sábado, 7 de septiembre de 2019

En mis bolsillos llevo siempre todo lo que necesito

- Escribo a la noche... -
Siempre empiezo igual mis poemas
como si fuese una forma certera de acabar perdido
en las sábanas durante las madrugadas
en las que los sueños se desorientan tras pesadillas sin suerte
que se confunden el tiempo entre los intentos
de lograr atrapar la sinestesia de este mundo de sinrazones.

Nunca supe donde iba a acabar,
pero tras las caídas toca levantarse,
supongo que le juré a la soledad que nunca le faltaría
y últimamente fallo en mi promesa sintiéndome un poco menos solo
un poco más feliz
escribiendo para dejar constancia de todo;
aunque si he de ser sincero
hubo un tiempo en que tenía miedo de estar bien
por si dejaba de perderme entre las letras y los versos
en las noches en que la oscuridad venía a visitarme.

Sácame de estos desvelos
mientras nuestros cuerpos se retuercen de placer
supongo que perecí en vida
y los muertos solo pueden seguir así,
muertos,
o resucitar mientras otros follan sobre sus tumbas.

Traté de huir y solo me encontré a mí mismo,
traté de buscarme
y solo tropecé con cientos de piedras que me negaba a ver una y otra vez.

La suerte no tiene nada que ver en esta partida de cartas
y yo aún así reparto la baraja, saco una y reviso mi mazo,
como si los retazos del viento marino todavía trajesen pedazos de botellas a la deriva,
hay gritos de auxilio que se escuchan a miles de kilómetros de distancia
y otros tan ahogados que jamás saldrán del agua,
espero no ser de los segundos
porque me gustaría ser capaz de pedir ayuda cuando la vida me supere.

Por ahora todo bien, no hay problema, no me he caído,
pero soy consciente de que por mucho que lo intente
los tatuajes no podrán mantenerme siempre en pie,
a pesar de todas las heridas y cicatrices que todavía supuran
sonreímos
con sangre circulando por el rostro,
con la mirada ciega
y los labios dibujando una media luna roja,
la rosa se ha abierto en todas direcciones
y ahora el pecho me arde como si no hubiese un mañana,
como si no hubiese un mañana.

¿Qué tendrá la poesía que a todo el mundo engatusa?
Hasta a su propio artífice de letras y marionetista de emociones.

Las arenas del desierto ya se lo han llevado todo
y solo queda un títere sin más rostro humano que su corazón,
imperfecto,
sí,
pero quizás en esa mínima imperfección resida toda su esencia.

Por si acaso yo miro hacia adelante y sigo caminando,
no quiero perderme entre la negra noche que nos cobija;
los lienzos han tratado de atrapar el instante fugaz
y las fotografías han sido demasiado lentas para lo rápido que vivimos la vida.

¿Qué harías si te dijesen que es tú último día?
Supongo que sonreír y no arrepentirme de nada,
el resto sería un absurdo que solo nos haría sentir mal
y ¿para qué sufrir innecesariamente cuando este mundo ya es suficientemente sucio por si mismo?

Eso me digo,
eso me pregunto,
a cada hora,
a cada minuto,
como un reloj infinito que parece no tener jamás final.

Escribo a la noche buscando respuestas
y están todas dentro de mí,
para eso leo,
para eso escribo,
para eso vivo,
para eso sueño,
para responderme siempre a mí mismo
y de paso lograr ser feliz.

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