Melancólico, difícil de entender, romántico...
Definirse a uno mismo no es fácil, supone un ejercicio complicado, pues la búsqueda de la palabra idónea es el arte de la dialéctica.
Viajero incansable y fotógrafo por necesidad de recordar. Soy un pobre chico que da tumbos por la vida mientras camina buscando a su amor perfecto.
Recordar el pasado es imprescindible y la sensación de vacío y gusto se llama saudade.
Ideas claras y escala de valores forjada con los años, luchar es no rendirse nunca y ser fiel a uno mismo.
Definirse a uno mismo no es fácil, pero es el mejor ejercicio para conocerse a uno mismo.
viernes, 27 de junio de 2014
martes, 24 de junio de 2014
El Palacio de Cristal
El viento se colaba por las rendijas y tonteaba con las
corrientes de aire jugando a componer melodías graves que recordaban al órgano
de la capilla de su colegio.
Avanzaba despacio, guiado por una especie de halo de luz que
serpenteaba a través de chispas azules. Cada poco tiempo, el fuego fatuo se
detenía y desaparecía para reaparecer de nuevo a escasos metros de donde él se
hallaba.
Pocos minutos después, una estructura gigantesca digna del trabajo de un titán se alzaba frente a él. El Palacio de Cristal era una
reliquia del pasado, de un siglo en que la industria textil emergente había
afianzado la posición económica de la nueva burguesía catalana. Construido como
centro de ocio para las reuniones y fiestas de la clase dominante, había
conocido su mejor época hace décadas. Ahora, tras el hundimiento de esas
familias, y la posguerra, el Palacio de Cristal había sido abandonado;
convirtiéndose, así, en un esqueleto de vidrieras que dejaban traslucir la luz
a través de sus cristales semiopacos a causa del polvo del tiempo y la
vegetación salvaje que poco a poco se ha ido hacienda dueño del lugar.
Guiado incesantemente por el fuego fatuo, se internó en la
boca de la cristalera. El lugar era mucho más lúgubre de lo que
exteriormente semejaba. Su esplendor pasado solo se reflejaba en las pocas
imágenes de las vidrieras que habían sobrevivido al paso de los años.
Al poco, llegó a otra habitación, en la que, para su
sorpresa, descubrió que el Palacio de Cristal no era ese lugar idílico que los libros describían. Colgando del techo, había cientos de marionetas fabricadas
con un material, aparentemente, muy semejante a la carne humana. Se acercó más
y comprobó que sus primeros temores eran fundados, pues algunas de las figuras todavía
goteaban sangre; recordando, a todo aquel que se acercase, que hubo un tiempo
en que habían sido humanos de verdad.
De repente, un halo de aire helado hizo desaparecer el fuego
fatuo y cerró las puertas de golpe. Como si de una señal del mismísimo infierno
se tratase, las marionetas giraron bruscamente la cabeza en dirección al
intruso, mientras mostraban unas dentaduras que podrían haber sido alguna vez
de un lobo. Instantes después, guiadas por una fuerza sobrehumana, comenzaron a
avanzar en dirección al único ser vivo de la sala.
Horrorizado, echó a correr hacia las puertas, pero estas,
probablemente forzadas tras el golpe de viento, se resistían a abrirse.
Augurando al intruso que pronto sería uno más, otra de esas figuras del
averno. Recordando que el Palacio de Cristal se cobra todas las almas que osan
internarse en su reino de sombras y muerte.
miércoles, 18 de junio de 2014
Saudades del alma
"Curioseando en la Ría desde una vida de saudade. La vida está hecha de palabras escritas en la arena que marcan compases que solo recuerdan lo que nunca sucedió".
A veces el tiempo marca su propio ritmo y por mucho que te empeñes no podrás controlarlo sin resultar dañado. En esos momentos lo mejor que puedes hacer es coger la bici y pedalear fuerte para intentar ganarle la batalla al olvido. Es en esos paseos cuando acabo a orillas del mar o en un punto alto desde el que se abarca toda la Ria con la visión. El mar, valiente cuando quiere y calmado cuando da tregua, es el único que sobrevive a los relojes de arena.
Es en esos momentos de calma, con la sinfonía del viento arrullada por el silencio de la Nada, cuando puedes disfrutar de la melancolía y saborear sin miedo la saudade. Porque como dijo Manuel Bello en la patria lusitana allá por el 1660, la saudade es ese "bem que se padece e mal de que se gosta" (bien que se padece y mal que se disfruta). Pues cuando la sientes sufres pensando en todo lo que tenías y jamás volverás a tener, pero al mismo tiempo no puedes dejar de sentir ese estado de ánimo, pues es una droga que cuando su miel toca los labios de tu alma no podrás nunca más volver a dejar de saborearla con el corazón.
Porque aunque el pasado duele, cuando tienes miedo a lo desconocido como me ocurre a mí, siempre es mejor refugiarte en lo que tuviste y soñar con recuperarlo algún día.
Y es que el espíritu humano es una luz en busca continua de respuestas, su combustible, mientras te conjugas con otras llamas por algún tiempo para intentar ver más lejos en la oscuridad; por eso buscamos relaciones y amistades, por eso estamos vivos. Hasta que al final, los caminos se separan y solo queda el recuerdo de lo que no fue y pudo llegar a ser.
Porque la vida está hecha de palabras escritas en la arena que marcan compases que solo recuerdan lo que nunca sucedió.
A veces el tiempo marca su propio ritmo y por mucho que te empeñes no podrás controlarlo sin resultar dañado. En esos momentos lo mejor que puedes hacer es coger la bici y pedalear fuerte para intentar ganarle la batalla al olvido. Es en esos paseos cuando acabo a orillas del mar o en un punto alto desde el que se abarca toda la Ria con la visión. El mar, valiente cuando quiere y calmado cuando da tregua, es el único que sobrevive a los relojes de arena.
Es en esos momentos de calma, con la sinfonía del viento arrullada por el silencio de la Nada, cuando puedes disfrutar de la melancolía y saborear sin miedo la saudade. Porque como dijo Manuel Bello en la patria lusitana allá por el 1660, la saudade es ese "bem que se padece e mal de que se gosta" (bien que se padece y mal que se disfruta). Pues cuando la sientes sufres pensando en todo lo que tenías y jamás volverás a tener, pero al mismo tiempo no puedes dejar de sentir ese estado de ánimo, pues es una droga que cuando su miel toca los labios de tu alma no podrás nunca más volver a dejar de saborearla con el corazón.
Porque aunque el pasado duele, cuando tienes miedo a lo desconocido como me ocurre a mí, siempre es mejor refugiarte en lo que tuviste y soñar con recuperarlo algún día.
Y es que el espíritu humano es una luz en busca continua de respuestas, su combustible, mientras te conjugas con otras llamas por algún tiempo para intentar ver más lejos en la oscuridad; por eso buscamos relaciones y amistades, por eso estamos vivos. Hasta que al final, los caminos se separan y solo queda el recuerdo de lo que no fue y pudo llegar a ser.
Porque la vida está hecha de palabras escritas en la arena que marcan compases que solo recuerdan lo que nunca sucedió.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)