miércoles, 28 de octubre de 2020

La esperanza es lo primero que se pierde

Entre las miradas rotas de una vida perdida
veo pasar trenes de largo
mientras el humo del cigarro se difumina
como si hubiese prisa o lugar al que ir
en este nicho de soledad
que es el mundo que han logrado poner en pie.

Miro a los lados y no encuentro ninguna salida
en esta rutina asfixiante y eterna
¿dónde queda esta desesperada espera
que nos oprime y aprieta?
Solo una treta más
para lograr que nuestras lágrimas
no llenen el pozo de la ira,
somos el tiempo que se apaga
y cuando queremos darnos cuenta
ya no tenemos más pantallas
en las que refugiarnos
en esta alienante realidad
de un instante que se pierde como si hubiese logrado algo.

Sentado frente a todos los cuadros
solo veo una familia rota,
una señora que ya no tiene casa,
y un chaval sin futuro
en un lúgubre tugurio entre horas de estudio y trabajo;
vaya museo
de cenizas y ruinas
este sistema que poco a poco nos extermina.

Triste y herido
he sucumbido
a las derrotas de este frente,
ya no hay aire que me alimente,
ni las flores en lo alto,
ni siquiera aspiramos ya a ganar al cielo
solo a seguir y no caernos,
y creo, 
solo creo,
que tiene algo de desgarrador
que no tengamos más sueños
en esta juventud de hierro
como si la compañía se hubiese evaporado
y solo nos quedase la cerveza fría, el chat y red social de moda.

Parias de la tierra en pie,
hemos venido a vencer....

Que lejano suena ya el tiempo de las victorias,
entre tantas nubes de tormenta,
entre tanto burgués que se nos mea encima
como si no importara,
como si realmente a alguien le importara...

Parias de la tierra en pie,
hemos venido a vencer...

¿Acaso queda esperanza
entre las miradas rotas
que se refugian en el metro a las 6 de la mañana?
Veo pasar los trenes de largo
y la ansiedad me quema los dedos, el pecho y los sueños
como el humo que me falta para saciar esta tristeza
solitaria
como la vida que se compara
filtrada a la luz de una nueva pantalla.

Se levanta la sesión
y ya no quedan esperanzas, miedos ni deseos.
Se levanta la sesión
y solo lograremos ser
cuando nos atrevamos a querer.

La esperanza es lo primero que se pierde
cuando nada puede salvarme de pasar un eterno mal rato.

No lo olvides, 
no me olvides,
no nos olvidéis...

Parias de la tierra en pie,
hemos jurado vencer...

miércoles, 21 de octubre de 2020

En algún rincón del Atlántico

El atardecer en el horizonte. El silencio rítmico de los coches en la lejanía. Los mechones de pelo mecidos por la brisa. Hace tiempo que no estaba en camiseta de manga corta a estas horas. Parece que el sur se resiste a abandonar la calidez estival que en el norte desapareció hace ya tiempo. Desfibro las teclas rápidamente, tratando de robarle al tiempo este instante, consciente de que en escasos minutos tendré que echarme a la carretera y no podré aprovechar esta deliciosa calma tanto como me gustaría. ¡Con lo que me gusta a mí la tranquilidad del atardecer sintiendo la salitre en la piel!


El paisaje ha sido cambiante y oscilante, como el tiempo, frío, lluvia, calor, sol... Francia se ha descubierto un poquito en la Costa de la Luz sin luz y en la Costa de las Flores sin flores, pero ha mostrado su cara más tierna para cuando en las tempestades del continuo cambio debes encontrar un lugar al que asirte en medio de la carretera.

Llevo fuera de casa desde el viernes pasado, sin lugar al que ir y sin rumbo fijo, vagando, porque regresar a casa sería la peor de las opciones si no quiero perder estas dos semanas de libertad. He llegado a dormir en el coche y ha sido más cómodo de lo esperado. Y aún así, entre tanto ir y venir, entre tanta incertidumbre y entre tanto cambio, Francia ha abierto sus brazos y me ha abrazado.


Ahora pongo las llaves y entro. Toca seguir. Hasta donde quiera el tiempo.

martes, 13 de octubre de 2020

No soy buen ejemplo

Escribo entre los dedos
con la fina tesitura de hallar mi lugar
y entre las estelas del cielo
me pierdo en la noche
como luna sin luz
en la oscuridad de mis demonios,
habito en el tiempo
que marcó la piel del tambor
y ya se marchó el mundo,
el amor se ha fugado,
antes de hablar solo trato de hacer ruido
por tratar de evitar sucumbir al final.

Esquivo las balas de este mundo inhabitable
y me acuesto con la muerte en la sombra
del cabecero de mi cama,
hablando mis fantasmas
durmiendo en mi almohada,
mientras las sábanas se pierden entre el humo
de un mundo perdido en el viento,
pobre inerte títere del titiritero incierto
que nada quede,
que nada espero.

No voy a fingir
tener más de lo que soy,
pero solo soy un reloj sin agujas,
y me arrodillo a los templos caídos,
ruinas de otra era
que desespera
a la hora de la siembra
porque la cosecha importa
y lo demás es hacer lo que toca,
lo que nadie quiere hacer,
lo que todos saben que deben hacerse.

Y entre el humo,
el hambre,
y el tabaco en el cenicero,
hice arder el cristal de acero
mientras el hielo se pierde en el espejo
y se agrieta el aliento
y se rompe todo lo que no tengo.

Solo soy un intento de poema herido, perdido y muerto.

viernes, 9 de octubre de 2020

Belleza entre ruinas

Lo peor del dolor es saber disfrutarlo.
Ahí ya estás perdido.
Es como esos cigarrillos que dejas tirados en cualquier lugar, y termina ardiendo todo el bosque, toda la vida, toda la humanidad
y solo quedan lágrimas que dejar deslizarse
porque tras haberlo destruido todo
solo hay dos opciones:
llorar
o seguir,
y una es demasiado dura
y la otra demasiado irreal.

La tercera vía es caer,
por ver si entre tanto dolor
comprendemos que lo que nos excita no es la herida
sino la cicatriz que queda después
como victoria de nuestra memoria
al hundimiento.
El sobrevivir.

No sabría decirte buenas noches sin una nutria y un corazón,
solo espero que lo entiendas
cuando en la noche te vuelva a echar de menos
y te susurre ojalá estuvieses aquí
abrazándome.


La tercera vía

SORTEO Días Extranjeros: 100.000 visitas


¡GRACIAS INFINITAS!


Hace unos días, concretamente este lunes 5, llegaba en el blog a las 100.000 visitas. Una cifra a la que hace 5 años creía imposible poder llegar. Ahora las 6 cifras son una realidad, por eso me gustaría celebrarlo con vosotros. Es por esto que he organizado en twitter un pequeño sorteo de mi último libro de poesía: Días Extranjeros.

Si queréis participar solo tenéis que entrar aquí y seguir los poquitos pasos que en el tweet indico. Espero que os animéis a participar e infinitas gracias a todos por todo el apoyo y por todos estos años de poesía.
¡Nos leemos!



domingo, 4 de octubre de 2020

El confín del mundo

El sueño hasta el infinito.
Hasta más allá de los límites.
Hasta más allá de lo inimaginable.
La eternidad,
siempre la eternidad,
como una constante, como una necesidad,
como una meta imposible de alcanzar.

El temor al olvido.
Del silencio.
Del infinito desierto que somos incapaces de dejar atrás.

Allende de las fronteras del ecumené

Un sueño, solo un sueño, llegar más allá que nadie, descubrir todas las maravillas de este mundo, superar los límites... todos los límites. Tantas estrellas en el firmamento... y tan difícil conocerlas todas. Seré el primero en visitarlas todas. Todas. Y cuando las haya descubierto todas, llegaré más allá. Siempre más allá.

No hay límites que no podamos alcanzar. El inmenso y basto mundo que no se detiene, hasta el infinito, hasta donde el sol nace. Desiertos silenciosos. Montañas que arañan el cielo. Llanuras en las que la mirada se pierde hasta el infinito... Siempre el infinito. Como un destino. Como una meta. Como un sueño refulgente que se niega a hallar su final.

Todo prosigue, se reconstituye, se disuelve... El naufragio como única esperanza de supervivencia en este basto vacío existencial que parece no encontrar sitio al que ir. Más allá del horizonte
donde solo habitan los dioses. Hallaré la forma de alcanzarlo
ese sueño
que nos ha unido a todos
hasta la eternidad:
saber que hay más allá,
siempre más allá,

qué hay más allá del alba y del ocaso, más allá de las llanuras y los montes, más allá de la luz y las tinieblas, del bien y del mal, más allá de todo. Solo más allá... más allá de todo lo que nunca jamás pudimos llegar a imaginar.

Si no encuentro la paz,
pues me quedo con la gloria,
lo más cerca posible de la eternidad,
de los dioses,
de la memoria, 
quiero ir más allá de los límites del tiempo, superar a todos aquellos que me han precedido, no quiero caer en el olvido. No quiero caer en el olvido. ¿Es que no podéis comprenderme? ¿Es que acaso no queréis comprenderme? No quiero caer en el olvido...

La única tierra que nos queda es aquella en la que reposaremos por siempre.
La única memoria que nos resta es la de quienes cantarán nuestras gestas.
La única esperanza que arde es la que recuerda la incandescente mirada de la historia.

Sigue.
Sigue más allá.
Sígueme más allá.
No quiero caer. No quiero perder. No quiero ser olvido. No quiero... seré solo una torre del silencio que se mantenga por toda la eternidad en el desierto del olvido,
erguido
incorruptible
para ser descanso,
para ser alivio
de quien un día fue un alma buscando un sendero por el que andar un poco menos perdido.


Es tiempo de cerrar los ojos para esa cuadrilla que ardía en sueños.

Pesadillas meridianas

Cuando llegues al final
a donde la tierra se traga los ríos
como una madre devorando a su hijo
después de haberle dado a luz,
significará que todo se ha acabado:
ya no habrá vuelta atrás
ni lugar al que ir.

La meta largamente perseguida del último viaje
habrá llegado a su fin.

Cenizas consumidas

La mirada abrasada en un desierto de asfixiante hielo que todo lo arrasa, mientras la arena convierte el onírico infierno de hirviente tierra quemada en una tierra yerma en la que solo habita el silencio.
Seguir, solo seguir, para no vivir el día de después a la calma, para no vivir la estabilidad, esa estabilidad que ya hemos olvidado incapaces de comprender cómo vivir sin ir siempre más y más allá. ¿Cómo vivir sino? Si no queda otra cosa ¿Cómo vivir? 
Sencillamente ¿Cómo vivir
en este infierno en tierra que es el infinito desierto de la mirada ardiente que todo lo consume a su paso.

Morir
Morir
Morir para seguir.

Morir
Morir
Morir para seguir.

Entre estertores, demonios y fantasmas que devoran nuestras noches, que desgarran nuestros sueños.

Ya no hay cura para los dolores que me atenazan.
Ya no hay cura

Solo esperanza de seguir siempre más allá
Hasta el límite mismo del alma.

sábado, 3 de octubre de 2020

Más allá de todo lo inimaginable

¿Dónde está el límite?
¿Hasta dónde podemos llegar 
antes de tirar por tierra todo lo que hemos intentado conseguir?

No lo sé.
Puede que nadie lo sepa.
Simplemente dejarse llevar
como la marea
que llega a ninguna parte
en un desierto de tinieblas y fantasmas
donde el viento glaciar
me devora por dentro
hasta volverme loco,
hasta volverme simple y llanamente loco
y no pueda ya mirar atrás.

La patria perdida ya jamás regresará
y ahora solo resta continuar,
siempre más allá, siempre más allá,
hasta llegar a ese final que nunca podremos alcanzar,
hasta llegar donde nadie llegó antes,
hasta el límite,
hasta el mismo límite,
siempre un poco más allá
hasta sucumbir
en el fuego
de esta efímera existencia
que arde intensamente antes de apagarse.

Y ya no hay vuelta atrás.

Ya no hay vuelta atrás.

Todo lo que fuimos
lo perdí
por llegar hasta aquí.

Y poder,
finalmente,
seguir.

Solo seguir.

Hasta el límite.

Hasta el fin.

viernes, 2 de octubre de 2020

No te reconozco

Tinieblas de muerte,
destrucción en la mirada,
no preguntes,
no preguntes,
no querrás saber nada.
¿Qué sucede?
¿Qué hay?
Solo un rastro inerte,
solo un rastro de sangre y dolor.

Es solo un sueño

Todo perece
¿es posible la inmortalidad?
Hasta la esperanza se pierde
ante la mínima piedra en el camino
¿por qué no iba a ser igual la vida?