viernes, 23 de enero de 2015

Desarraigo

Vigo se desangra, poco a poco, arrastrando ríos de nostalgia por sus calles. Mientras la Gran Vía llora, el Castro se desgrana poco a poco, como los pétalos que dicen "me quiere, no me quiere".

La melancolía se viste de gala y encharca las avenidas grises convirtiendo a la ciudad olívica en un lienzo en blanco y negro.

Es extraño, el sol brilla y hace días que el cielo no estaba tan azul, pero todo me resulta ajeno, como la melodía de un fado lejano cantando a la patria querida. Es como si el espejo se rompiese en mil añicos, rompiendo la ilusión de que nada ha cambiado, cuando lo ha hecho todo; como las memorias de una guerra que deshumaniza el corazón saboreando todas y cada una de las almas rotas.

Y es ahí, cuando hasta la puesta de sol me resulta indiferente e insípida, como el delirio del que Borja hablaba.

Porque algo se ha roto, un salto en el tiempo palpable, aunque los posters y fotos de la habitación digan lo contrario.

Quien sabe, quizás sea verdad eso que decían de que nunca volverás realmente a casa una vez te has ido.

Quizás la mente mutada tenga prohibido el paso, como un espíritu condenado a vagar por siempre.

Quizás recuerdos y mente se rompan y ya nada vuelva a ser igual.

Quizás el tiempo ha vuelto a hacer de las suyas.

Quizás...

Yo solo se que Vigo se desangra, desgajándose en miles de gotas que gritan: "te condenamos a vivir desarraigado a todo lo que considerabas tu hogar".

jueves, 15 de enero de 2015

Hay veces

Hay veces que sueñas y te recreas en la fantasía que te creas, aunque eres plenamente consciente de que la realidad se escurre entre los dedos, como el viento atravesando las grietas del tiempo.

Hay veces que sueñas, aunque sabes que no puedes controlar un futuro condicionado por un presente ajeno a ti y un pasado impuesto contra tu voluntad.

Hay veces que sueñas, y en momentos como ese te dibujas un mundo de felicidad en el que no existen los amores imposibles. En donde la distancia es solo una exhalación y el tiempo un suspiro.

Hay veces que sueñas, y sabes que el tiempo te llevará a un futuro romántico de solidaridad y aventuras, de viajes y lucha, y un amor al compás de la brújula que os guía a un tiempo en el que solo os pertenecéis el uno al otro.

Hay veces que sueñas y te das cuenta de que los relojes de arena no están ahí para avisarte del tiempo que te queda, sino para recordarte todas las oportunidades que te quedan por vivir.

Hay veces que sueñas, y en esas fantasías te recreas hasta creerte tu propio cuento, sabiendo que nadie va a vivir tu vida.

Hay veces que sueñas, y te das cuenta de que es la hora de cumplir tu propia historia no escrita.

Hay veces que sueñas...

Y hay veces que vives