miércoles, 30 de septiembre de 2015

Que le jodan al destino

¿Sabes qué te digo?
Que le jodan al destino.
¡Reescribamos la historia!
Hagámoslo a nuestro estilo:
Luchando hasta el final o cayendo por el camino.

¿Por qué no?
Hágamoslo con estilo
mientras jodemos al destino
y nos cargamos el guion,
porque esto es cosa de dos,
caemos juntos o superamos el listón
que nos impuso un dios
en el que ya no creemos, que nunca existió.

¿Te atreves?
Ya perdimos nuestras alas
ya del cielo se nos expulsó,
sólo nos queda otra batalla
en la que no te pienso decir adiós.

¡Saltemos los dos!
Ante nosotros el vacío,
por detrás destrucción,
por delante una luz al final del túnel,
hacia atrás sólo caos y dolor.
Ya lo dijo Dean a su amigo:
sólo nos tenemos los dos,
hagámoslo a nuestro estilo,
luchemos sin temor.
¡Que le jodan al destino!
Esta noche saldrá con vida el amor.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Así habló Zaratustra

Sólo soy una palabra perdida en el viento,
una nueva circunferencia que gira alrededor de la vida,
otro ciclo, otro día,
otra espiral perdida en la oscilación de cristal,
suena mal,
¿plausible? Quizás, pero esta noche oscura ya no deja de tejer telarañas de lágrimas cayendo por los cristales como vidrios en las piedras.

Puede que te hayas perdido en cada vuelta,
no temas,
el fuego marca el camino en la estrella de cinco puntas,
y apuntas
frases perdidas en líneas de papel
que te fumas sin entender nada demasiado bien.

Sigo sentado al fondo de la clase
porque sólo allí puedo entender lo que se cuece en el barrio como si cada palabra fuese un fonema sin su tecla.

Y me pierdo en tu mirada fraccionada en sílabas que generan ideas
y me pierdo en tu recuerdo de cristal,
como un espejo que refleja sólo lo que nunca sucedió;
puede ser,
quien sabe, quizás me perdí en cada beso que te di,
en cada caricia, en cada mirada, en cada sonrisa a escondidas
como un secreto inconfesable oculto entre sentimientos a flor de piel
para que nadie pudiese entrever lo que las cartas se negaban a ocultar.

Y me pierdo en tu mirada,
en tus cartas,
en tus palabras,
en tus sueños y esperanzas.

Y me pierdo en mi cárcel de Peniche,
tú tan Coimbra, yo tan San Pedro de Moel.

Y nos perdemos,
yo tan lejos
y tu tan cerca,
puede que no haya mezcla para esta llama que espera a que amanezca un nuevo día en la arena
de una duna que semeja azulejo que refleja ese momento que caminamos de la mano por esta senda que ahora nos aleja, quizás algún día nos volvamos a encontrar, mientras tanto soñaremos intentando crear nuestra propia estela, puede que algún día sonriamos al descubrirnos como dos amigos sin pudor ni vergüenzas.

Puede que algún día sonriamos al ver que hemos logrado cumplir por separado nuestras metas.

Puede que algún día sonriamos al descubrir que pudimos cumplir nuestros sueños.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Días de verano

El verano. Días de largas horas al sol, de carreras hasta el agua y zambullidas de cabeza a la vida.

El verano. Días de fiestas continuas, de pachangas constantes y sueños perennes en los que perderse a orillas de un atardecer.

El verano. Días de romances fugaces, de caricias y abrazos ajenos al mundo. Días de miradas cómplices, de secretos susurrados al oído y besos callados bajo el ruido de una ducha siempre caliente.

El verano. Días de pandillas bajo el sol del solpor, de bailes, de borracheras y de amistades en pantalón corto y sandalias.

El verano. Días de latas de cerveza en mano, de helados compartidos en las plazas de los pueblos y de mantos permanentes de cáscaras de pipas sobre los que sentarse.

El verano. Días de ritmos acelerados, de sensaciones a flor de piel y sentimientos en constante ebullición. Días de desenfreno, desenfado y desinhibición. Días de alegrías, risas y carcajadas. Días de evasión, fantasías y sueños. Días de una vida perfecta lejos de las rutinas, los horarios y calendarios.

El verano. Días de vivir al límite, alcanzarlo y superarlo con estilo; riéndose, si es necesario, hasta de tu propia sombra y con la máxima de mirar la vida por encima del hombro. 

Porque siempre habrá inviernos para llorar los posibles errores cometidos en verano; porque siempre habrá tardes de lluvia en los que lamentarse de las caídas bajo el sol; y porque ya habrá días en los que rallarse por los patinazos en la arena.

Pero hoy no es uno de esos días, porque estamos en verano y venimos a plantar cara a la felicidad, a saborearla y reinventarla.

Porque estamos en verano y hoy toca saltar de cabeza a la vida.