarrado como a un niño
tantas veces esquivado,
no quiero otra noche que termine así,
otra noche igual."
Enrique Villareal


La muerte corre por mis venas como un reguero de pólvora por explotar,
el vacío,
ese sucio lugar al que caigo cada vez que me pierdo,
es el único sitio que reconozco como un distorsionado refugio al que llamar hogar
a falta de otra cosa mejor que un puñado de bombeos acelerados del corazón.

La paz galopa por mi brazo
al son de un constante retumbar de 80 pulsaciones por minuto,
como una negra mancha que surca cada uno de los rincones de mi cuerpo
aniquilando poco a poco todo lo que un día fue mi existencia.

El silencio devora mis entrañas
al tiempo que un letargo dulce me seduce
con la intención de arrastrarme al más allá
en un viaje que pueda que no tenga retorno nunca.

El olvido retumba por mi interior,
el dolor colapsa mi ser,
y la desgracia
camina tras de mí a cada paso que doy por el barrio,
aniquilando toda forma de felicidad que pudiese haber existido en algún momento.

La muerte trota por mis arterias,
por mi pecho,
por mi corazón,
en una suave y constante danza de esqueletos vivientes
que sonríen a falta de otra cosa con la que llenar su desamparado día a día;
y yo,
sin saber muy bien por qué,
observo las burbujas de aire que se escapan ante mis ojos,
mientras poco a poco me dejo llevar
por algo que no sé muy bien cómo
llegó para formar parte de mi rutinaria y desalentadora marginalidad.

martes, 30 de mayo de 2017

Las atrocidades del que intenta dar voz a su alma

La escritura es la forma más sucia de suturar el alma. Es dejar un rastro de sangre allá por donde pasas. Es construir una red a la que aferrarte cuando todo es una caída infinita y, las paredes, resbaladizas cuñas que solo quieren verte desgarrarte en miles de cortes y arañazos en tu patético intento de no precipitarte un poco más en el pozo. Como si eso fuese a importar ya.

Solo quien taladra las teclas, la tinta y las hojas, es capaz de comprender en los demás todas esas sonrisas apagadas de desesperación, esas miradas ciegas y sin luz que se saben muertas en vida, que solo buscan en los demás una palabra fugaz, una caricia, un beso, algo con lo que tirar por la vida unos días más. Como si eso sirviese de algo.

Solo quienes carecen de alma son capaces de soportar el dolor. Ellos, en cambio, ya no sienten nada, pues la suya es una fractura resquebrajada en miles de afilados pedazos que nunca tendrán recomposición. Son ellos, seres muertos en vida que no tienen corazón.

Y escriben,
escriben como si todavía quedase alguna razón,
porque era lo que hacían,
aunque ahora solo sirva para arrasar con todo con un reguero de sangre a su alrededor.


Tranquilos,
que si hay infierno,
será para dar descanso a todo este derrumbamiento interior.

domingo, 28 de mayo de 2017

Donde no hay dónde esconderse

En tierras perdidas en ninguna parte, donde no hay voces humanas en kilómetros a la redonda, la bruma se filtra por los cavernosos valles como una serpiente que engulle todo lo que se topa a su paso, mientras el sol intenta atravesar la densa capa de nubes, como rayos de luz que parecen intentar provenir de otra dimensión menos tétrica y oscura.

Las noches son de las almas en pena, y como fuegos fatuos, la tierra emana vapores de ultratumba que hacen retumbar cada rincón de estos páramos.

Nadie se atreve a entrar aquí por miedo a no salir, y así, bajo el vacío legal que levanta a su alrededor la propia civilización, estos parajes son pasto de extrañas plantas y fauna que nunca vio otra luz que no fuese el vago resplandor invernal.

En tierras perdidas no hay quien sea capaz de encontrarse, por eso las sombras son las dueñas de estas tierras que reverberan lamentos de soledad.

jueves, 25 de mayo de 2017

El mayor de mis retos siempre será captar toda tu esencia en cada una de mis textos

En cada poro de mi piel te siento cuando no estás, como una quemazón constante y perenne que me recuerda a cada instante que tu presencia está a muchos más kilómetros de distancia de lo que me gustaría.

En cada brillo de mi mirada te reconozco, como una prueba irrefutable de que me haces emitir más luz de la que jamás habría aspirado a reflejar, como cuando miro al cielo y veo una luna que me baña en su frágil destello, protegiéndome a cada paso que doy por esta vida.

En cada surco de brisa que entra por mi ventana te respiro, como la libertad de hacer nuestros todos los sueños, como la poesía de los más bellos sentimientos que haces que borboteen dentro de mi pecho.

En cada rayo de sol que se filtra en mi casa te siento en mí, como todo el calor que me das con tus palabras, con tus sonrisas, con tus abrazos, como todos y cada uno de los besos que posas suavemente en mis (sin ti) solitarios labios.

En cada atardecer me pierdo por los recuerdos de un verano, como un otoño eterno y cálido que sobrevuela en forma de cientos de hojas que danzan siempre en el aire sin tocar el asfalto, como cada hora que hiciste infinita a orillas del mar (a tu lado), como cada vida que me invento en mi mente recorriendo todos los caminos empedrados, todas las callejuelas de sitios olvidados, todos los futuros que aspirar a atesorar entre nuestras manos.

En cada día te veo y en cada instante te vivo,
y solo escribiendo consigo plasmar todo por lo que siento, amo y sonrío.

martes, 23 de mayo de 2017

Un paseo por las opresiones cotidianas

Escena 1


El silencio cubre toda la habitación como la oscuridad atenuante que riega cada uno de los pliegues de las inseguridades. Entre las sombras, refugiada en sí misma para huir de un mundo opresivo que le pone listón a cada uno de los surcos de la piel, una muchacha está de pie, de espaldas a un espejo que no hace otra cosa que mostrar un reflejo distorsionado de su amor propio. Una suave ristra de acordes de piano comienzan a revolotear por toda la casa al tiempo que ANA se gira cabizbaja en dirección a esa superficie que tanto le hace sufrir cada día. Aunque se dispone a salir de fiesta los ánimos están por los suelos, tanto como la chaqueta que arrastra tras de sí en su fúnebre caminar. La autoestima es de ganadores y ella, en cambio, siempre ha sido de las que pasan sin pena ni gloria por una vida que la dio por estrellada de antemano.

Su reflejo no es más que un cúmulo de dudas que se arremolinan cobrando la forma de su sombra, todas sus culpas y fantasmas proyectadas en un doble irreal que no deja de hacerle la existencia imposible. Cuanto más se ve más se disgusta de sí misma y, cubriéndose de ropa para no dejar intuir ni un ápice de todas sus heridas internas, decide que las cicatrices del alma supuran mejor cuando nadie puede verlas.

El proceso de autoflagelación ha terminado por hoy y mientras se dirige hacia la puerta, dispuesta a afrontar una nueva noche de autoengaño, un destello fugaz surca su mente. Puede que sea ya hora de dejar de autoinculparse por no estar a la altura de las espectativas que nos imponen.Puede que sea ya hora de terminar de una vez con ese juego en el que la perdedora está ya decidida de antemano.Puede que sea ya hora de quererse a sí misma. Y cómo un relámpago que se pierde en el horizonte, decide que es el momento de volver a enfrentarse a sus demonios en una nueva batalla. Ágil, y con un ligero y rápido giro sobre sus pies, se dirige hacia el espejo, decidida esta vez a terminar con su propia sombra. Y arrojando la chaqueta ante los pies de su doble, ve ante sí una imagen luminosa, un chica brillante y segura digna de sí misma que puede permitirse todas las sonrisas del mundo al descubrirse como una mujer fuerte y con el poder de hacer todo lo que ella se proponga. Feliz, por volver a sentirse como hacía años que no recordaba, comienza a peinarse y prepararse para salir de fiesta, dirigiéndose hacia la puerta que tiene a su izquierda con las expectativas de una noche que promete todas las esperanzas que nunca había tenido.



 Escena 2


ANA está recreándose en sí misma, ajena a todas las figuras que van entrando y que se mueven al son de una música electrónica que retumba por todos y cada uno de los altavoces de la discoteca, embriagándose de una sensación de fuerza y autoestima que creía que nunca volvería a tener.

Su presencia no pasa inadvertida y pronto, entre las luces intermitentes que salpican la sala, tres miradas comienzan a taladrarla, desnudándola sin pudor alguno a ser descubiertos. MANUEL, el primero en fijarse en ella comienza a aproximarse con andares cuidadosos, ocultando con su sonrisa sus verdaderas intenciones. Pronto ambos se descubren bailando juntos, disfrutando, dejándose llevar, hasta que los movimientos del joven comienzan a cobrar brusquedad a medida que considera cazada a la presa. Al darse cuenta, ANA lo aparta y se aleja de él, topándose de bruces con MIGUEL. El segundo chico es menos sutil que el primero, y tras dos o tres movimientos de aproximación sus manos ya están intentando invadir el espacio íntimo de la joven. Esta vuelve a escapar, pero el tercero de los chavales, JORGE, ya está cortándole el paso a medida que MANUEL y MIGUEL acortan distancias reduciendo a ANA a un círculo de miedos que propicia el resurgimiento de todas las inseguridades que hasta hace pocas horas eran parte de su día a día.

Toda la escena no pasó inadvertida para NOA, una joven que, alarmada, estuvo vigilando todo lo que iba ocurriendo. Por lo que en pocas zancadas decide aproximarse para intentar echar una mano a su desconocida compañera y con un contundente y rupturista movimiento decide apartar a dos de los tres hombres, abriendo una brecha de escape para la atemorizada ANA. La situación sigue siendo desfavorable hasta que media docena de chicas deciden seguir el ejemplo de NOA y tomar partido escapando de la vulnerable pasividad que hasta ese momento estaba determinando los acontecimientos que sucedían ante sus propios ojos.

Así, mientras la música alcanza su mayor punto álgido, las luces de toda la discoteca parpadean imperturbables ante una coraza destelleante que recubre a una, ahora, empoderada ANA que, con un seguro y firme ademán, hace estallar la fuerza de todas las mujeres contra los tres acosadores que terminan por caer rendidos y derrotados ante los pies de la que en otra hora había sido su víctima.

Y tal y como el empoderamiento individual de ANA se mostró inválido para acabar con el patriarcado, una simbiótica y conjunta danza de sororidad se proyecta sobre todas y cada una de las mujeres de la discoteca que comienzan a bailar como si fuesen un solo ente, con la ilusión de construir un futuro que pueda ser cada día un poco más feminista.

Lienzos de instantes sintiéndome en ti

Sonrisas a prisas
con vistas a la Ría,
caminas, caminas,
sin rumbo y sin camisa,
como si la risa fuese una poesía que brilla por si misma,
como si la vida fuera de carrerilla decenas de días para las caricias escondidas.

La brisa del mar
invita a soñar
con el viento, con la paz,
la salitre volará
el sol iluminará,
y las horas se fugarán en todos los horizontes que reflejarán libertad.

Entre besos con sabor a sal
y juegos imaginando escapar,
construimos veranos para dejarnos amar,
nos perdimos por acantilados que invitaban a saltar,
como si el presente fuera toda la eternidad,
como si el futuro fuese solo una excusa para vivir el instante unos segundos más.


Y mientras, el tiempo y el calor nos refugian como si fuesen nuestro hogar,
siempre con aroma a cosquillas al escuchar la palabra viajar.


Ven,
que aún quedan motivos para volar.

sábado, 20 de mayo de 2017

El mayor de los desastres (II)

Una nota encima del escritorio
fue todo lo que me quedó,
y el tacto de la felicidad en los dedos
clavándoseme en el corazón.

sábado, 13 de mayo de 2017

Las tinieblas de su mirada revelan un dolor incapaz de soportar por cualquier ser humano

Entre las sombras de la noche se yergue una figura,
un ser eterno que vaga entre la vida y la muerte,
como una ánima penitente que no tiene razón de ser en este sin lugar,
como un alma maldita que no tiene salvación en este yermo infernal.

Entre las tinieblas de la noche camina una vida,
un ser sin nombre que conoce todos los rincones de esta existencia sin final,
como una penuria sin más finalidad que vagar sin paz,
como una muerte acechante que cosecha sin nada a lo que aspirar.

Entre la oscuridad de la noche deambula una estela incorpórea,
un rostro en sombras,
un murmullo de fuego que escombra,
un óxido constante que pudre todo lo que toca.

Entre la negrura de la noche se pierde sin norte
el héroe caído a los pies de la suerte,
encumbrado, traicionado y abandonado a las puertas de la ciudad de piedra,
ensombrecido ante el bastión de luz de los cuatro rincones.

Entre las sombras de la noche
aparece y desaparece
destruyendo todo lo que esconde
algún poder capaz de dominar su nombre.

Entre las tinieblas de la noche
avanza con la luna como cohorte,
nadie sabe dónde
pero encerrado está el único quien lo conoció entonces.

Entre las sombras de la noche
el dolor del ángel caído desvive en mil voces del folclore,
y si existe redención
no está en su maltrecho corazón.

jueves, 11 de mayo de 2017

¿Y tú de dónde eres?

A veces me asalta la curiosidad,
el interés,
o la simple desidia,
y mientras me dejo bañar por la melancolía,
el insomnio me invade
y hace suya esta habitación que antes era mía.

No sé muy bien por qué razón, pero como que tengo que buscar explicación a las cosas, entender el mundo, comprender el por qué del avance de la historia,
y mientras me pierdo por todos esos insondables rincones del ansía insaciable,
la noche se desteje como una filigrana de sombras que me recuerda que mañana tengo que madrugar,
y que el camino hasta la escuela
a esas horas
es más oscuro que de costumbre.

A veces me pongo a hablar con el mundo,
que viene a ser en mi caso aporrear el teclado un rato y dejar una pequeña entrada nueva en mi blog,
un texto,
un poema...
una maraña rara que nunca acabo de saber muy bien qué es;
la cuestión:
que dejo eso por si alguien intenta leerme,
en todos los sentidos peyorativos de la palabra,
pues dudo que alguien pueda sentir el más mínimo interés en comprender a este individuo que hunde sus raíces en los cuatro rincones perdidos de la península,
como cartas sin destinatario de todos los lugares por los que he pasado de algún modo,
aunque nunca llegase a estar del todo.

No sé muy bien por qué razón, pero me pongo a escribir sobre mí, sobre el mundo, sobre la realidad que percibo a través de mi ventana en un quinto piso de Monte Alto,
y sin saber cómo,
a veces alguien lo lee
y se gana mi respeto,
pues siempre he valorado a quienes quieran perder el tiempo intentando arañar superficialmente la faceta externa de mi ser.

A veces me asaltan las ganas de seguir despierto porque tampoco tengo prisa por el día siguiente y me pongo a dibujar acuarelas en el horizonte,
supongo que es para no ahogarme en mí mismo y encontrar una vía de escape de la cotidianidad.

No sé muy bien por qué razón, pero cuando eso pasa
me miro al espejo y me digo:
"Ahora sabemos que no morirás de sueño".

lunes, 8 de mayo de 2017

Escribo despacio, con cuidado a no dar un mal paso

Escribo despacio
con miedo al fracaso que nos han inculcado
con temor a las cosas que teme un hombre sabio,
a las noches sin luna a este lado
de la realidad, a la tormenta en el mar,
y a la ira de un hombre amable,
a la caída de alguien como Lanre,
al infierno salvaje,
al cielo destrozado,
al purgatorio sin libertad.

Escribo despacio
para no perderme en el pasado,
para no ser todo lo oscuro que llevo tatuado.

Escribo despacio
para que exista la mínima posibilidad de ser salvado.

domingo, 7 de mayo de 2017

Aquí estoy, aspirando a crear algo digno de mi apasionada del arte

Sigo plantándole cara al silencio,
sigo ondeando la bandera de mi pecho,
sigo escribiendo versos y versos
a ver si así algún día doy expresado todo lo que siento.

Compongo mil rimas y textos,
llevo más de año y medio haciéndolo
y por más que lo intento
sigo sin ser capaz de plasmar
todo lo que tengo dentro cuando te beso.

Soy,
un pobre iluso e ingenuo,
un malabarista de recuerdos,
un dibujante del tres al cuarto,
soy mil desastres
y aun así,
con todo el descaro
intento por todos los medios
darte la décima parte de lo que tú me has dado.

Soy,
sigo
y compongo,
todo lo que hemos pasado,
todo lo que hemos avanzado,
todos los instantes a tu lado,
todas las puestas de sol de tu mano,
todas las miradas,
todas las palabras,
todas las sonrisas,
todas las caricias,
todas las horas que se hacen eternas cuando estamos abrazados.

Y aquí estoy,
dándole guerra al silencio hasta el amanecer,
por si por una casualidad,
como la que juntó al invierno y el verano,
se me brinda la oportunidad de escribir algo que valga
por toda la felicidad que he ido acumulando en menos de dos años.

Y aquí estoy,
quiero sentirte luchando hasta el atardecer,
y aquí estoy,
arrancándole sentimientos al silencio hasta el amanecer,
y aquí estoy,
porque no sé vivir en otro sitio que no sea evocando todos los poemas que nunca he logrado componerte,
y aquí estoy,
porque sigo intentándolo a pesar de no tener el arte que vibra en tus labios.

Entre álbumes de fotos yo intento reconstruir una décima parte de todo lo que nos has dado

Dice mi madre que hoy voy un poco despeinado
no le falta razón,
y ante tal lista de desastres que llevo en los bolsillos
no puedo evitar ir de tirado,
a ver si así paso un poco más disimulado por la vida.

Ella, que entiende de la vida como nadie,
y pasa por alto todos nuestros desastres,
nos mira con la indulgencia en los ojos,
como recordándonos que a pesar de todo
seguimos siendo nosotros,
y que por más que caigamos
siempre tendremos sus brazos para agarrarnos
y abrazarnos
cuando las lágrimas ya no puedan evitar salir.

A pesar de esto, ella no se rinde,
y sigue intentando que vaya mejor vestido,
que vaya más arreglado,
que vaya con una sonrisa más grande,
que hable un poco más,
que no sea tan cerrado.

Ella,
que se desvive por todos
y que sabe que tiene que cuidar de tres descerebrados,
es la que se encarga de mantener esta casa en pie,
de cuidarnos cuando estamos enfermos,
de lavarnos la mirada en la lavadora
cuando esta está velada por el barro de la lluvia,
ella,
que se duerme antes, incluso, de que acaben las series de la noche,
siempre está en pie en el instante justo
para recordarnos que va siendo hora de acostarse
que ya es muy tarde y que mañana madrugamos;
y aunque todos lo intentamos,
realmente la única que consigue expresar todo lo que la adoramos
es Trufa,
que ya antes de que entre por la puerta está feliz esperándonos,
esperándola,
buscando sus abrazos y sus palabras,
mostrando todo lo que nosotros no sabemos transmitir de forma cotidiana.

No sé muy bien qué intento hacer escribiendo estas líneas, supongo que un baile en el tiempo con el que sostener todo un castillo de instantes, un palacio para la mayor de las reinas, o mejor aún, un pequeño piso en el Calvario donde el que levantar todas las revoluciones que he admirado, todos los sueños que sigo anhelando, todos los viajes que me han brindado, y todas las tardes de invierno y verano merendando después de horas y horas jugando,
y ahí,
en el centro de ese patio de juegos,
la presidenta electa por mayoría absoluta
de esta pequeña nación que es nuestra casa,
de este pequeño rincón que con los años hemos forjado.

Una vez escribí que no estoy tan mal si alguien logra ver brillo en mi mirada,
supongo que por eso,
por suerte,
ella siempre me rescata,
y de algún modo nunca deja de hacer que mi sonrisa, aunque la muestre de forma escasa, siga valiendo la pena,
al menos mientras de vez en cuando siga volviendo a esta casa
donde el tiempo nunca avanza,
donde siempre crecí
y sus cuatro paredes siguen recordándonos,
que aquí,
a pesar de todo,
sigue latente nuestra infancia.

Porque la palabra hogar,
la lleva ella grabada allá por donde su alegría pasa.

La vida en la ría

La vida en la ría
sigue cada día
de frente la poesía
de espaldas la libertad.

La noche avanza en la llama y está para divertirse
trae esa copa, como si no hubiese mañana ¿quien dijo rendirse?
solo me asaltan las dudas, tío, de madrugada
y dibujo filigranas, pava, en las curvas costeras de tu mirada.

Me pierdo por carreteras,
por caminos y sendas,
por mil vías sin sentido de vuelta,
la vida pasa, pisa y pesa
y no gana quien no apuesta,
venga y arriesga
que ya habrá tiempo para tomar las riendas.

La vida en la ría
sigue cada día
de frente la poesía
de espaldas la libertad.

Buceo en una cala perdida
y el día no es otra cosa que una sonrisa,
un sol en lo alto,
un beso y un abrazo,
una caricia acurrucados,
una hoguera de verano,
la salitre en tu piel y mil pulseras en el brazo.

Avanzo con paso firme y no fracaso,
porque quien respira en el Atlántico
sabe que nunca se ha perdido ni encontrado,
yo solo soy un lanzado,
un loco ciego que abre los brazos al pasado,
y al futuro se tira sin miedo,
solo tengo este puñado de recuerdos
y mil letras y mil textos,
cientos de sinceros versos con los que construir este fuego eterno,
ven y perdámonos en el tiempo
que ya el viento se encargará de hacer el instante nuestro.

La vida en la ría
sigue cada día
de frente la poesía
de espaldas la libertad.

Solo soy otro poema en la playa,
otra palabra,
otra caminata con desgana,
otra siesta en las rocas,
otra fiesta,
otro aroma,
otra carrera para zambullirnos intentando coger olas.

* * *

Vivo por la casa en busca de comida rápida,
la felicidad efímera está en las ideas básicas,
los planes sin prisas,
la vida cada día,
las horas, los minutos, los momentos cotidianos sin rutina.

La vida en la ría
sigue cada día
de frente la poesía
de espaldas la libertad.

Plasmo los instantes que no espero,
anoto todo lo que pienso, callo y siento,
consumo con versos todo lo que tengo en el pecho,
y me regodeo en tus ojos como si fueran un atardecer a lo lejos.

Adorno con anécdotas lo fotografiado
y compruebo una y otra vez que todavía no me he olvidado
del adolescente alocado que vivía a tope el verano,
tengo cuerda para rato mientras tenga frases sueltas apuntadas en el calendario.

La vida en la ría
sigue cada día
de frente la poesía
de espaldas la libertad.

Somos vueltas y alegrías,
somos risas, comidas y partidas,
viajes y despedidas,
miradas, cartas y sentimientos a orillas de la ría.

Son los festivales interminables,
los conciertos estivales,
las atracciones, las orquestas,
las ferias y fiestas,
todas las juergas con los colegas,
vente a disfrutar que ya mañana llegará la resaca que nos espera.

La vida en la ría
sigue cada día
de frente la poesía
de espaldas la libertad.

La vida en la ría
sigue cada día
de frente la poesía
de espaldas la libertad.

La vida en la ría
sigue cada día
de frente la poesía
de espaldas la libertad.

jueves, 4 de mayo de 2017

Mi suerte se perdió a los dados

A veces me siento tan lleno y vacío
que no sé que hacer,
la tristeza es una seductora idea,
y a la vez,
es todo lo que uno no espera encontrar cuando se imagina la palabra ser feliz.

A veces me siento tan disconforme y disonante en mi propia música interna
que tengo que abrir el ordenador
y pulsar unas pocas teclas,
hasta acabar en el blog de Escandar
y, ahí sí,
llorar por dentro como si no hubiese mañana;
nunca he sido muy de exteriorizar lo que siento,
pero creo
que el futuro se ha perdido
y solo queda un puñado de arena que se me cuela entre los dedos,
unos castillos de naipes que se lleva el viento,
una libreta llena de poemas y tachones,
un montón de borradores,
y un exceso de miedo a no saber que hacer cuando todo esté muerto.

Muchas veces solo sé contar hasta diez
como si eso fuese a solucionar algo,
y cuando llego me doy cuenta
de que no hay nada más allá,
supongo que ni siquiera apuñalar las letras
servirá para construir sueños, banderas, ni vídeos caseros agarrados paseando.

Pocas veces he esperado triunfar,
pero cuando lo he soñado
la esperanza se me fue de las manos,
y como un espejo que se rompe en mil pedazos
solo he logrado ganar siete años,
puede que no haya nada como esperar a que ocurra algo sentado,
sabiendo que el tiempo hace demasiado que pasó de largo.

Las veces que no he sonreído fue porque me pillaste a medias,
-llorando, digo-
y ahora,
decido seguir como si en el horizonte hubiese un pasado,
porque el porvenir no es para los fracasados,
y yo,
tengo el título honorífico en mi cuarto.