viernes, 30 de junio de 2017

Eran los últimos 7 días del verano

Entre los rincones del finiquito
pude ver dónde acabar con tanto desquicio,
con tanto resquicio desde el que ver el vacío,
            que si me tiro acabo con todo
y seguir a estas alturas
es vicio.

Que ya no queda sitio para tanto autosuicidio,
que las cuentas en el calendario no dan
y que sé que el final
a corto plazo
es lo mejor para acabar sin más este sutil reemplazo.

Que repaso y hago números,
pero el crepúsculo me ha pillado de imprevisto
y en un visto y no visto
he subido hasta lo alto
de la torre del reloj,
marcó las 12,
a la de 1,
a la de 2...
y de forma intencionada o sin saber evitarlo
me precipité hacia atrás
                                       consciente del daño.

Que ya no había tiempo en las agujas intermitentes,
que los retazos de sueños surcaron mi mente,
y confundí realidad con imaginación,
ficción con verdad,
y como una película en la que aún queriendo no se puede participar,
vi como la vida la vivían los demás,

y yo,
como una centelleante luz del atardecer,
solo pude permanecer
quieto
y dispuesto
a ver
todo este juego en el que yo nada pude hacer.


En la villa de los crepúsculos vi el futuro, el pasado,
y todo,
todo,
pasaba siempre para mí de largo.


A pesar de que hice amagos por cambiar todo lo anhelado,
resulté ser solo una carta, 
un recuerdo en el borrador, 
una tecla de delet que acabó con todo lo diseñado

 con prisa y sin dolor.

jueves, 29 de junio de 2017

Creo que hay un ángel que juega conmigo a la ruleta

En noches como esta
el sueño me abandona y me acorrala
y la almohada no quiere saber nada de mí,
y como David Martín la mente me taladra,
una y otra vez,
recordándome que la escritura es el único refugio para el alma desolada,
Y condena,
siempre condena,
porque la poesía y el cultivo de la letra
Es la única vía de escape
a la vida muerta,
Al eterno castigo de no tener camino de vuelta,
consciente de que lo único que queda
es un constante torbellino hacia la inercia,
hasta caer a un pozo sin fondo que nada alberga,
Dolor,
Soledad,
Martirio,
gris tormento que desprecia
Todo.

Y lo peor de todo,
es que ya son las 3 de la tarde,
y en mi cabeza da igual,
porque solo hay negrura sea la hora que sea.

Ya saldré con vida cuando la funeraria a por mí venga.

Batlle siempre me ha recordado a batalla, supongo que por su espíritu incansable de luchadora

"Nosotros no somos de madre capitalista. Nosotros somos de madre obrera."


Avanza por el pasillo con el sumo cuidado de los pasos indecisos que buscan pisar sin caer, sin perder el equilibrio al borde del precipicio que es el vacío del fin de la memoria. Y yo, al verla alejarse así cada vez que me da las buenas noches, como que intento hacer memoria por ella, y recordarle continuamente a qué día estamos, qué instante de la semana es mañana y preguntarle si ha tomado las pastillas, los polvos y el jarabe, en ese orden, pero al revés, consciente de que si no la regaño cada día por la cantidad de comida que sobra nadie lo hará, pero intentando hacerla entender y razonar, porque los gritos nunca sirvieron de nada para educar y ella, tirando de refranero popular lo sabe y me mira y me lo recuerda: Que por un oído me entra, y por el otro me sale.

Que la nevera nunca esté vacía, y la despensa siempre llena, supongo que es la herencia directa de una posguerra que dejó más miseria que toda la grandeza moral que nos vendieron que iban a instaurar durante la última cruzada de la cristiandad, que por desgracia, tuvo que tener lugar en nuestro país. Cuando nos sentamos a cenar y ve alguna noticia de actualidad y me pregunta que este de quienes son, y yo le digo que es Garzón, que es de los rojos, de los nuestros, de los del Padrí; y ella sonríe, se ríe, y asiente con la cabeza, y dice, como me dice cada vez que voy a una manifestación, que al Padrí le habría gustado conocerme, que era de los suyos, de los que creen que vale la pena cambiar el mundo, y yo sonrío, y le digo que lo sé, que a mí también me habría gustado conocerlo, y es verdad, a veces echo de menos no haber conocido a ese bisabuelo del que solo tengo como recuerdo un recopilatorio de prensa soviética que se llama como el satélite Sputnik, pero en castellano -los artículos, no el nombre-.

En momentos como ese, ella hace memoria y me cuenta como iba a ver a su padre a los campos de concentración, a mí me llama la atención su conciencia de la situación vivida y como no llama cárceles, sino campos, a esos lugares en los que internaron a todos los luchadores por la democracia y la libertad que cayeron a manos del franquismo. Continúo, que me voy por las ramas. Ella recuerda, y entre esos instantes de su niñez, siempre me cuenta como a veces a los presos los dejaban nadar en la playa y me cuenta, con la ilusión de una niña, como lo veía saltar desde lo alto de una cala y zambullirse en el mar. ¿Pero tú sabes la altura qué era? ¡Como diez metros! ¡Y saltaba y hacía CHAF! Acompasando la explicación con grandes gestos, para ensalzar la magnitud de la hazaña.

Otras veces hablamos de la política y me pregunta que qué ocurre en Venezuela y yo le digo que gobierna el pueblo y a los ricos eso no les gusta y ella me dice que claro, que a esos nunca les gusta, que por eso hubo una guerra civil aquí, porque los que mandaban querían seguir siendo ricos. Y se queda pensativa mirando el infinito, y como pasándolo mal al recordarlo, pero consciente de que debe contarlo, me explica como un día vinieron unos con camisas azules a buscar a su padre. Que petaron en la puerta, y su madre, les mandó a ellas y a sus hermanas esconderse bajo la cama en la habitación. Vieron sus pies, y en medio de la noche se llevaron al Padrí. Y a ellas les tocó pasar hambre, más de la que pasaban, hasta el punto de tener que comer las mondas de las patatas si no siempre, sí con frecuencia.

Cuando me lleva al cementerio yo la sostengo del brazo, sé que necesita llevarme de vez en cuando, como mostrándome los procedimientos de esa especie de ritual con el que rendir cuentas con los que ya no están, y a ella eso le hace ilusión. Y cuando lleva mucho sin ir porque ha estado mal de la pierna o de la cadera, pide perdón y les lleva las flores más bonitas que encuentra, como excusándose por haber faltado a su cita semanal. Camina con calma, me pide que coja una regadera y se dirige a la tumba de su marido, la riega y la limpia, como cuidando todas las arrugas que no pudieron envejecer juntos, hablándole en catalán y en voz baja, contándole todas las novedades, y que mira, que ha venido el vigués, el hijo de Manolo, que que grande está y cómo cuida de su abuela, que qué bien que lo pasamos juntos, que la espere una miqueta, que todavía le falta para reunirse con él.

Después recorremos el cementerio, a mí siempre me han parecido lugares fascinantes y me pierdo observando los mausoleos, las fechas de las tumbas y respirando todos los recuerdos perdidos que viven entre los que ya no están por acá. Giramos en una esquina y luego en otra, y llegamos a la antigua zona republicana, ahora es una zona más, pero siempre me ha parecido bonita la idea de que mi bisabuelo esté allí, como una forma sencilla, pero importante, de recordar que se dejó la piel en el Ebro, en la cárcel y que se salvó de la muerte por un azar del destino, porque las celdas estaban llenas y porque España necesitaba mano de obra y Franco decidió que era mejor el indulto, que ya habían aprendido a callar, aunque siguiesen gritando en voz baja y escupiendo cada vez que pasaban al lado de los del club de Hípica, que eran todos falangistas de los de camisa azul en domingo.

Y nos detenemos frente a la tumba, y otra vez la conversación en catalán, que mira tu bisnieto, que es como tú, que ojalá lo hubieses conocido, porque es de armas tomar. Y que me riñe siempre, pero lo hace por mi bien y porque me quiere, y que lo pasamos bomba juntos y que está con una chica muy riquiña y muy maja, que viene mucho de visita. Que en muy poco estoy con vosotros, pero esperad unos años más, que los quiero ver juntos. Y no lo dice, pero yo estoy seguro de que lo piensa, que no se quiere ir hasta que me vea mayor, porque para él sigo siendo un niño, de 24 años, pero un niño al fin y al cabo, y que no se puede ir hasta que hayamos reído tanto como para no olvidarla.


Y luego volvemos, y vamos para casa, o al médico, o a la farmacia, y subimos las 95 escaleras de su casa -se sabe bien ese número y siempre que puede nos lo recuerda, sobre todo al doctor y a los otros viejos que se encuentra por la calle, entre quejas que más bien son muestras de orgullo propio-.


Otras veces vamos a por helados a la Torre, uno de chocolate para mí y uno de limón para ella, nos sentamos en un banco y vemos el cielo de Coruña despejado, mientras hablamos y disfrutamos, de los cucuruchos, de las pipas, de las vivencias, de los años. Y cuando volvemos estamos agotados, sobre todo ella, pero sonrientes y pensando en qué cenar en un rato.


* * *


La Yaya, que así siempre he conocido a mi abuela, pasó muchas penurias durante la posguerra, por eso yo cuando veo la nevera llena me enfado un poco, pero no mucho, porque me doy cuenta de que todo lo sufrido bien vale el tirar de vez en cuando algún yogur caducado, que lo importante es soportar las heridas del pasado y como siempre, intentar que el olvido no nos engulla la dignidad, que bastante nos hicieron sufrir como para que hoy en día tengamos todavía que callar.

martes, 27 de junio de 2017

Más folios no significan mayor calidad, sino simplemente que hay más cosas que contar para no ahogarse con tu propia voz interna

Estoy perdido en un puñao de versos que recitarte,
de besos que darte,
de palabras con las que perderme en la noche intentando, sin éxito, invocarte,
así que no me queda otra que convocarte
como si la palabra arte no fuese solo otra forma más de dar voz
a todo lo que la poesía arremolina a tu alrededor.

Estoy hasta las tantas frente a mi ventana,
con un patio de luces que no me deja ver más allá de la oscuridad
y con las olas del Orzán acunando la noche de verano coruñesa,
como si las preguntas y las respuestas
estuviesen todas resueltas
en la brisa fresca que se cuela entre las esquinas de este poema.

Estoy dibujando mi vida con finas líneas,
con todo el cuidado que me otorga mi torpe trazo,
consciente de que si no lo hago no hay forma de dar voz a mi yo ahogado,
y mientras tanto,
jugueteo con los retazos que he ido hilando al tiempo que recojo entre páginas mi pasado.

Espero que el viaje, aunque con altibajos, sea de vuestro agrado.

Porque yo seguiré escribiendo como si todavía aspirase a ser salvado,
siendo egoísta, pero por encima de todo, conmigo mismo, honrado.

lunes, 26 de junio de 2017

Que sabemos todo, pero me gusta plasmarlo en el papel a modo de fotos

Que yo sé bien que mis ojos no son todo oscuridad, si acaso pequeñas pinceladas de sombras, de tinieblas anegadas de complicadas esperanzas.

Que tú sabes bien que yo soy todo desastres, y aún así, a pesar de todo, o quizás por todo, me acaricias con cuidado, mientras me besas mi tatu con mucho, mucho, (mucho) amor,
consciente de que dentro están atrapados más demonios que en todas las pesadillas que habitan el infierno.


Y yo, lo noto y lo siento,
Y tú, lo sientes y lo anotas,
en mi piel,
todas, todas, (todas) las sonrisas que se me escapan (se nos escapan) entre los labios desde que te conozco.

Que yo sé bien que eres la razón de mi libertad,
pero aún con todo y sin nada, disfruto cuando me recuerdas que nunca estaré solo, no mientras te agarre muy, muy, (muy) fuerte las manos al tiempo que me pierdo encontrando tus ojos.

Es verano de vivirlo frente al mar

Recompongo mis pasos ante las bifurcaciones del día a día,
deja que te escriba
que si vivo entre poesías la vida es menos fría,
y entre risas, sonrisas y rimas
encuentro el sendero que me guía hacia la próxima salida que de rienda suelta al fin de mi rutina.

Supongo que no todo es cuestión de acertar,
que a veces,
muchas de las veces,
ante las decisiones no queda sino fallar, que no fracasar,
sino simplemente probar, errar, y volverlo a intentar una y otra vez hasta con el camino elegido disfrutar.

No es fácil no darle vueltas a todo,
como un loco que gira en su propia noria de hiatos sin diptongos,
de rupturas sin puntos de sutura,
de uniones sin cordones que nos aten por la cintura,
de sensaciones sin límites, sin palabras, sin cerraduras para nuestros propios escondites.

Todo o nada,
yo que nunca he dejado de errar ante mí mismo,
tomo aire, me miro al espejo y sonrío,
consciente de que todo lo elegido me ha llevado hasta este reflejo con el que ahora me identifico,
hasta los atardeceres y versos que disparo a quemarropa
entre besos,
suave vaivén del mar sobre las rocas,
como una soga que me aprisiona hasta dar con la pintura correcta
que diluya todos mis poemas en decenas de hermosas letras sinceras.


Todavía me quedan mil formas de abrirme las heridas maltrechas,
en tres certeras brechas,
que a veces,
con suerte,
supuran paisajes y acuarelas 
con las que dar forma a todas mis esperanzas entre las que los sueños se cuelan.

domingo, 25 de junio de 2017

Seamos luchadores entre las arenas de nuestro cálido rincón que late en el pecho

Entre las noches de verano, conjugamos palabras que se pierden por los pliegues de tus manos,
con cuidado, atesoro todos los instantes en que veo la poesía pasar a tu lado
y sin haberlo esperado, me topo con todos los recuerdos como besos a escondidas en las aguas del Atlántico.

Entre los olores deseados,
recuento con los dedos todos los abrazos inesperados
y reconforto en las confortables caricias de tus labios
todas las rimas que saben a salitre y pipas con helados.

Entres los días de verano, contamos todos los pasos que hemos dado para llegar a donde estamos,
guardamos en frascos gotas de agua de todas las playas en las que nos hemos bañado,
arena de todos los rincones que hemos pisado,
aire de todas las vistas que hemos disfrutado.

Entre los colores no olvidados, dibujamos paletas con las que componer acuarelas de versos y letras,
de recomponer las ideas inciertas,
de desprender en miles de risas, cosquillas y carreras
todos los poemas que llevan de pie de página una nueva forma de convertir la vida en una cabaña nuestra.

Entre los atardeceres de verano, confundimos el futuro y el pasado
para hacer de esta estación un segundo eterno que convierta el infinito en un simple antojo según queramos,
y redefinir los trazos en decenas de estrellas que definen constelaciones que nos acunan en su regazo,
y mientras tanto, yo sigo plasmando entre tus brazos todas las reyertas a boli y folio armado,
para que el corazón solo sea otra forma de tenderte todo con tal de seguirme viendo en tu mirada reflejado,
al menos durante muchos y muchos más años.

jueves, 22 de junio de 2017

Jugamos, tropezamos, perdimos y nos caímos; y a pesar de todo, aún resistimos

Jugamos a las cartas más rápido que nuestras prisas,
escapábamos de la vida más allá de lo que nos permitían nuestras piernas,
nunca supimos dónde estábamos,
a dónde íbamos,
ni qué buscábamos,
pero por algún motivo seguíamos, como si el caminar sin rumbo fuese mejor que quedarse sentado esperando a ver como todo pasa de largo.

Tropezamos con las piedras más de dos veces,
tres, cuatro, e incluso cinco, (desacertadamente),
hasta que terminábamos por recogerla, guardarla en un bolsillo y llevárnosla para casa,
donde la colocaríamos sobre alguna repisa que nos permitiese seguir viéndola el resto de nuestros días,
recordándonos, que entre toda nuestra mierda, siempre hubo un mismo bache que nos hacía caernos continuamente. Parece que esa ironía nos excitaba sobremanera, o por lo menos nos hacía sonreír con desidia.

Perdimos la cuenta de las veces que nos masturbamos en soledad,
frente a un negro vacío que no dejaba de consolarnos,
conscientes de que sí queríamos había un final a tanto sufrimiento, aunque supiésemos que la valentía era cosa de otros,
y nosotros,
solo eramos unos desgraciados sin más suerte que la que nos vino a cuentagotas en la partida de nacimiento.

Caímos de las nubes cuando intentábamos tocar el cielo,
tampoco es que aquello fuese sitio para nosotros, pero a algún lado había que dirigir las elecciones del día a día,
y por lo que dicen en los comentarios de todas las webs de turismo,
el infierno no es muy recomendable en esta temporada,
demasiados demonios,
demasiados castigos,
demasiados fuegos que supuran como si todavía estuviesen abiertos.

¿Y ahora qué?
Nos preguntamos a cada hora frente al espejo,
¿y ahora qué?
como si nuestro reflejo siguiese siendo nuestro y contuviese en su fuero interno colecciones de todas las respuestas que yo no poseo,
¿y ahora qué?
abro los libros, los apuntes y los cuadernos asumiendo que ni yo, ni Escandar, ni los maestros sabemos que hacer con todo este puñado de dudas ardiendo.

¿Y ahora qué?
Pues ahora,
bueno,
seguir, asumir, y aguantar durante el tiempo de descuento.

Que el combate va para largo y yo, si escribo, todavía entre estertores resisto al destino.

miércoles, 21 de junio de 2017

Di los primeros pasos de mi infancia entre carreras y juegos, y entre juegos y carreras di los primeros pasos de mi adolescencia

Seguimos saltando en todos los charcos,
jugando al fútbol extremo en el barro,
peleándonos contra una pared al frontón
y escondiéndonos de los problemas como una partida de escondite en la que siempre se salva el ganador.

Continuamos jugando a la pita,
perdiéndonos en excursiones en Liméns pasando el día,
descubriendo la atracción que ejercían sobre nosotros las niñas
e intentando a veces crecer más a prisa de lo que nuestras cortas piernas nos permitían.


Permanecimos en la cárcel a polis y cacos,
triunfando al pateiro con la fuerza de nuestras manos y dos palos,
haciendo guerras de coquitos en el patio
y saltando de dos en dos las escaleras para elegir capitanes primero el que llegase más rápido.

Resistimos el calor, las notas, los sueños y las heladas a primera hora del día,
frotábamos los grifos para descongelar el agua entre risas,
nos susurramos secretos a la una de la mañana en la cama a escondidas
e intentábamos no sucumbir ante las primeras sensaciones con las chicas.



Recordamos todos los momentos por mucho que pasen los años,
las risas, las victorias, las peleas y los enfados,
guardamos en cajas de momentos todos los recreos que hemos disfrutado
y todavía rememoramos, conscientes de que el pasado se nos escapa aunque no queramos,
que siempre tendremos esos lienzos que dibujamos
entre viajes, clases y trimestres que terminaban al llegar el verano,
aunque no por ello dejaban de parecernos insuficientemente largos.



Yo me iba a dormir hace 20 minutos
y al final me he enredado con el pasado y la brisa de verano.

lunes, 19 de junio de 2017

Hay veces en que querrías arramblar con todo y arrojarlo por el cegado patio de luces

A veces la angustia existencial se revuelve en un remolino de dudas, y las cartas de la baraja revolotean en el aire como si la caída fuese a marcar la diferencia. Los poemas sirven para aliviar las penas, pero no siempre la raíz del problema se puede solucionar con una simple ristra de palabras aderezadas al gusto del consumidor. Y mientras intentamos encontrar el rumbo, el mundo continua retumbando al son de todas las rumbas que intentan extinguir las lágrimas del corazón.

No siempre sabemos lo que queremos, pero los versos se fugan conscientes de que jugar a las escondidas no va a solucionar nada. Y nada es todo lo que queda cuando el futuro se fugó en una densa niebla de incertidumbres. Dame la mano y tiremos los dados, que si hay suerte puede que tengamos otra oportunidad para apostar al todo o nada.

Cuando el cielo se nubla, el sol se va harto de intentar aliviar nuestros miedos; y no le culpo, no todos son capaces de soportar la desidia de una vida que se nos escapa entre los dedos por muchos vanos intentos con los que aspiremos a alcanzar todas nuestras metas. Y dentro de este cuarto que huele a muerto, el tiempo se detuvo, recordándonos de que la realidad no nos va a esperar siempre, a pesar de todas nuestras caídas, tropezones y decisiones.

Si la noche llora será que el poeta aún tiene algo que escupir, una decadente danza que ejercitar, una melancólica conversación con el folio en blanco, con la ventana abierta, con el humo del cigarro escapándose entre las manos; dejando a su alrededor una simple rima de suciedad con la que adornar la cotidianidad, los sueños y los puntos de fuga en busca de la libertad.

A veces la lucha por continuar nos lleva a callejones sin salida, es ahí y no en otro momento, cuando debemos mirar atrás, a los lados y saltar, escalando si es necesario para poder hallar algún lugar hasta el que llegar. Puede que el porvenir sea confuso, nebuloso y terrorífico, pero si es de tu mano, puedo todavía dar más de tres pasos con los ojos vendados, a ver si así logramos cambiar nuestro destino. Porque contigo me siento un poco menos perdido, y creo que puedo salir adelante a pesar de todos los baches y obstáculos que se topen una y otra vez conmigo.

domingo, 18 de junio de 2017

El misterio del solitario

Los pasos del camino se pierden entre los senderos comenzados por uno mismo
como gritos en el vacío,
las huellas se borran como si no hubiese forma de mirar atrás,
la partida se acabó hace rato
y ahora solo quedan miles de tiradas a los dados,
como si eso fuese a servir de algo.

Los caminos perdidos son solo ficciones en la nieve,
marcas en la arena que se lleva la marea,
caras sin sentimientos ni ideas
que te invitan a formar parte de los demás
intentando que dejes de caminar,
a ver si así dejas de molestar.

Los perdidos ríos sonríen como si el tiempo no fuese conmigo
y aunque me siento muerto
todavía tengo que seguir
como si hubiese alguna oportunidad para el acierto,
como si quedasen palabras con las que componer un lienzo,
como si, de alguna forma, hubiese sensaciones y porvenir en el fugado sino que se alía con el viento.

Los ríos malditos se confunden con el destino
y Caronte ya no quiere llevarme
como si no fuese de recibo al otro lado,
y con cuidado,
me escondo en los poemas nunca pronunciados,
en los libros nunca soñados,
en los miles de recuerdos que atesoro aunque nunca pueda volver a verlos,
y mucho menos llegar a tocarlos con los dedos.

Los malditos gritos lo destruyen todo por dentro
como un eco lejano que no deja rumbo fijo,
ni piedra en pie,
ni corazón en el pecho,
y a tientas y con los ojos vendados con miedos,
intento pisar firme aunque ya no queden templos en los que pararme a rezar por los demás,
ni por mi mismo.

Los gritos de los pasos, tiñen las paredes de fracasos,
como lemas sin letra pequeña que afirman lo que firmamos a prisas y como ciegos,
que el futuro lo devora todo
como un pasado que se revuelve en el lodo,
como un murmullo que se retuerce entre escarmientos,
como besos que se deshacen entre las olas del inmenso océano de vanos intentos.

Los pasos del camino se pierden entre los senderos comenzados por uno mismo
como gritos en el vacío
las huellas se borran como si no hubiese forma de mirar atrás,
la partida se acabó hace rato
y ahora solo quedan miles de tiradas a los dados
como si eso fuese a servir de algo.




Y el presente se convierte, como siempre, en un bucle constante que te devora sin aviso,
como una serpiente que se muerde la cola,
a ver si ahora,
ya no quedan palabras por decir,
besos que dar,
ni viajes por los que escapar,
en busca de algo,
algo que siempre existirá más allá y por lo que vale la pena soñar.

martes, 13 de junio de 2017

Vuelve a ser Martes 13

Hoy te quería escribir algo bonito,
algo,
simplemente, 
con lo que abrirte mi corazón un poquito más,
como llevo haciendo desde un martes 13 que llegó con toda la magia de un otoño aleatorio.

Hoy te quería escribir,
algo,
para decirte lo mucho que te quiero, l
o mucho que pienso en ti,
lo mucho que me paso el día soñando contigo a cada minuto del día.


Hoy te quiero escribir porque vuelve a ser 13,
y para darle un toque más bonito, martes,
y bueno,
que eres mi martes 13 favorito,
y toda mi buena suerte concentrada en una hoja de otoño
que me susurra el secreto del viento,
toda la libertad de la poesía,
todas las puestas de sol que atesoro en cajas de recuerdos.


Hoy te quería escribir algo bonito,
como siempre,
como a todas horas,
como cada vez que me siento frente a este blog,
frente a esta pantalla,
frente a esta ventana
que entrecruza las estridencias de las gaviotas con las reviravueltas de las golondrinas recién llegadas.

Hoy te quería escribir algo bonito para decirte lo mucho que te quiero,
lo mucho que te debo,
lo mucho que me das,
lo mucho que vivo, disfruto y siento desde que conmigo caminas de la mano,
dejándome que te agarre un par de dedos,
como siempre hacemos desde que tu mano me recordó a un termostato.

Hoy te quería escribir algo bonito porque es martes 13,
y se acerca el verano,
y a Trufa eso le gusta,
porque la podemos llevar más de paseo,
a olisquear el campo,
a comer musgo
y a hacernos muchas fotos, aunque mire para otro lado.

Hoy te quería escribir algo bonito,
que resuma todas las poesías que te he escrito,
las que te sigo escribiendo,
las que te escribiré,
aunque sé que es imposible porque jamás seré capaz de expresar todo lo que siento,
todo el amor que ya no me cabe en el pecho,
todas las sonrisas que me arrancas a todas horas,
todos los días,
todos y cada uno de los momentos que vivimos y viviremos.

Hoy te quería escribir algo bonito,
así que lo resumiré en un te amo,
un beso en la nariz
y un abrazo,
me acurrucaré a tu lado,
cerraré los ojos,
y me dejaré llevar en los sueños a tu lado.

Hoy te quería escribir algo bonito, y amor,
sigo sin lograrlo,
solo espero que no te canses nunca de mí,
porque crecer contigo es el mejor regalo que nunca me han dado.

Soñemos,
vivamos,
sonriamos,
y ojalá en mil viajes diferentes ver las puestas de sol mientras cada día un poquito más nos enamoramos.

sábado, 10 de junio de 2017

Juego de luces y sombras bajo un cielo de ceniza

Los libros son espejos del alma, solo vemos en ellos nuestro propio ser.

Quizás por eso somos capaces de reconocernos, de soñar, de llorar; de hacer nuestras todas las historias que nunca nos pertenecieron, de sentirnos parte de todas esas vidas que solo pudimos aspirar a rozar con la punta de los dedos, aunque fuese de refilón y soslayo.

Nunca supimos quienes fuimos, pero los libros nos mostraron quienes queríamos ser; supongo que por eso buscamos encontrarnos en los demás; como si reconstruir el pasado nos brindase la oportunidad de salvarnos a pesar de nuestros errores.

Siempre esperamos refugiarnos en otros, conscientes de que quizás así, seamos capaces de rescatarnos a nosotros mismos y a nuestros propios pasos.

viernes, 9 de junio de 2017

Las imágenes que no nos pertenecieron son las que nos desvivimos por comprender

A veces, nos desvivimos tanto en los sentimientos que olvidamos lo que realmente sentimos. Nos perdemos tanto en la mente que olvidamos lo que pensamos. Nos confundimos tanto con el futuro que olvidamos lo que soñamos.

A veces somos sombras que viven en tinieblas, dudas que juegan a las escondidas, heridas que nos recubren el pecho y el alma rota a trizas.

A veces tememos tanto perder que nos ciega la derrota, y miramos para otro lado como si hubiese oportunidades mucho más lejos de lo que realmente nos encontramos.

A veces, todo son trampas a nosotros mismos y por el camino habríamos podido encontrar un refugio al que llamar hogar.
Hasta que ya es tarde.
Y no hay vuelta atrás.

jueves, 8 de junio de 2017

No seré yo el que lleve la contraria al destino (it ain't me)

Se nos quedaba la vida pequeña ante la larga lista de sueños que teníamos por cumplir. Parecía que no había nada que se nos resistiese,
y el mundo era un gran mapa de caminos a seguir.


Pero los planes pocas veces salen como esperamos y pronto comprobamos que estábamos hechos para el fracaso. Las horas ya no eran nuestro refugio y el viento solo soplaba en nuestra contra esperando vernos caer.

Cuanto más crees llegar a ser, antes el cielo se nubla.
Y el nuestro solo era una tormenta interminable en la que ahogarnos.

No quiero ser pesimista ni agorero, pero cuanto antes aprendáis a estar muertos menor será el golpe contra el suelo.

Sonreíd, porque solo queda dar vueltas sin rumbo por el tablero aguardando a perder el tiempo, las fantasías y todo lo que aspiraseis a tener algún día, aunque fuese lejos.


Sigue, 
que aun quedan pasos y lamentos para sufrir en silencio.

miércoles, 7 de junio de 2017

Dicen que somos lo que leemos; yo no sé bien quien soy, pero sí sé a quien debo todos mis sueños

La historia empezó a abrirse ante mi con El código Da Vinci y Iacobus.

Zafón llegó por casualidad en un caluroso verano que me descubrió la magia del gótico.

Y Borja Arregui me enseñó a admirar la Ría.


La poesía vino de la mano de Escandar,
y el horror de la guerra llegó como la trinchera misma:
Sin novedad en el frente,
la filosofía fue algo inesperado
y El misterio del solitario un mágico juego a pensar más de lo que nunca había pensado,
Cuba y su revolución, Durmindo sobre os espellos, fueron un nuevo paso,
y con Miguel Anxo Murado comprendí la intifada en Fin de século en Palestina y la desesperación de los territorios ocupados,
La Batalla del Ebro me habló de mi pasado
y Miguel Hernández de llevar la lucha y la cultura siempre a todos lados,
Portugal, a los 16 años, parecía un lienzo de sueños, amores, y solpores siempre pensando en la Resistencia
Y toda esa mierda fue el contraste a las Alas de mar y prosa que tiñeron de otoño toda la vida.

Nunca pensé que viajaría de otra forma hasta que conocí a Aniko
y el Amazonas parecía mágico de la mano de Allende y su Ciudad de las bestias,
El Verano llegó con cierta cadencia en una época de cambios,
Tiffany Dolorido vino y con los feegles me brindaron reflexiones para un buen rato
y con cuidado, La lluvia amarilla me hizo pensar en el tiempo, el desgaste y la tristeza de no poder agarrar las pérdidas con la mano,
Auri quiso jugar a dar nombre a todo, siempre de la forma correcta y en el momento adecuado,
y Kvothe vino para soñar con mundos fantásticos, teorías, historias y relatos como hacía tiempo que no me había pasado.


Las palabras en la arena vinieron con la marea,
el viento dejó su sombra en mi brazo,
y un ángel jugó con los recuerdos de un escritor atormentado.


Vigo,
sonríe,
al ver como Rimbaud a veces es capaz de sobrevivir en el infierno durante una temporada,
y puede,
que siempre,
Vivaldi tenga la última palabra en este sincero baile de referentes literarios.



"Escribir es el arte de elegir la palabra correcta en el momento correcto."

martes, 6 de junio de 2017

Las cosas no han cambiado, a pesar de todo

"Te enfadarías, todavía más si cabe al ver que soy
con mucho
el peor de los desastres que arrastré contigo."
Escandar Algeet

Todavía señalo frases que me flipan en los libros con pequeñas marcas de papel,
sigo perdiendo horas frente a la pantalla,
dejando toda la ropa por la habitación tirada
y recordando entre paisajes rotos          todos los momentos en los que jugamos a ser otros.

Aún encuentro la gracia en las pequeñas chorradas,
contando chistes malos,
escribiendo puñados de versos en cientos de hojas que pierdo por cualquier lado
y jugando a las escondidas con la idea de hacer con mi vida algo.

A pesar de todo no he cambiado
y sigo siendo el mayor de los horrores con los que te has encontrado,
aniquilando sueños con mis propias manos
y escondiéndome del futuro como si eso fuese a solucionar el pasado.

No sé si querrías ver que sigo igual que cómo me habías dejado,
arrinconado frente a los textos en los que me desangro,
leyendo todo lo que cae frente a este desgraciado
y arrastrando al infierno a todos aquellos que se detienen a buscar luz en mi interno fuero atormentado.

Sigo, todavía, 
             -vaya-
siendo el mayor de los desastres que te presentaron.

Entiendo que al verme quieras pasar de largo.

lunes, 5 de junio de 2017

Repito un estribillo, como Redbud tree, intentando plasmar la esencia

Las rimas
se escapan entre los dedos en cada vano intento por atrapar el viento,
la poesía
se funde en miles de atardeceres que dibujan acuarelas de sueños,
el arte
juega a las escondidas con cada uno de sus besos,
y la música
revolotea en su mirada como los reflejos del mar que se confunden con el tiempo.

Siempre he pensado que no existe salida para la oscuridad,
pero en cada uno de sus sonrisas he visto brillos
resplandecientes,
rayos
de sol,
que contienen toda la fuerza de la luna,
toda la calma del otoño,
toda la fragilidad de una hoja con saudade.

Siempre he pensado que seguir adelante es cuestión de suerte,
de una tirada de dados que juega a ser espejo,
cuando todo es cuestión de un abrazo,
unas palabras,
unos cuidados,
y todo lo demás es mirar al futuro y echar pa´lante
como si una conversación aleatoria escribiese en un muro:
"Estamos intentando cambiar el mundo,
juntos."


Siempre he pensado que no había felicidad más allá de tres pasos,
y de algún modo,
tú me lo has demostrado, todo lo contrario,
que hay amarillos en cada paseo diario,
verdes en cada campo en el que tirarnos,
y morado,
en cada filtro que usamos para analizar presente, porvenir y pasado.


Siempre he pensado que no conocería alguien como tú,

gracias por demostrarme,
tantas veces,
que estaba equivocado,

y que nunca dejarán de sonar los acordes por los tejados.

sábado, 3 de junio de 2017

Llegó, a lo largo de toda su vida, con tres heridas, a las que dio voz con todo su amor antes de que la muerte llegase para llevarse sus días sin razón

Llegó con tres heridas
por bandera,
una en la frente,
otra en la espalda,
y la última y más profunda,
en algún rincón de su alma.

Llegó con tres heridas,
con tres cuchilladas certeras
que marcaron el tiempo que pasaba a lo lejos,
mientras el viento del pueblo
se llevaba todos los rayos a algún lugar donde todo cesa.

Llegó con tres heridas
y la mirada nublada,
el amor destrozado a kilómetros de distancia,
la cárcel en su corazón y la prisión
en lo más hondo de todas sus ideas.

Llegó con tres heridas
y el puño sangrando
entre las trincheras como la poesía
entre cunetas de olvido y visiones muertas,
con campos inundados
de desesperadas imágenes de agonía,
de horror,
de olvido,
de terror.

Llegó con tres heridas,
y aunque todavía quedaba vida,
¿qué vida quedaría sin la libertad para vivirla?
¿Dónde está la esperanza
cuando la sangre que nos baña las entrañas
es mucho mayor que cualquier victoria derrotada
que hubiésemos podido aspirar a alcanzarla?

Llegó con tres heridas,
la muerte de la vida
que se escapaba como el amor,
la muerte del amor
que reconstruía legados de vida,
la vida del amor
que se confundía con la muerte del día a día y de la razón.

Llegó con tres heridas,
con las fuerzas rendidas,
con la fe desaparecida,
con la memoria del perdón en algún paredón perdida.

Llegó con tres heridas,
con tres heridas llegó,
y mientras todo lo soñado murió,
el amor de su vida seguía esperando a que ganase la batalla al dolor.

Llegó con tres heridas,
con tres heridas llegó,
una por bandera en su mente,
otra física en su voz,
y la última
y más profunda
en algún rincón de su corazón.