lunes, 30 de enero de 2017

Sueña en esta magia certera

El tren traquetea
paralelo a la carretera
que me lleva de vuelta
a donde la luna siempre me espera.

Soplan las velas
en la noche que la brisa despeja
y mientras
veo pasar las estrellas.

Si supiera
donde alcanzar la meta
vendría con la mente llena
y el corazón con nuestra bandera.

Cuando la vida vuela
la felicidad se queda
para hacerme compañía ligera
en cada cálida quimera a tu vera.

jueves, 26 de enero de 2017

Despierto con pocas ganas, como expulsado del cielo

Hoy rebuscaba por los rincones de mi escritorio en el ático con olor a Atlántico, y he encontrado esto de hace año y medio, cuando me encerraba en otro cuarto y veía poco la luz del sol en una fría habitación que nunca tuve con quien compartirla. El calor de junio se había perdido por algún lugar de la ciudad, la alegría se la había llevado el viento, y yo:
me dedicaba a sobrevivir a base de pasta y cheetos mientras devoraba un capítulo tras otro de Sobrenatural hasta altas horas de la madrugada.
No es poesía, 
y tampoco es rap,
pero sí eran heridas que en la oscuridad debía supurar mientras buscaba entre mis escombros el camino a la felicidad.

Coruña 24-6-15

Escribo una sinfonía de parcas
que marcan
las pausas
de mi condena
y lo digo
tengo cuidado
de la espera
pero sin miedo al halago
lo acepto
sin esmero
y veo
que la ceniza ya vuela
por encima de las hogueras,
y los amplis desgarran
acordes de guitarra
y con calma
veo la puesta de sol en la playa
con las Cíes al fondo desde Cangas
¿y qué pasa?
Si lo digo claro,
no estoy callado
ni estafado
entiendo las normas del juego
por eso no doy cova
y vivo a mi bola,
rompiendo las reglas
y en tu cama
susurrarte al alma
mis experiencias tempranas
y cotidianas,
ya volverá la noche
a traer las estrellas
y mientras sigo tu estela
veo la vía láctea
y salto
de cabeza al agua
y me sumerjo
en las dunas que se forman en el agua,
como surfeando las olas
de una vida confusa y ceñida
al esquema
pero eso no es mi apuesta
pues corro a la periferia
y desde las montañas
desciendo
el sendero
rodando cuesta abajo,
descenso libre
en bici
y me libro
gracias a los libros
de las ideas preconcebidas
y precocinadas
de pasada
como una receta
congelada
de la fila de espera,
y ya seré el último del purgatorio
pero en el promontorio
lo abólio
y eufórico
se que mientras
voy
camino al cielo
con el infierno
en mi corazón
dándome fuerza
como un equilibrio dual,
y te saco a bailar
y te canto
estas líneas finas
entre la locura,
la independencia y el amor,
y todos a la vez
cogemos la vía
que nos lleva rumbo
a ese día
de obelisco
donde cielo y tierra
se tocan
y crean
un horizonte
hacia el que correr solos o de la mano
y la hago
ya será otro el que recoja
las plumas
de mis alas
de ángel caído
porque amigo
yo tengo pendiente lo vivido,
revivir
y aprender a sentir
porque aun queda camino
para rato
mientras me delato
y salto
a un nuevo asalto
en el mar
de los sueños soñados.

martes, 24 de enero de 2017

Que la poesía nos pille en la cama

Que la poesía nos pille en la cama
dibujando virtuosas estelas de compases
de mil colores
como los destellos de tu mirada
que impregnan el colchón de mil sabores.

Que la poesía nos pille en la cama
componiendo una melodía salvaje
que se filtra entre los poros de la vida
de tu piel a besos grabada
como una antología de poesías escogidas.

Que la poesía nos pille en la cama
mezclando el universo en un baile
de mil olores
a mar, a sol; como una escapada
hacia cualquier lugar que haga que me sonroje.

Que la poesía nos pille en la cama
bebiendo el horizonte en gotas de brisa suave;
que me cosquillee en filigranas de risas infinitas,
que me salpiquen tus acuarelas recién pintadas;
como un sueño de caricias artistas.


Que la poesía nos pille en la cama,
que allí es donde quiero volar
hasta que dormidos compartamos almohada.

lunes, 23 de enero de 2017

Târo

Timbro en mil notas del cielo;
la poesía se fuga hacia el horizonte
mientras yo sentado el atardecer veo.

Una fotografía en blanco y negro
me desnuda rodeado de cien mil espejos,
pero solo mi sombra es el verdadero reflejo.

La dualidad del universo
juega a los dados con los cuentos,
y tus besos todavía juguetean en mi pecho.

Me dibujo y te siento
tan clara como el agua y dentro
de todos y cada uno de mis recuerdos.

Deslizo la yema de mis dedos
por cada uno de mis poros, derritiendo
cada cristal de azúcar que pruebo.

Toco con la suavidad del viento
todos los violines de fuego
que relucen entre el mar y el deseo.

Silabeo con cuidado sincero,
intentando componer una rima que espero
que se pierda entre el olor de tu pelo.

La melodía sigue dibujando sueños,
y aunque volvimos de la guerra con miedos
todavía hoy seguimos con fuerza y enteros.

sábado, 21 de enero de 2017

Desnúdate en arpegios rotos, que la música ya está revoloteando por la habitación

Vuelvo a suspirar entre las horas de oscuridad de este eterno invierno,
las palabras se perdieron escaleras abajo y ahora todo espera que el peso del alma no sea demasiado en el momento de la salvación.

Golpea mi pecho un corazón que supura lágrimas en cada una de sus grietas,
mientras el vacío que genera permite el paso de ríos de soledad que no sabe hacer otra cosa que acuchillarlo todo en punzantes agujas de hielo.

La noche surca por la oscura mente, construyendo un muro de silencios que no sirven para otra cosa que escapar por las líneas del tiempo en un constante repiquetear de sueños; y la pútrida laceración solo invita a pintar un cuadro de horrores con llamativos colores que asigna a cada personaje un castigo por cada atrevimiento.

Las paredes del cielo son resplandecientes celdas que nos mantienen atados por toda la eternidad, y el infierno solo es un lugar al que aspiro a no regresar.

Sigo con los pies en el suelo porque me he olvidado de cómo volar, y transpiro aspiraciones que solo saben arder como lejanas esperanzas que construyen fortalezas fortificadas con contrafuertes que se echan a suertes cual será la próxima torre en caer.

El polvo revolotea a mí alrededor y me recuerda que el olvido no quiso llevarme conmigo, ni siquiera en la nada me quieren, así que procuro emborrachar mis penas con litros y litros de desamparado frío.

Las paredes se contraen bajo el peso del mundo y Saez se desviste en suaves letras que hieren como afiladas cuerdas de una guitarra que solo puede arpegiar por el resto de sus días;
puede que no exista lugar a dónde ir, pero quién no tiene refugio sólo puede buscar calor desprendiéndose a tiras de su maltrecha alma.

* * *

Puede que solo pueda jugar a no quedarme solo en esta intrapersonal contienda.

viernes, 20 de enero de 2017

Su inestabilidad es equiparable al calor de su ser

Se pierde caminando por el largo pasillo adelante, sumergiéndose en un mar de sombras entre las que habita dentro de su cabeza como una foto antigua de esas que se guarda en una caja de cartón en el estante de arriba del armario. Le tiembla el pulso y el paso, y a cada medio metro tiene que ir apoyándose en las paredes porque cada día tiene menos gente en la que apoyarse y más entre las que encerrarse en sí misma. Se ayuda de una muleta en los días fríos en los que las fuerzas le fallan y la soledad de la memoria se filtra en su mirada como un velo que todo lo tapa, pero solo de forma sutil, dejando siempre al aire la silueta de todo lo sufrido. Convive con los nervios a flor de piel cada día
más
como una pequeña flor que tiembla con el viento ante la certeza de que pronto llegará su propia siega, y teme por los que deja más que por sí misma, no vaya a ser que no sepan encender la llave del gas, cambiar una bombona o prepararse la cena cada día;
a veces ante el exceso de oportunidades no somos conscientes de lo que tenemos y es en la escasez dónde más agudizamos el ingenio, por eso ella se pertrecha de todo lo necesario,
porque más hambre se pasó en su juventud y no quiere ahora que nos vuelva a pasar lo mismo.

Da más por los demás que por sí misma, y a cambio solo ha recibido la dureza de la incomprensión,
como esas ecuaciones complejas que en realidad siempre han sido mucho más sencillas y solo precisan de paciencia para llegar a la raíz del problema.

La llama baila cada día, como esas velas que no son necesarias encender cuando se va la luz, pues conoce cada palmo de su casa al dedillo y puede moverse por ella como pez por su casa.

No sabe en que día vive, apenas sabe leer, y mucho menos escribir; no sabe mucho de todo y sabe de todo muy poco, pero sabe de la tradición popular como una cuerda firme a la que aferrarse en tiempos de cambio constante.

Arrastra los pies en su caminar y caminando se aleja por el pasillo adelante. Le cuesta entender y se olvida de lo que acaba de hacer hace cinco minutos, pero nunca se olvida de dar las buenas noches con una sonrisa
aunque esté tan sorda que jamás escuchará el beso que le des para despedirla.

Se pierde por la oscuridad de su casa, como una sombra en blanco y negro que nunca sabe a dónde va,
como un recuerdo que vive siempre con el miedo a no olvidar de dónde viene.

Y en esa danza que baila siempre en su mente,
su mirada poco a poco se apaga,
con la esperanza de que todo lo que ha hecho en esta vida haya sido suficiente.

lunes, 16 de enero de 2017

Se pueden dar muchas razones... pero realmente solo existe una

Como bien decía Eleutheria, escribir es un acto de puro egoísmo,
no escribes por y para los demás
sino que simplemente usas la letra como una herramienta más,
un catalizador con el que liberar un poco de peso en tu fuero interno,
en tu infierno personal que te has montado por dentro,
buscando purgar todo lo que supura por debajo de tu piel,
ya sea bueno o malo,
simplemente deshacerte un poco de él.

Porque "no espero que os guste,
solo espero salvarme",
define hasta que punto el poeta del alma solo aspira a no suicidarse por dentro,
maltratando su carcasa por fuera mientras tanto,
intentando aguantar un día más a su rutinaria vida de la que no da escapado.

No todo son horrores,
sino que también hay música en la belleza que ilumina cada día,
pero el acto de escribir sigue siendo más de lo mismo:
buscar hacer tuyo lo que no lo es,
apropiarte de lugares, sentimientos, sensaciones,
darles un giro y una vuelta de tuerka
aspirando a que lo hermoso del universo pase entre la gente como un ingenio de tu cabeza,
como si fueses el artífice de plasmar el sentido de la vida
cuando no eres más que el ilusionista que juega con los espejos para reflejar;
y eso,
siento decirlo,
no tiene ningún mérito;
más que la vanidad que nos hinchan los demás al leernos.

Escribo para arrancar sonrisas e insuflar sueños en los cuerpos,
despedazar pesadillas y generar alegrías que duren hasta bien lejos,
pero no os confundáis,
la razón principal es que soy como los tiburones de punta negra al nadar,
si no lo hago me ahogo y muero.

sábado, 14 de enero de 2017

La injusticia del dolor

Si la poesía sirve para escribir sobre la tristeza
entonces creo que taladraré el teclado con impotencia
porque sus lágrimas son las mayores grietas
que podréis encontrar en mi alma muerta.

Nunca he sabido dar luz a mi entorno,
y en momentos como este no sabéis como jode no ser capaz de sacar una sonrisa a quien quieres.

Daría todos los versos del mundo por no tener que ver nunca más el vacío en tu mirada,

porque quien la ha visto sabe que el hielo
ante eso
no es nada.

Me arrancaría a puñados los latidos de mi corazón por insuflar vida a quien no la tiene,
y me acuchillaría una y otra vez el pecho con tal de dar marcha atrás al reloj.


Solo sé que la lluvia cae con fuerza en este mundo,
pero la corriente no se lleva las penas,
más bien al contrario,
solo nos inunda y nos ahoga en ellas,
una y otra vez.


Si Dios juega a los dados con el destino
que venga aquí si se atreve
porque pienso partirle uno a uno todos sus huesos,
aunque por el camino acabe yo más hecho pedazos que él.

Y mientras le parto el labio izquierdo,
y le arranco las uñas de los dedos,
le escupiré a la cara
y le gritaré que esto va por hacer daño a quien más quiero;
mientras de una patada lo dejo tirado sangrando en el suelo.

Si la poesía sirve para llorar,
golpearé con furia el ordenador
a ver si así por lo menos logro liberar la rabia y el dolor que ahora siento por dentro.

viernes, 13 de enero de 2017

Que alguien calle a quien nunca se calla

Mi cabeza retumba en el silencio reverberante de la noche, como un atronador grito de desgarro que se pierde entre las seis truculentas superficies de la habitación. Una voz muda brama en mi oído que busque una salida a esta angustiosa presión que intenta abrirse paso a través de mi cerebro, como un constante goteo monocorde que no logra otra cosa que alicatar la oscuridad del vacío.

Sombría y ausente, la llamada del fin sangra por mis oídos intentando fugarse sin perder su deslizante acento silábico, impertérrito ante la imposibilidad de susurrar órdenes claras y directas que saturen el cavernoso pálpito del pecho en su intermitente retumbar en la sien.

Su sibilante silbido solo logra pronunciar oraciones desternillantes abocadas a conducir al colapso de la mente el espíritu inquebrantable, extralimitando su presencia a un mero bailoteo por los tejados de la ciudad fluctuante.

Salpica en mil charcos reflectantes las danzantes sombras que extorsionan la seguridad del alma, conduciéndola en un vórtice de vorágines salvajes que solo pueden terminar en un seco golpe tras la precipitación que todos hemos visto en tercera persona, como meros espectadores desnortados tras la explosión cercana de una granada aturdidora.

Retumba mi cabeza en un reverberante silencio de la noche, mientras se encoge el ser del sujeto, al comprobar y ver que solo puede perder ante la incesante lucha con la cuarta pared que se salta la mente del enfermo, en un grácil juego de rotos espejos.


-Tranquilo, que aun queda tiempo. Y ya eres nuestro.- Susurra alguien desde no muy lejos,
quizás, incluso, dentro.

martes, 10 de enero de 2017

La misma historia de siempre, que casualmente no aparece en los libros

"Nos invitaron a no reabrir viejas heridas, 
como si las heridas de este país 
alguna vez se hubieran cerrado."


Porque son mis muertos los que están en las cunetas, no los tuyos;
no eres tú quien tiene que escuchar hablar a su abuela de como iba a ver a su padre a un campo de concentración,
no eres tú quien tiene que ver día a día cómo crece la miseria,
cómo la gente deja los institutos,
ver en los ojos de quien quieres la duda de si podrá pagarse un año de universidad, de si podrá estudiar, de si siquiera podrá trabajar en algo;
no eres tú quien se ve oprimido día a día,
quien sufre toda vuestra herencia,
quien sobrevive a este sistema que habéis perpetuado los mismos
                                                               que habéis perpetrado miles de salvajes actos:
torturas, suicidios, encierros y paseos sin retorno
a una vida que nos habéis obligado a malvivir,
sufriendo por no saber cómo ni hasta cuándo podremos seguir.

No nos digáis que no reabramos viejas heridas,
porque las nuestras
todavía hoy
siguen supurando.
Y es nuestro olvido obligado el que nos negamos a callarnos.

miércoles, 4 de enero de 2017

La magia de las pequeñas cosas

Con la gracilidad de la maraña de pasos, la tenue luz se cuela por todos los resquicios que adornan la pureza de Poesía, como una bella ilustración que, dibujada con el vapor del aire, susurra las palabras que todos han olvidado y pocos logran ver, mirar y leer.

Los nombres revolotean por sus habitaciones en una cálida espiral de chisporroteantes y juguetonas notas musicales de destellos iriscentes; componiendo una sinfonía de paz con un olor dulzón, como el pan recién horneado.

En su mirada se refleja la luna que brilla diariamente en su pecho, con el sumo cuidado de hacer las cosas de la forma correcta,
en el momento correcto
y sin perder de vista el equilibrio
de todo.

Corretea haciendo repiquetear en el embaldosado suelo sus ligeros pasos que dejan tras de sí la magia de la ilusión y la inocencia, a su alrededor el aire huele a chocolate, otoño y frutos secos, y su pelo ondea en el aire como el más pulcro algodón de azucar que se haya visto.

Cada lugar está en su sitio,
y cada sitio sabe que todo está en su lugar;
si no fuese así todo sería erróneamente incorrecto y eso sería algo terriblemente indebido. Se puede ser indecoroso e incluso simplón, pero indebido no;
todo debe estar en su medida justa y debida como el fluir de las palabras en una melodía sin música.

Observa todo cómo se debe hacer en Poesía, detenidamente, grabando en sus retinas cada pequeño detalle el tiempo necesario que piden; ni más, ni menos. Existe una gran diferencia entre mirar y observar y solo los maleducados se olvidan de la importancia que tienen las pequeñas cosas, y ella no es una maleducada.

Mira hacia arriba y sonríe, el viento hoy está muy dicharachero y le ha contado un chiste sobre dos lobeznos, luego le ha recitado dos versos y una canción, le ha dado los buenos días y le ha silbado el instante que es en el ciclo lunar de la Realidad. Ella ha sido cortés y ha asentido suavemente, y tras darle las gracias le ha regalado un mechón de su pelo que ha ascendido revoloteando con la misma gracilidad con que ella se desplaza sobre su mundo.

Sabe que hay mucho que hacer y queda poco tiempo para que él venga a verla cómo hace siempre cada 5 días. Ninguno de los dos falla en ese hermoso ritual no escrito.

Ella sonríe, vuelve a mirar hacia dónde antes estaba el viento, y sale corriendo, como si volase en ese universo tan suyo; debe encontrar algo que sea tan mágico como lo es un martes 13, que es equilibrado y correcto.

martes, 3 de enero de 2017

Cuando entras por la ventana de mi habitación sin previo aviso

Buenos días amor,
hoy has entrado en mi habitación de forma abierta y sin punto de sutura,
como una sonrisa que transmite calidez al corazón que la recibe;
yo estaba en cama
y tú,
supongo que en tu casa,
pero decidiste hacerme una visita express
de estas que tan bien se te dan,
y llegaste en forma de poesía
y con la fuerza del sol que entra por la ventana
me dijiste:
"buenos días",
solo eso, así de sencillo y contundente,
bueno, también añadiste:
"te quiero mucho mamor"
y yo,
tumbado,
no pude hacer otra cosa que sonreir y quedarme viendo la luz que bañaba toda la habitación
como uno de esos abrazos que me das y en los que tanto adoro perderme.
Luego desayuné,
mientras tú me observabas, con la risa en los labios y la felicidad en tu mirada,
volvimos a la habitación y nos sentamos en cama,
bueno tú,
yo me senté en el portátil y empecé a deslizarme por las teclas
intentando transmitirte todas estas experiencias.

Me detuviste suavemente,
con un gesto,
y mientras te miraba,
me plantaste un beso
en la nariz,
y yo
no pude parar de sonreir,
como me pasa siempre durante estos 448 días desde que te conozco.

Gracias por dar luz a mi vida.