domingo, 27 de enero de 2019

Renacer

El mundo brilla por sí mismo
y todo da vueltas sin sentido,
pero a pesar de ello encuentro mi camino
y abro senderos a donde quiero hacer destino;
podría soñar con todo lo que no tendría,
pero prefiero dejarme atrapar por lo que tengo
y disfrutar,
quizás ahí está la clave para la paz
y andar
y andar
hasta que no pueda más.

Disfrutando de lo vivido
saboreando el momento construido,
forjando con brío todo lo habido
y por haber,
qué será lo que tiene el ver
por delante a tres pasos de mí
que el horizonte brilla
y hasta allí queda un trecho,
rumbo derecho al acecho
de todas las utopías que tengo
entre los dedos, mientras tanto
salto y bailo bajo el sol,
la música me sostiene entre su calor
y creo poderme salvar
a base de versos sobre los que surfeo
pisando a fondo y viviendo el momento.

Supongo, que de hecho,
todo está hecho y echo
la vista atrás
y no me olvido de caminar.
Rumbo firme, luz diurna,
atardecer en penumbra cálida y filtro
todos los cuentos vividos
para elaborar el relato que nos lleve hasta el final
y poder volar
desplegando las alas,
pequeño gigante salta todos los muros que se le presenten,
y sonrío
al viaje que siempre me guía más y más allá.

Paz y libertad
de la mano,
sin miedo ni cuidado más del necesario,
no me dejo atrapar por el pasado,
abro senderos entre el punto final
y logro saltar
cualquier muro que se me interponga,
no me asombra
ni la noche sin luna
ni la locura del hombre sabio,
podría saborearlo
una y otra vez
y nunca me resultaría demasiado
el calor de una tarde de mayo.

Yo que nunca he sido sherpa...
hablamos de caminos, de vidas inconfundibles,
y salgo a la calle en tirantes con las llaves en la mano sueltas,
como si pudiera
tener entre los dedos todo el azaroso destino y controlarlo
a mí antojo
aceptando lo que venga y superándolo
una
y otra vez
hasta vencer.

Siempre hasta vencer.

La inutilidad del sufrimiento;
en eso consiste todo
y caminar
y caminar
saltando cualquier muro,
abriendo senderos donde nunca los hubo,
sonriendo al mal tiempo
y llenando de soles el espejo,
podrá así brillar por si mismo el mundo bajo el mismo techo
y versos para largo
y tinta en los brazos,
saltaría hasta el final,
pero aún me queda cuerda para rato
y sin saber lo que viene ni haberlo planeado
disfrutaré del calor en una soleada tarde de mayo.

Huele a verano
y yo ya habré saltado.

Paz y libertad en las manos.

Queda vida sonriendo para rato.









sábado, 26 de enero de 2019

Rutina en las venas

Y todo sabe a despedidas
y mis labios saben a alcohol
voy de paso por la suerte
nunca me ha asustado la muerte
solo quedan los escombros de soñar con poder verme

y mientras el tiempo acecha en mis talones
piso el acelerador a fondo
y me topo con los senderos sin rumbo
y los túneles oscuros
de tinieblas en la frente

vigila firmemente
trataré de comprenderme
y cuando ya no quede cuerda para tanto loco
trataré de asirme al fatal destino

a veces abro la puerta y veo pasar gente
cierro de un portazo
y no hay ya miedo para tanto cobarde,
que las cajas de papel ardan en medio de la noche
para quitarme el frío

pido camino para el azar del sino
no hay sentido
de ida ni de vuelta
me mata el tiempo en la noche
me salvan los versos en la noche

perdí la voz cantando
juré que no
gritando

Y todo sabe a despedidas
y mis labios saben a alcohol
voy de paso por la suerte
nunca me ha asustado la muerte
solo quedan los escombros de soñar con poder verme

las caricias de la primavera
son el calor en las jornadas enteras
tatuajes en el pecho
sangre firme, sentimiento certero
atino por hallar mi camino

las caricias de la primavera
son el calor en las jornadas enteras
tatuajes en el brazo
otoño firme, sueños eternos
sonrío por hallar el horizonte

Y todo sabe a despedidas
y mis labios saben a alcohol
voy de paso por la suerte
nunca me ha asustado la muerte
solo quedan los escombros de soñar con poder verme

solo quedan los escombros de soñar con poder verme

solo quedan los escombros de soñar con poder verme

solo quedan los escombros de soñar con poder verme a mí mismo en mis propias victorias de vida.

Reviviría una y otra vez
y alcanzaría cada día la libertad que me baña cuando sonría.

miércoles, 23 de enero de 2019

Busco salidas donde sé que no las hay

En este pozo de miseria
buscamos las salidas para no hundirnos
y solo encontramos el vacío
ante el vacuo sendero sin destino.

Hoy estás aquí oscuridad
cuando yo más te necesitaba
tendiéndome tu mano sibilina
y hundiendo tus garras hasta lo más hondo mío.

¿Cómo harás?
Que siempre estás
cuando pido auxilio.

¿Cómo harás?
Para guiar mis pasos
por tu tenebroso camino.

Yo que tantas veces me bañé en ti
para crecer y volverme fuerte
hoy solo me veo patético,
triste
   y débil,
                 una tétrica marioneta en tu contrarreloj de destrucción,
un sucio baile sin salvación,
el grito de socorro para tanto dolor.

¿Por qué
Perdón.
¿Por qué
Me culpo yo.

Una
y otra
y otra vez.

Hasta llevarme yo solo al paredón
e implorar a mí mismo mi bendición.

Mientras tanto...
             1,
             2,
             3...
             Salto al vacío.
Solo queda

caer
Hasta el fin.                                                                                                                           Hasta morir.
Por fin.
Y calmarme                                 yo solo                                  a mí mismo             mis propias heridas.
Adiós.

lunes, 21 de enero de 2019

Alicia en el país de la asfixia

Un millón de palomas
viajando muy lejos,
la noche se vio
mucho más allá de lo que creímos
y pensamos en cantar
a los sueños
a las utopías
y decidimos partir
en la compra venta de caminos
hasta que...

en la jodida vía sin salida,
en medio de la oscura noche,
prendimos antorchas para cazar a los monstruos
y nos encontramos a nosotros mismos
reflejados en el cauce del río
y los dioses se fugaron
para no ver su caída.

Así, como quien no quiere la cosa
apocalipsis suicida
sagrado fin sin principio,
luciérnagas sin luz en las sombras,
vida sin héroes ni heroínas
lastimeras caricias perdidas
a cientos de metros bajo tierra.

Apagamos la llama del amor
y las velas ardieron hasta sucumbir.

Asfixia.

Solo soy un loco sin cuerda.

Asfixia.

Llévame a las lejanas utopías que un día creí.

Solo quiero ser un rey sin corona
una deshonra que degolla
un susurro que se queda sin prisas.

Asfixia.

Asfixia.

ASFIXIA.

Qué
he
hecho

para
merecer
esto?

Asfixia.

Deplorable noche informe
que me apelmaza sin nombre
que me corrompe sin orden
que me pudre inconforme.

Asfixia.

Sálvate el alma,
la vida.

Asfixia.

Huye cuando aún queda salida.

Asfixia.

Todavía
todavía
todavía quedan vías.

Asfixia.

Asfixia...

Asfixia...

Asfixia...

domingo, 13 de enero de 2019

Te olisqueé en el aire de esta tarde de enero

El tiempo lo cura todo dicen... Es un hecho en realidad, o sea, es así, para que le vamos a dar vueltas a algo que es así, el tiempo lo cura todo, sí o sí, y si no llega a curar sí permite sepultar todo lo malo bajo una gran losa que tapa un profundo agujero a lo más negro del corazón. Así que, aunque no cura, si tapa, y aunque a efectos prácticos viene a ser lo mismo, en realidad no es lo mismo, supongo.

No es igual de sano curarse que cargar con esa losa, eso está claro. Así que mejor tratar de sanar las cosas de la forma adecuada. Y que el tiempo lo termine curando todo.

Me dije que no me enfangaría en el lodo del dolor ni en la apática y encharcada escala de grises de la tristeza, me lo dije. Dije que no haría eso, pero también de vez en cuando tengo unas irrefrenables ganas de escribirte -aunque nada de lo que te escriba esté a la altura- y eso es lo que voy a hacer.

Va a ser un cristo de palabras sin orden ni concierto, me imagino, es lo más probable; ya sabes que nunca he sido muy de retocar las cosas que escribo y no voy a empezar a ahora a cambiar los hábitos y las costumbres. A ti no te importaría el resultado, solo la intención, así que a ello voy.

Te echo de menos.

Todos los días.

Es irme de casa y echarte de menos, es llegar a casa y echarte de menos. Es sentir la brisa y echarte de menos. Porque sea el momento que sea, te echo de menos.

Tú, que estabas siempre ahí en las buenas y en las malas, en la alegría y el dolor, en la noche y en el día. Siempre incansable e insaciable, siempre dispuesta a dar más y más cariño por los demás, porque todo para lo que vivías era para darnos cariño y guiarnos por la vida y que no nos perdiéramos demasiado; por eso cuando echabas a caminar de vez en cuando echabas la mirada atrás, para asegurarte de que te seguíamos y que todo seguía en orden, tal y como debía estar todo.

Tú, que tanto tiempo has estado a nuestro lado, que tantos kilómetros nos has acompañado y tantas vidas nos continuarás guiando, desde algún sitio, ya no estás aquí, ya no estás físicamente a mis pies durmiendo, a mi lado. Y yo, te echo de menos. Mucho. No sabes cuánto.

Es irme de casa y echarte de menos, y al llegar, y al pasear; todo es un continuo echarte de menos, porque ya no estás.

Y ojalá no fuera así, ojalá fuera todo distinto, pero no puede ser, y yo lo sé, y tú lo sabes. Y a pesar de eso hay días en que la tristeza se abre paso junto a la melancolía y se permiten la licencia de echarte de menos con más fuerza, pero sin caer, tranquila. Te prometí que no caería, y eso pienso hacer. No caer. Pienso cumplirlo por ti, por ella, por todos. Por las contadas almas que tengo a mi lado y buscan mi sonrisa cada día. Por todas ellas no pienso caer.

Pero de vez en cuando me permito dejar aflorar un poco la tristeza y escribir sin ton ni son. Sin orden ni concierto. Dejando a mis dedos caminar por las teclas con la tristeza asolagando los segunderos del reloj. Poco tiempo, no mucho, para que no sea permanente y esta tristeza no se convierta en una constante en mi vida; pero sí lo suficiente como achicar agua y soledad y poder seguir manteniéndome a flote sin sucumbir al dolor.

Porque te lo prometí.

Y porque no quiero volver a estar igual de mal que hace un año.


Te echo de menos. Mucho. Muchísimo. No sabes cuánto.

Espero que esta carta te llegue a algún lado, sea donde sea que estés escondida y refugiada dentro de mi corazón. Dándome calor. Cuidándome. Y por supuesto, eso siempre, guiándome.

Gracias.


Te queremos mucho. Todos. No lo olvides.

Al arrullo de tu mirada

Te busco en cada verso
en cada rima, en cada texto,
en cada cuento incierto que leo,
en cada atardecer,  en cada sueño.

Te busco en el cielo y en el infierno,
en las fantasías y los miedos,
y en los encuentros certeros
y en los kilómetros que nos separan para vernos.

Te busco en la paz, en la poesía,
en la luna, la noche y el día,
en la calma de San Amaro,
en las olas del Orzán y desde lo alto de un octavo.

Te busco en el viento, en la brisa,
en la soledad, en la alegría.

Te busco en el instante, en el eterno,
en lo fugaz, en lo cierto.

Te busco una y otra vez,
y te buscaría sin cesar
aunque frente a mí estés,

te busco sin descanso,
y te buscaría hasta alcanzar
el encuentro tan esperado.

Te busco y te encuentro,
te encuentro y te busco,

y entre tanta incertidumbre
lo más firme e indisoluble

es que eres calma y libertad
en la orilla de una vida que por siempre nos une.

martes, 8 de enero de 2019

Se consume el presente como la vela temblorosa que teme apagarse

Rebusco en la basura de mi cenicero
tratando de encontrar esa colilla que perdí
mientras la cerilla ardía entre mis dedos
y el humo del tabaco me hablaba de ti.

Salté al folio en blanco para escapar
y en sus finas curvas me topé
con los desastres del vacío sin final
solapando estrellas tras la venda que no ve.

Me desgarro en finas hebras de horrores
y busco preguntas a las inocuas respuestas,
el mundo es un giro eterno de dados y sermones
en tanto que todo arde sin lograr aferrarnos a sueños ni metas.

Podría hacer desaparecer cometas tras el miedo
de saltar metros y metros, lejos del suelo caí
y en el fondo del vaso hallé el ciego cuento
que me susurro cuando anhelo más de lo que perdí al vivir.

* * *

Allí,
allí,

muy lejos,
por ahí,


todo lo frustrado siempre estará lejos de mí


y por el camino aprendí a aspirar paz y sonreír.


***


Llorar lo que no se tiene es la mayor cobardía para no asumir el porvenir.

lunes, 7 de enero de 2019

Que arda la poesía (I)

Me desembarazo de los sueños
y ya solo quedan versos que quemar
a demasiados kilómetros por hora de ti.

viernes, 4 de enero de 2019

Rebobinar

El mundo respira noches sin luna
saetas de fortunas oscuras
miradas que arrullan
la furia del mar en vilo
haciendo camino
en cada tenue destino
que acuna el cielo
certero lamento
del sentimiento sincero
que encierro en el pecho
bajo miedo del reloj
canción de amor
poema en clave de sol
sorprendente estruendo mayor
que da voz
a la razón del más allá
ayúdame a levantar
las ganas de paz
escribiré libertad
en cada techo de cristal
que me obligue a llorar una ayuda
mientras la locura
apelmaza la noche oscura
de la desaparecida luna.

Sendero eterno que repetir
una
y otra
y otra vez más
por toda la repetida eternidad.

jueves, 3 de enero de 2019

(l´attentant del dolor.)

Camino por un mundo en ruinas
cenizas de pasados fugados
presentes robados
futuros apagados,
recuerdos lejanos a los que tratamos de aferrarnos.

Luchamos por mantenernos a flote
evitar la muerte en la noche
la difusa idea
de ser secuela cuando no quedan fuerzas.

Lloraría cada noche y cada día
si eso fuese a recuperar lo perdido,
eres ladrido en el viento
murmullo herido
suspiro que era alivio
olisquear el pelo para dar auxilio.

Eres camino.

Y ahora yo deambulo sin sentido,
sin rumbo ni sendero definido.

Perdido
sin saber a dónde ir.

Solo seguir
porque querrías verme feliz.

Seguir
            para no dejar de escribir.






ante tu llanto oniria.
porque en este mundo efímero
seremos eternos.


Si olvidases el perfume que las flores estornudan de madrugada cuando no las oyes