miércoles, 2 de septiembre de 2015

Días de verano

El verano. Días de largas horas al sol, de carreras hasta el agua y zambullidas de cabeza a la vida.

El verano. Días de fiestas continuas, de pachangas constantes y sueños perennes en los que perderse a orillas de un atardecer.

El verano. Días de romances fugaces, de caricias y abrazos ajenos al mundo. Días de miradas cómplices, de secretos susurrados al oído y besos callados bajo el ruido de una ducha siempre caliente.

El verano. Días de pandillas bajo el sol del solpor, de bailes, de borracheras y de amistades en pantalón corto y sandalias.

El verano. Días de latas de cerveza en mano, de helados compartidos en las plazas de los pueblos y de mantos permanentes de cáscaras de pipas sobre los que sentarse.

El verano. Días de ritmos acelerados, de sensaciones a flor de piel y sentimientos en constante ebullición. Días de desenfreno, desenfado y desinhibición. Días de alegrías, risas y carcajadas. Días de evasión, fantasías y sueños. Días de una vida perfecta lejos de las rutinas, los horarios y calendarios.

El verano. Días de vivir al límite, alcanzarlo y superarlo con estilo; riéndose, si es necesario, hasta de tu propia sombra y con la máxima de mirar la vida por encima del hombro. 

Porque siempre habrá inviernos para llorar los posibles errores cometidos en verano; porque siempre habrá tardes de lluvia en los que lamentarse de las caídas bajo el sol; y porque ya habrá días en los que rallarse por los patinazos en la arena.

Pero hoy no es uno de esos días, porque estamos en verano y venimos a plantar cara a la felicidad, a saborearla y reinventarla.

Porque estamos en verano y hoy toca saltar de cabeza a la vida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario