jueves, 26 de septiembre de 2019

Te quiero libre, amor.

Te quiero libre, amor.

Tantas veces que pronunciamos esa palabra como un slogan,
la pintamos en paredes y letras de canciones,
en tweets y fotos de instagram,
y tantas veces que nos afanamos por repetirla,
por ver si así nos la aprendemos de memoria
y tan pocas veces
sabemos realmente lo que significa,
tan pocas veces
logramos que sean ciertas.

Te quiero libre, amor.

En la noche y en el día,
en los golpes y en las caídas,
en las victorias y las alegrías,
en lo espontáneo y en la rutina,
en la cama y tras la barra del bar desde la que me miras,
en la pantalla y tras las palabras de cansancio de currar toda la vida.

Te quiero libre, amor.

En el desconcierto y en la empatía,
en las conversaciones hasta las dos de la mañana
y en los besos de buenos días,
en la necesidad de conocernos
y en los mapas que trazamos para explorarnos,
cuando nos odiamos a nosotros mismos
y cuando aprendemos a amarnos,
cuando nos derriban las esquinas de esta inercia
y cuando como el primer encuentro nos devoramos,
cuando tropezamos y retrocedemos por miedo
y cuando nos aferramos a la mano del otro para salvarnos.

Te quiero libre, amor.

En los aciertos y en los errores,
en los dormitorios y en la soledad de los corredores,
en los viajes eternos y en las noches en las que apenas nos vemos,
en los sueños y en las pesadillas,
en los planes de futuro y en los recuerdos del pasado,
en los caminos que trazamos y los que solo supimos esbozarnos,
en todo lo bueno y en todo lo malo,
en la risa, en la risa, en la risa,
en la poesía.

Te quiero libre, amor.

En todos y cada uno de mis días.

Te quiero libre, amor.

En todos los años que componen esta partida.

Te quiero libre, amor.

En la vida, en la muerte, en el dolor y en ese abrazo en que todo se detiene.

Te quiero libre, amor.

Porque no sé bien lo qué es y lo que viene,
pero sé que quiero descubrirlo sea donde fuere que la vida nos lleve.

Te quiero libre, amor.

Siempre. Siempre. Siempre.


Como en todos los atardeceres en que volamos hasta donde el viento nos lleve.

martes, 24 de septiembre de 2019

Las cenizas de la vida se consumen sin lograr respuestas a las preguntas que nunca nos atrevimos a hacer

Despunta el alba entre los rincones de los versos
y los folios en blanco destintan sus letras buscando rincones nunca hallados
callados, como soldaditos de plomo que caminan firmes,
comprendemos que los senderos nos llevan más allá de donde nunca creímos poder llegar.

Y qué más da todo cuando la espiral te precipita a ninguna parte,
sonreímos porque es lo que queda cuando todo se inunda de tristeza,
solos,
estamos solos,
y no queda otra que asumir el dolor que nos atenaza el corazón y aprender a soportarlo,
extraer sus enseñanzas
y seguir caminando
porque las ausencias nunca se van,
pero las heridas dejarán de arder algún día,
será entonces cuando podamos resistir a todo lo que nos arrebate la vida.

Porque nos lo arrebatará todo,
ten claro que nos arrebatará todo.

Nos tatuamos la piel para recordarnos promesas
que de otro modo creemos ser incapaces de cumplir,
chillé a la libertad que siempre la buscaría
y a veces me perdí a mí mismo en este laberinto;
no es culpa de nadie,
es cosa del dolor,
pero hay que lograr sobreponerse
y seguir,
seguir porque no queda otra,
seguir porque no te puedes quedar ahí tirado en un hoyo mientras el mundo arde
y el espectador es otro al otro lado del espejo roto en mil añicos
que se clavan en las palmas de la mano.

Cuidado con los sueños,
cortan,
como cristales,
empapados de sangre,
cortan.

Solo en las derrotas logramos encontrarnos a nosotros mismos.

La caída tiene esa pureza del sufrimiento primigenio,
te desnuda completamente ante el reflejo
y solo hay oscuridad al otro lado,
revelándote todo lo que has perdido con los años,
revelándote todo lo que jamás volverá,
pero no vale la pena llorar,
solo seguir,
no vale la pena llorar.

La tristeza es un canto a la alegría,
la felicidad es una llamada al dolor,
la muerte es una constante de la existencia,
y seguir es lo que queda,
créeme cuando te digo que seguir es lo único que nos queda.

Soñamos para llegar a alguna parte
y con esas fantasías nos cortamos
una y otra vez
hasta desangrar nuestras pesadillas
y llorar por ver más allá de tanto humo,
por ver más allá de tanta vida,
por comprender que en la caída reside la razón de esta existencia de sinsabores.

Cierra la puerta a todo aquello de lo que quieras huir, hazlo si te sienta bien,
pero ten claro que jamás podrás escapar de quien eres,
jamás podrás huir más rápido que los incendios que has dejado tras de ti.

Solo somos ruinas de un mundo que se derrumba a nuestro paso,
civilizaciones más grandes han caído,
no va a caer entonces nuestro pequeño mundo que nos hemos creado
entre estas cuatro paredes agrietadas a las que llamamos hogar.

El precipicio se abre ante nuestros pies,
como sombras que persiguen nuestros pasos,
como desastres que quedan donde alguna vez pisamos,
como silenciosos esqueletos de olvido que se levantan allá donde una vez amamos volar.

La derrota tiene ese regusto a victoria,
pero es caída,
a fin de cuentas,
y creer lo contrario es engañarnos.

Sueña porque no queda otra,
pero no creas que llegarás a alguna parte con esos retazos de vida
que creíste alcanzar.

Sigue porque no queda otra,
pero ya solo quedan pedazos de escombros que se deshacen entre las manos,
como relojes de arena
que desaparecen entre los rincones de alma que es este desierto nuestro.

Sigue,
porque hay que seguir.

Pero no trates de hacer otra cosa por el camino que no sea simplemente seguir.

Sigue, sigue, sigue, así...
La soledad de este mundo nos tiene acostumbrados a caminar sin rumbo, a no saber nunca a dónde ir, a dónde llegar, a dónde mirar sin perder los pasos de nuestras huellas que quedan atrás. Sordos y mudos nos echamos las manos a la cabeza ante tanto dolor y solo logramos llorar por quienes hemos dejado de ser. Podría creer que dejándome llevar llegaré a alguna meta, pero la pregunta sería ¿Qué meta?

sábado, 21 de septiembre de 2019

Es demasiado para mí

Para la creación
nos creímos todos los cuentos
y el sol y la luna
se perdieron entre los rincones de los últimos sueños,
quizás podría escapar
o quizás no,
quién podría saberlo?
yo solo sé que yo no
y el último camino a la inmensidad ya se ha terminado ,
y el último cigarrillo ya se ha consumido,
por tanto no queda mucho
por lo que soñar y creer,
las llaves están limpias
pero no hay cerrojo que abrir
en este firmamento inmenso de lágrimas y lloros,
qué cabría esperar de la muerte definitiva?
qué cabría esperar del final de la partida?
los lamentos nos llevan por sinuosos rincones y caminos
y todo arde en mil pedazos
mientras huimos despavoridos
por no saber donde acabaremos,
los cielos solo arden en mil cenizas
y las guitarras supuran
que noche más oscura nos espera cuando levante la niebla
y el vaho se ha difuminado para echar a volar a nuestro paso,
no grites
no llores
solo ama
solo ama el inmenso vacío de tu existencia,
los poetas están muertos
y los muros han dejado de sonreír
el sol se ha apagado
y se han cerrado todas las puertas que llevaban a ninguna parte,
por favor,
ya no sé qué hacer
para terminar con este inmenso dolor que siento en lo más hondo de mi pecho,
ya no sé cómo sentir,
ya no sé,
y sin saber solo podemos seguir
mientras todos lloramos sobre los adoquines de granito de este pueblo milenario,
triste país que se ha perdido entre las aguas de los ríos,
adiós a todo,
adiós a todo lo que un día consideré estable.

Adiós mis amigos, adiós mi patria, adiós mi amor, adiós mi luz, adiós mis amigos,
adiós mi patria, adiós a mis grandes sueños.

jueves, 19 de septiembre de 2019

Dolores de muy adentro

Tengo los golpes de una vida en la mirada
las cicatrices calladas que entre las venas se esconden
entre la piel se arrastran
tengo los sueños caídos
los cuentos que yo solo me escribo
y he aprendido a tirar adelante por no seguirlos.
Tengo las entrañas de una vida
de pérdidas, derrotas y heridas
la suerte desaparecida
y las ganas de vivir enfrentándose una y otra vez
a la necesidad de sobrevivir por ser feliz.

Tengo tanta sangre y tantos moratones
que sólo me queda lamerme y caminar
porque es lo único que hace valer la pena la vida.

martes, 17 de septiembre de 2019

Los hijos del cemento

Somos hijos del cemento,
de los trabajos de 10 horas,
de los sueldos de mierda,
de la vida de miseria a la que nos han condenado.

Somos hijos del cemento,
crecidos entre mundos grises
sin poder descubrir lo que hay ahí afuera,
crecidos entre tasas y becas
sin poder llegar a fin de mes por más que uno quiera.

Crecimos en el cemento
herederos de este tiempo,
de las jornadas intensas,
de las salas de espera con colas eternas.

Crecimos en el cemento
caídos de nuestros sueños
comprendiendo que nos han engañado
y que somos carne de cañón de su emprendimiento.

Somos hijos del cemento,
del mercado laboral dinamitado para hacer más dinero,
de la sanidad asfixiada, la educación privatizada y los derechos bajo cero.

Somos hijos del cemento,
-malcriados, ofendiditos y del todo lo quiero-
de los que tenemos que callarnos y tragar con todo lo impuesto.


Somos herencia de todos obreros
a los que pudisteis callar, aplastar y enterrar bajo décadas de silencio,

pero aquí y ahora
somos pueblo

y derribaremos todos los muros
porque aprendimos creciendo en el cemento.

lunes, 16 de septiembre de 2019

90% cacao. de ese que te comes. que te comes la cabeza

No sé cuanto hará que no me siento aquí a escribir, frente a la pantalla, mientras el sol se escapa entre los rincones de la tierra como si huir no significase volver a encontrarte tarde o temprano con los problemas. Supongo que por eso todos tratamos de ser los primeros en tirar la última piedra, esconder la mano, y enseñar la otra llena de sangre, mientras nos delatamos a nosotros mismos entre los miedos que se esconden en los rincones del alma. Sorprenderse por las ciudades incendiadas tiene esa cínica ironía del que se sabe con todas las papeletas para ganar y luego prefiere tirarlas en llamas a alguna papelera, esperando a que todo estalle, en mil pedazo, de alguna forma imposible y haciendo eses en las rampas de esta fúnebre vida que es asimilar todos los desastres que dejamos a nuestro paso. No vaya a ser que todo se termine, y ahí, solo ahí, tengamos que asumir que es el final y ya no hay nuevos comienzos.

Podría tratar de encontrarle sentido a esta sarta de palabras que se diluyen entre los litros y litros de aire que nos asfixian, pero solo es un pequeño reguero maleable de pesadillas que encharcan el suelo de mi habitación, como esas manchas de chapapote que te encontrabas en la playa durante tu infancia y procurabas no tocar, porque eran fascinantes, pero también terriblemente pringosas, y ahí, una vez entrado en contacto con ellas, ya no había forma de librarse de la suciedad y la mierda,
esta que apesta en cualquier parte,
solo era posible hacerla desaparecer de la piel frotando fuerte con agua y aceite, hasta que ya no quedaba nada.

Ya se sabe, la mierda quita la mierda, los desastres implican desastres, y la mecha de la dinamita es demasiado corta como para no estallar todos en mil pedazos, en una patética cuenta atrás que comienza en el -1.

Miro por la ventana y la noche lo empapa todo, mañana entrego por fin el TFG, como en algún texto por aquí perdido en las profundidades del blog en la que hablaba de que estaba con animación y viendo vídeos de pokemon, han pasado años y las cosas poco han cambiado aparentemente. 
Aunque si miramos con un poco más de atención, 
ya no voy dejando sangre y veneno por las esquinas, 
ya no me desgarro las heridas y las cicatrices con frecuencia,
y ya no todo es un oscuro pozo de tinieblas, una espiral de decadencia, un sucio baile del que parecía imposible salir,
pero créeme, de todo se sale, hasta de la guerra
que nosotros mismos construimos en nuestros corazones
y que hacen arder el alma hasta consumirla.

Las cenizas que se llevó el viento hace tiempo que han vuelto a nosotros,
las hemos asimilado
y nos hemos creído que con eso nos volveríamos más fuertes,
   basta con creerlo, lo demás da bastante igual,
si a nosotros nos sirve... tira para adelante y no eches el freno.

Destejo palabras buscando respuestas en mí mismo a preguntas que no he formulado,
desviamos atenciones en los surcos de los sueños
y confundimos la suerte con el destino,
creyendo que no somos nosotros, el ambiente, y la sociedad,
la que marca nuestro camino
en la medida de nuestras posibilidades.

Sonreímos de medio lado cuando algo vale mínimamente la pena como para ser feliz, aunque sea durante un breve rato, saltamos de peñasco en peñasco tratando de volar y saltamos de cabeza al agua para no pensarnos las cosas demasiado y atrevernos a actuar de vez en cuando, tratando de hacerlo lo mejor posible en un mundo en el que es demasiado fácil hacer lo incorrecto. 

¿Y es que quién es capaz de tener respuestas para todo?

Supongo que por eso nos buscamos en tantas partes: en libros, en películas, en series, en destinos, en encuentros clandestinos con nuestra propia alma a la una de la madrugada; observándonos desde lo alto de las ruinas del cementerio interno que es el haber sobrevivido a tantos golpes que nos ha dado la vida. Nos buscamos y a veces nos encontramos. Y ya solo por eso todo este camino de dudas e incertidumbres vale la pena, por creer que a veces encontramos el sentido a tanto irracional sinsentido que nos come la cabeza y nos devora el corazón de a pocos, desbaratando todo nuestro mundo y derribando nuestra alma hasta no quedar títere con cabeza, solo pequeños incorpóreos que nada entienden nada les incita a buscar la certeza de su razón de ser.

Porque somos seres racionales que actuamos irracionalmente el noventa por ciento de las veces. El otro diez es cuestión de pericia, ganas y suerte, no necesariamente por ese orden, pero sí necesariamente sin ese desorden
que nos alborota el pelo cuando nos levantamos sin saber ni quienes somos,
hundidos en la miseria de una rutina que nos ahoga
hasta dejarnos hechos fantasmas de lo que fuimos,
tristes sonrisas sin sueños
que se aferran a la vida porque es lo único que han conocido siempre.

Escribo por eso, por todo esto que he dicho, no sé muy bien el qué, ni siquiera me entiendo a veces a mí mismo, y vosotros supongo que todavía menos, pero aquí estáis, escuchándome, como aprendices alrededor de su maestro, como chispas alrededor de la llama, como sueños a través del tiempo. Y sin embargo, solo somos polvo en el viento. El último lamento. Las intenciones de seguir en pie aunque nos derriben los miedos.

Vivir.

Porque es lo único que sabemos hacer: 

Seguir.

Porque es la única manera de encontrar el camino, a nosotros mismos, y con un poco de suerte a gente que te hace sentir.

En definitiva.

Porque el resultado final de todo es ser libre y feliz.

jueves, 12 de septiembre de 2019

Qué ven en mi los rostros que buscan sangre

La gloria del perdedor
la derrota en los ojos
la mirada herida de muerte que no encuentra refugio bajo la lluvia,
llanto de vida
canto de muerte
espero que todo me lleve y nada quede
salto de peñasco en peñasco esperando resbalarme
y así voy
en caída libre y sin frenos.

Supongo que es la madrugada
que el humo del cigarro ya se eleva bien lejos
pero solo el destino reparte las cartas
y el solitario ya se ha escrito a sí mismo.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Somos un laberinto entre las sábanas

Desvestiría tus dudas
y acunaría tus miedos;
desnúdame las prisas,
desempolva con fantasías mis sueños.

Besa todas mis heridas
que yo abrazaré tu infierno,
sedúceme en la noche
que yo te perrearé hasta que se pare el tiempo.


Mordería tus ansias
lamería tus pasiones;
confúndeme el hambre,
destéjeme lienzos de ilusiones.

Versa todas mis vidas
que yo excitaré tus emociones,
acaricia mis inseguridades
que yo te tatuaré la piel de mil colores.


Te construiría un refugio
y bajaría hasta implosionar tu cielo;
despúntame el alba,
desfibrílame con tu mano todos mis sentimientos.

Destroza mis muros
que yo descubriré tus rincones
eriza mi rutina
que yo te haré eterna como un poema que nunca se rompe.





Aráñame como si fuese la última vez que nos vemos.

Voz de rayo, impulso de trueno

Hambre de España,
vida de mil clamores,
dad fuerzas a quien lucha,
dad esperanza a quien vence.

Victoria de esta mañana,
gloria de mis temores,
gallarda calma que me acuna,
larga noche que se esconde.

Llamarán jilgueros y ruiseñores,
cantarán por sus amores,
y cuando la vida vive y la muerte vence
escribirán en el cielo mil poemas,
pintarán libertad con fusiles y flores.

Alzarán el vuelo los luchadores,
ondearán banderas de tres colores,
y cuando fallen los brazos y las rodillas flaqueen,
versarán en el suelo pan y tierra,
gritarán libertad despiertos y soñadores.

Fiebre de España,
juventud de eternas pasiones,
luchad por los que nos precedieron,
venced por los que nos suceden.

sábado, 7 de septiembre de 2019

A ocho versos de distancia

Sus dieciocho versos montan en autobús.
Elena Medel



Mi adolescencia son unos acordes de guitarra en casa de Gael,
quedar las tardes de sábado con Pablo, Anxo y Arturo y sus amigos del Santo Tomé,
las caras de sueño y el frío del Santa Irene,
Bernad distrayéndome y haciéndome reír,
Maite y Raquel en teatro,
descubrir el amor a orillas del Lagares
y las tardes de los viernes refugiándonos en nosotros,
Guillermo y Nacho en el recreo en el Gadis,
las napolitanas de Plaza América,
fantasear por la ventana con la primavera,
Mägo de Oz y Kaotiko,
sobrevivir a los finales y descubrir la razón de existir,
recorrer nuestros pasos hasta llegar aquí,
los veranos en el Vao y Samil.

Mi adolescencia son las dudas e inseguridades,
aún siendo consciente de quien era yo mismo,
judo por las tardes y el Castro los martes,
soñar con el futuro viviendo en el pasado,
perseguir ideales y aferrarme a ellos,
vivir feliz porque nada valía realmente el sufrimiento,
ser joven, racional, alocado y serio,
la mirada callada y la sonrisa difícil,
Borja asomando la Ría por sus rincones
y Dinís pescando el tiempo cada día.

Mi adolescencia era recuperar matemáticas,
plantar cara a todo, a los temores y las prisas,
recorrer el monte y las aceras con Trufa olisqueando a mi vera,
la presencia fugaz de la muerte que todo se lleva,
campeonatos, concentraciones,
cine, billares y bolos,
canciones en una carpeta y cientos y cientos de fotos.

Mi adolescencia son viajes y cumpleaños,
las primeras sensaciones, los primeros besos, las primeras veces deteniendo el tiempo,
era caminar sin parar y llegar a todos lados en 20 minutos,
las cenas de instituto,
los carnavales, las actuaciones, los frontones cuando llovía mucho,
las cartas y la moneda,
el dolor, el superarse, el aprender a crecer fuera como fuera,
los discos, los cómics, los libros,
Tipo, BD y la literatura de final de siglo,
los primeros mensajes, los torpes poemas,
Tuenti, Messenger y zumbidos para que me leyeran.

Mi adolescencia son los instantes que recuerdo,
los sueños, las vivencias, los olores y las risas con los colegas,
vivir al minuto porque duraría solo dos años
y jamás olvidarnos de quienes fuimos cuando aquí y ahora estamos,
echar cuentas y ver el camino recorrido
y en definitiva sonreír,
porque a pesar de todo,
tan mal no nos ha ido.

Y eso es más que suficiente
para ser libre y feliz.

En mis bolsillos llevo siempre todo lo que necesito

- Escribo a la noche... -
Siempre empiezo igual mis poemas
como si fuese una forma certera de acabar perdido
en las sábanas durante las madrugadas
en las que los sueños se desorientan tras pesadillas sin suerte
que se confunden el tiempo entre los intentos
de lograr atrapar la sinestesia de este mundo de sinrazones.

Nunca supe donde iba a acabar,
pero tras las caídas toca levantarse,
supongo que le juré a la soledad que nunca le faltaría
y últimamente fallo en mi promesa sintiéndome un poco menos solo
un poco más feliz
escribiendo para dejar constancia de todo;
aunque si he de ser sincero
hubo un tiempo en que tenía miedo de estar bien
por si dejaba de perderme entre las letras y los versos
en las noches en que la oscuridad venía a visitarme.

Sácame de estos desvelos
mientras nuestros cuerpos se retuercen de placer
supongo que perecí en vida
y los muertos solo pueden seguir así,
muertos,
o resucitar mientras otros follan sobre sus tumbas.

Traté de huir y solo me encontré a mí mismo,
traté de buscarme
y solo tropecé con cientos de piedras que me negaba a ver una y otra vez.

La suerte no tiene nada que ver en esta partida de cartas
y yo aún así reparto la baraja, saco una y reviso mi mazo,
como si los retazos del viento marino todavía trajesen pedazos de botellas a la deriva,
hay gritos de auxilio que se escuchan a miles de kilómetros de distancia
y otros tan ahogados que jamás saldrán del agua,
espero no ser de los segundos
porque me gustaría ser capaz de pedir ayuda cuando la vida me supere.

Por ahora todo bien, no hay problema, no me he caído,
pero soy consciente de que por mucho que lo intente
los tatuajes no podrán mantenerme siempre en pie,
a pesar de todas las heridas y cicatrices que todavía supuran
sonreímos
con sangre circulando por el rostro,
con la mirada ciega
y los labios dibujando una media luna roja,
la rosa se ha abierto en todas direcciones
y ahora el pecho me arde como si no hubiese un mañana,
como si no hubiese un mañana.

¿Qué tendrá la poesía que a todo el mundo engatusa?
Hasta a su propio artífice de letras y marionetista de emociones.

Las arenas del desierto ya se lo han llevado todo
y solo queda un títere sin más rostro humano que su corazón,
imperfecto,
sí,
pero quizás en esa mínima imperfección resida toda su esencia.

Por si acaso yo miro hacia adelante y sigo caminando,
no quiero perderme entre la negra noche que nos cobija;
los lienzos han tratado de atrapar el instante fugaz
y las fotografías han sido demasiado lentas para lo rápido que vivimos la vida.

¿Qué harías si te dijesen que es tú último día?
Supongo que sonreír y no arrepentirme de nada,
el resto sería un absurdo que solo nos haría sentir mal
y ¿para qué sufrir innecesariamente cuando este mundo ya es suficientemente sucio por si mismo?

Eso me digo,
eso me pregunto,
a cada hora,
a cada minuto,
como un reloj infinito que parece no tener jamás final.

Escribo a la noche buscando respuestas
y están todas dentro de mí,
para eso leo,
para eso escribo,
para eso vivo,
para eso sueño,
para responderme siempre a mí mismo
y de paso lograr ser feliz.

jueves, 5 de septiembre de 2019

Quiero ser feliz

Estoy cansado de demonios y fantasmas
de noches en que las pesadillas invaden mi almohada
de sucumbir en el duelo mente contra alma
de caer una y otra vez tras infinitas caídas con la mirada velada
de no poder escapar de mis ojos de mar vidriada
de perder tantas batallas frente a la tempestad antes que mi calma
de no ser capaz de soportar la cruenta duda olvidada
de no ser quien de esquivar la irracional oleada que me atrapa
de no poder plantar nunca cara.

Estoy cansado de toda esta patraña
de incansables oleadas,
quiero hacer que el corazón sea quien me guía a otra madrugada
beber lento la cerveza de una lata
mientras las olas rompen suavemente en las arenas de la playa,
querer hojas al viento, cuidarnos los miedos,
tejer amistades que abrazar cerca y lejos,
dibujar sueños en las sábanas,
aderezar palabras en poemas que no defraudan,
destejer mi interior como una maraña de te quieros,
alcanzar las nubes y el cielo,
creerme eterno aún sabiéndome frágil instante de recuerdo,
colgar fotos en blanco y negro en las paredes de mi habitación
tocar con los dedos el sol,
tocar locuras en clave mayor,
ser feliz sin condiciones
ser feliz sin conclusión
soportar los vaivenes por ver siempre más allá
ser quien no tambalea ante el peso ajeno
quererme con pasión,
ser huracán y ciclón
ser una poesía para amar la razón,
tocarme el alma
acariciarte la mirada
colorearte la vida con dulces juegos de palabras
mientras la Ría nos cobija bajo sus alas
desplegar el atardecer ante las prisas de vivir con calma
ser libertad nunca callada
rozar la paz y delirar por tu espalda
ser un firme escritor feliz al que dolor y el sufrimiento nunca quebranta.

Ser sin tregua ni condiciones ni destierros
ser un dulce poeta que camina siendo lucero.

Destelleante luz del atardecer que bañan mis sueños.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

Canciones de verano

Cuando la vida da vueltas bajo la mirada
que nos acompaña cada madrugada
yo sé que el mundo está en calma
y no hay prisa si el sol se va
pues marcha que tiene que marchar
solo sé que sueño con volar
con llegar más allá
con soñar con la felicidad
con hacer del verano mi estado de ánimo
e ir en tirantes y las llaves en la mano
como si el futuro no fuese algo cantado
y todo se redujese a imaginarnos
con una lata fría brillando
cuando el cielo está despejado
y la arena deja huellas tras mis pasos.

Los amigos en las esquinas de la vida
sosteniéndonos en las caídas
sonriendo cada día
imaginando caminos y partidas,
castillos de naipes que nos sostenían,
no te rías si te digo que soy un verso
hago eterno el instante fugaz y pequeño
calendarios que devoramos
consumiendo el tiempo sin cuidado,
somos demasiado jóvenes como para no ilusionarnos,
ya habrá margen para superarnos
ahora simplemente vivamos un atardecer de verano
hagamos que nunca nos arrepintamos
y brindemos por nuestros sueños lograrlos.

No hay prisa cuando el sol acompañamos
y la amistad sea un vaso que beberse a largos tragos,
somos el presente que queramos
cuidémonos como si fuésemos hermanos.

No hay prisa cuando el sol acompañamos
y la amistad sea un vaso que beberse a tragos,
somos el presente que queramos
cuidémonos como si fuésemos hermanos.

¿Cómo caminar el resto del año?
Somos poetas de la vida que nos añoramos.
Locos cuerdos llenos de recuerdos para rato
sonreímos con la mirada en las manos,
surfeando el tiempo como si fuéramos insensatos
solo sabemos divertirnos aunque no queramos
es el rito que derrito como un helado
venga, démonos un baño rapidito y luego a ducharnos.

¿Qué tendrá la no rutina que nos hace emocionarnos?
Destejiendo estrellas y murciélagos,
esperando la noche como si no supiéramos
ser habitantes reconocidos e inesperados,
dame esa cerveza que de un trago la terminamos,
trajiste la toalla y no la necesitamos
solo somos fuego consumiéndonos hasta quemarnos
y para no caer dibujamos retratos
de cómo seremos cuando crezcamos,
fuimos niños callados y ahora jóvenes alocados,
es lo que tiene respirar el Atlántico
nos llena de fuerzas para largo rato,
cojamos la furgo y ardamos asfalto,
kilómetros a la espalda con los colegas al lado,
fotos de grupo y vídeos para no olvidarnos.

Volamos al soñar
y por muy poco lo logramos.
Sonríe
que hoy el mundo es nuestro y mañana ya no estamos..

No hay prisa cuando el sol acompañamos
y la amistad sea un vaso que beberse a largos tragos,
somos el presente que queramos
cuidémonos como si fuésemos hermanos.

No hay prisa cuando el sol acompañamos
y la amistad sea un vaso que beberse a largos tragos,
somos el presente que queramos
cuidémonos como si fuésemos hermanos.

No hay prisa cuando el sol acompañamos
y la amistad sea un vaso que beberse a largos tragos,
somos el presente que queramos
cuidémonos como si fuésemos hermanos.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Teorema

Compongo versos en la noche
porque es lo único que sé hacer:
hay quien puede volar
y quien lo intenta;
yo soy de ese segundo grupo
y por el camino trato de hacer lo mismo
con quienes transitan conmigo detrás.

No soy ni escritor ni poeta
solamente un pobre currante que espera
hallar la paz en esta guerra de mundo,
soy un loco y me confundo
con la libertad y las ganas,
y mientras tanto desfibro mis estanterías de libros
disparando palabras bajo luz de luna llena.

Soy un caballero sin cabeza
un jedi perdido en esta farsa,
el peñasco solitario sobre el que resistir de pesca,
la gresca de toda mi basca,
el pavo herido que hace eses bajo los brillos de un chupito,
el grito de auxilio de este porvenir;
creí vivir en una canción de Los Chikos del maíz
y solo fui un trapecista haciendo equilibrios
sobre un acorde solitario de Saez.

¿Qué tenemos que perder
y cuánto podemos ganar?
Es cuestión de salir de nuevo a jugar,
la torre del reloj ya vio ponerse el sol
y desde allí pude ver
como en la Batalla del Basurero vencí,
seguí más por costumbre que por ganas
y ya nada me falta
solo cicatrices a las que dar color
tras tantos años de ansiedad y depresión.

Soy la chapa que salta del botellín de Superbock,
el viento de Sagres bañado por el sol,
el vacío hermoso de los parajes alentejanos,
la saudade lisboeta
y las letras que brotan en el secarral castellano,
como si no tuviese bastante con todo lo escrito en Monte Alto,
dame tu mano para hacer de este verso un poema
solo habrá libertad cuando la paz llega
y una bandera roja ondeando bajo nuestro rostro,
sudor, lágrimas y corazón,
saltamos las olas de dos en dos y esquivamos las balas,
supiste que había felicidad y amor
y no lo soltaste hasta que aprendimos a soñar,
escribí este verso para al fin volar
y todo lo demás dejó de existir
solo quedábamos los dos por siempre jamás.

domingo, 1 de septiembre de 2019

Versos valientes

Trato de destripar las palabras con la facilidad de un poeta que se desnuda el pecho mientras se rompe a tiras toda la piel de este cuerpo. He recorrido universos tratando de buscarte como Axel a Roxas y he resultado ser un puñado de demonios incorpóreos, un ángel tratando de hacer lo correcto en un mundo en el que es demasiado fácil equivocarse.

¿Qué tendrá esta vida que no se nos permite tener otra?
Y así vamos,
destripando finales,
saltando de abrazo en abrazo tratando de aferrarnos a esta soledad que siempre nos invade.

Solo soy como ese pobre palestino expulsado de su suelo quemado,
disparo ráfagas de palabras a quemarropa por dolor
y la quemazón me hace arder el corazón.
Las calles empedradas tienen ese encanto del pasado,
salto de roca a peñasco
para sentarme en todo lo alto
dominar el cielo y volar
como una foto lista para instagram.

Soy Atlántico y eternidad,
un verso desnudo que jamás regresará,
la magia del mar
como un vendaval
que nos lleva siempre más allá.
Hoy tengo la paz y la calma,
ya tendré otro día la gloria
mientras tanto me quedo con la risa fácil
de una poesía que remata
en lo alto de la red

¿qué es lo que se va al otro lado del muro?
Solo somos cuervos rotos levantando sus alas para rozar el firmamento.

Pásame esa cerveza que no nos pare nadie
ya la muerte vendrá
pero hoy importa el aquí y ahora:
vive deprisa, muere joven,
y el humo del cigarro que se consume en el cenicero
de esta tesis que es la vida,
no hay otra salida para la indignación
que plantar cara a las adversidades:
si quieres cambiarlo todo
empieza por este sistema,
el resto viene solo como un haz de rayos gamma
surcando el estrecho a hombros del Granma.

Vaya prisas que nos entran cuando sabemos que todo se termina
¿por qué no viviremos esta vida como si fuese el último día?

Sufrir en silencio en vano es algo que solo Itachi podría lograr
el resto seremos pobres esqueletos muertos
si queremos ser héroes en este mundo infecto
en el que nos disparan continuamente publicidad
para caer y fracasar.

¿Qué hay de verdad en una primavera floreciendo
si solo en el destierro del otoño podremos renacer y soñar objetivos nuevos?

Tengo las manos manchadas de sangre,
pero perdonarse es de sabios
y camino para pasar de largo su bandera,
la nuestra es roja, amarilla y morada
y lleva la palabra libertad en la frente bordada.
Trato de ser poeta del pueblo
y solo logro ser una huella digital
que se esconde entre los miedos
de este sistema infernal,
supongo que ese es el aliento
que nos queda cuando queremos
ser mejores de lo que creemos,
dame la mano y juntos creceremos,
el resto es sonreír, cuidarnos y querernos.

¿Qué tienen de verdad los cuentos?
Yo creo más en lo cierto de las leyendas
que en la moral que tratan de imponernos,

seremos vientos llevando futuro a todos lados
y sin saberlo ni esperarlo
los años pasan de largo,
mirar hacia atrás tiene su magia
pero en el horizonte está el verdadero camino
y el resto es solo ilusiones en la cueva de Platón,
no hay patrón que pueda acallar esta voz,
y Bizancio tiene más de verdadero y libre
que cualquier otro imperio olvidado.

¿Y ahora qué queda?

Pasa página y tira de lado
que a lo largo de todo este tiempo
he aprendido a distinguir
entre quien me quiere bien
y quien solo busca sangre de los corderos,
somos valientes cuando soñamos
en una pesadilla en vida
de la que no nos protegen ni las sábanas.

Spoiléame todos los finales,
pero nunca me digas
cómo llegamos a estos giros argumentales,
me importa el camino
como causas y consecuencias que perviven por sí solas,
que la baraja de naipes se reparta esta partida

que aún queda vida por delante para rato
sonrío de lado y remato
este poema de triste soldado
que sueña con ser salvado
por la poesía del aroma Atlántico:
dame siempre tu mano
que ya la luz la encuentro en la paz veraniega del atardecer lusitano
recuerda esto:
siempre habrá libertad al calor de tus labios.