jueves, 21 de junio de 2018

La herrumbre recubre las ruinas de nuestra mirada (cubierta de hojarasca amarilla)

    El silencio se abre paso entre la soledad de la noche. Las casas del pueblo se levantan inertes, como pobres mausoleos de otros tiempos en los que la decadencia se abrió paso a través de toda su estructura ósea. Reina el silencio en el pueblo y el viento corre atravesándolo de un lado a otro sin mayor obstáculo que los remolinos de hojarasca amarilla que levanta tras de sí, como un cementerio abandonado que nos remite a una época pasada y de la que ya no queda nada más que los gritos ahogados del reloj de arena.

    El silencio se abre paso entre la soledad e la noche. Y los últimos latigazos de sol ser pierden entre las cumbres nevadas que otean el horizonte como gigantes de piedra que revelan la constante firmeza del pasado, cuando el pueblo aún tenía vida, y aún tenía gente, y aún tenía nombre. Cuando sus habitantes tenían todavía calendarios con los que regir el tiempo y ritos y costumbres a las que aferrarse para sobrevivir en el día a día ante este duro paisaje alpino que permanece aún hoy inmutable tras los siglos que alimentan las eras.

    El silencio se abre paso entre la soledad de la noche. La luz de la luna se cuela entre los resquicios de las nubes que dejan entrever sinuosas estelas de sombras cristalizadas bajo una neblina de tibieza azulada. El pueblo se yergue olvidado a su paso, devorado por marañas de hiedras y zarzas que trepan por las paredes y las resquebrajadas ventanas que miran al visitante ajeno con una lastimera sombra de ruptura entre los cuarteados cristales estallados en mil pedazos por el frío glaciar del alto invierno pirenaico.

    El silencio se abre paso entre la soledad de la noche. Y como una fiera hambrienta despedaza a sus víctimas con la condena de convivir con las ausencias hasta nueva vista de juicio frente a la muerte. En su caminar los pasos que no deberían estar allí le guiarán hasta la iglesia. Manifiesto expreso de que ya ha pasado la hora de este rincón perdido en la nada. Y sus campanas repiquetearán en silencio cuando una ráfaga de viento vuelva a levantar esa cortina amarilla de hojas ante sus ojos. Repiquetearán en silencio, como hacen sepulcralmente desde hace años, como hacen desde que los valles son los únicos habitantes de un pueblo ya sin nombre que vio huir a su gente ante la oleada de olvido que se desató décadas atrás, cuando cúmulos de casas como este se convirtieron en muestras vivientes del anacronismo en un siglo XX decidido a buscar el progreso en las ciudades. Y pueblos como este quedaron sin vida, sin gente, sin nombre; y ahora las campanas solo repiquetean en silencio cuando el viento pirenaico inunda las laderas de las montañas.

    El silencio se abre paso entre la soledad de la noche. Los últimos rayos de sol hace horas que se retiraron, incapaces de alcanzar estas altas cotas, y ahora la oscuridad reina en sus dominios sin tierra. Dueña de un pueblo ya sin nombre, sin gente, sin vida; que ha visto como sus últimas décadas de existencia eran una lenta agonía que ponía en manifiesto su triste anacronía. Y el viento levanta remolinos de hojarasca amarilla ante el visitante extranjero, que vaga sin memoria por un pueblo que tiempo atrás había sido de su abuelo y ahora no es más que un esqueleto inerte que se descompone ante la alfombra de líquenes, musgo y zarzas que devoran las casas a su paso. Mientras el olvido corrompe el silencio y el óxido despedaza los hierros como termitas en las pocas vigas de madera que se sostienen todavía en pie.

    El silencio se abre paso entre la soledad de la noche. Y el visitante ajeno observa el pueblo sin nombre mientras la ausencia le taladra desde las puertas entreabiertas que se resisten a perecer ante el viento pirenaico que asola con su soledad las noches de invierno y las tórridas tardes de agosto. Mientras los valles prosiguen su pesado y lento ritmo de vida geológico y el río del fondo de la garganta serpentea resquebrajando las laderas con su fría mortaja alpina; lengua de hielo, caricia de sol; bajo un manto de bruma constante que recubre todas las noches el valle al caer el sol.

    El silencio se abre paso entre la soledad de la noche. Las casas del pueblo se levantan inertes. El visitante que no forma parte del paisaje rompe con su presencia el hechizo de ausencias que pervive día a día en el pueblo sin vida, sin gente, sin nombre, desde hace más de una década; cuando se dio definitiva cuenta de que era un mero anacronismo dispuesto a desaparecer para siempre entre la constancia del tiempo. Y entre remolinos de hojarasca amarilla que levanta el viento que desciende las laderas de los Pirineos, el visitante foráneo, extranjero, ajeno, observa impasible al olvido la casa que una vez fue de su abuelo. Ahora vacía, ahora olvidada, ahora inundada por la soledad de un anacronismo viviente hasta que el último habitante del pueblo cayó muerto.

    El silencio se abre paso entre la soledad de la noche. Y el visitante permanece quieto. Como las montañas. Como los valles. Como el río. Como el viento. Como la soledad del silencio que se abre paso en la noche en un pueblo que no recuerda ni su propio nombre ahora ya perdido en el tiempo.

    Y el visitante permanece.

    Y la soledad de este cementerio se pierde entre los remolinos de hojarasca amarilla que vuelan en silencio.

* * *

    El silencio se abre paso entre la soledad de la noche. La luz de la luna levanta sombras cristalizadas pues hace horas que el sol abandonó estas laderas debido a la altitud alpina. Y el visitante ya no es visitante porque ha comenzado el camino de regreso mientras serpentea los valles como el río encajonado al fondo de las montañas guiando el sendero. Camina en silencio aferrando el tiempo entre sus dedos. Recordando el esqueleto sin vida de un pueblo sin nombre que una vez fue de su abuelo.

    Y atrás quedan las campanas que repiquetean en silencio y las casas vacías con sus puertas entreabiertas que son devoradas poco a poco por las zarzas, por las hiedras, por el óxido, por el viento; por remolinos de hojarasca amarilla que cubren con su manto los líquenes que devoran los recuerdos.

    Y atrás queda el anacronismo de un pueblo sin vida, sin gente, sin nombre.

* * *

    El silencio se abre paso entre la soledad de la noche.

miércoles, 20 de junio de 2018

Pasado que no se olvida es presente que se hace eterno

El tiempo no cura las heridas. Solo las recubre. Las endurece. Las enquista hasta llegar al punto en que son meras costras cicatrizadas que ya no duelen. Pero no, el tiempo no cura las heridas.

A veces el tiempo se desdobla en instantes y mientras el mundo gira a nuestro alrededor la mente se escapa lejos, muy lejos, y se deja llevar por los recuerdos propios y ajenos
hasta llorar.
Porque el tiempo no cura las heridas. Solo hace que duelan un poco menos.

¿Dónde estarás?
Espero que estés donde estés no dejes de estar orgullosa nunca de nosotros. De él. De ella. De mí. De todos.
¿Dónde estarás?

Tengo miedo de olvidar. De olvidar tu voz, tus expresiones, tu risa. Tu mirada de niña risueña que dejó atrás la infancia demasiado pronto y la resucitó al vernos llegar hace ya 25 años. Y no nos cansamos nunca de vivir desde esa
y ser felices
que, a fin de cuentas,
es lo importante en esta vida.
Que bastantes penalidades se pasan como para aún encima no intentar ser feliz.
Y eso lo sabías tú bien. Que sobreviviste a un triunfo y 36 años de derrota.

¿Dónde estarás?
Te encuentro entre las líneas perdidas de una voz que se duerme poco a poco mientras olvidamos, aunque sea sin quererlo.
Te encuentro entre la niebla de los recuerdos. Con la volatilidad de un instante que se puede esfumar como si fuese humo,
o permanecer
eternamente.

¿Dónde estarás?
Nos hemos acostumbrado a estar solos, aunque las heridas ya no duelan, aunque soportemos la ausencia, pero por mucho que nos acostumbremos... El tiempo no cura las heridas.

¿Dónde estarás?
Me repito,
siempre que puedo tus historias para no olvidar. Para que el silencio impuesto no haya ganado la partida. Para no perder la poca dignidad que nos queda y hacer honor a la memoria.
Me repito siempre que puedo tus historias. Para que el olvido no cubra nuestras miradas con el color de la derrota.
La última y definitiva derrota. La única que llegará a valer la pena al final de todo. La de hacer suya la historia.
No, que nuestro nombre no desaparezca en la historia.

¿Dónde estarás?
Me repito mientras me prometo no olvidar.

Y a pesar de ello tengo miedo
a olvidar
a caer yo también en el tiempo.
Porque el tiempo no cura las heridas. Pero sí las cicatriza.
Y yo no quiero que las cicatrices tapen los recuerdos con la neblina de la duda de no saber si estos recuerdos son falsos y jamás existieron, o son realmente verdaderos.
No. Definitivamente no quiero. Y tengo miedo. A olvidar tu risa. Tu mirada. Tu forma de pronunciar mi nombre. Y tu emoción por años contenida al contar una y otra vez tu historia.
Para que perviva.
Y ser eterna.

Porque recordar es otra forma de supervivencia.

Hay que sobrevivir para no olvidar.
Y por eso a pesar de todos los golpes y caídas me he prometido sobrevivir
porque resistir es poesía
Y yo no pienso olvidar ni olvidarte.

Me lo repito una y otra vez para creérmelo y no dudar de mis capacidades.

¿Dónde estarás?
¿Dónde estarán tus pasos por el pasillo que ahora está en silencio?
¿Dónde estarán tus buenas noches y tus besos?
¿Dónde estarán todos los años que hicimos nuestros?

¿Dónde estarás?
Y miro a los lados
y veo como pasa el tiempo. Pero el tiempo no cura las heridas. Y quizás tampoco lo quiero.
No quiero olvidar así como si tal cosa tus recuerdos.
Y por eso me los grabo a fuego y me marco la piel
porque lo que vive con el cuerpo se impregna en el alma y resistirá al tiempo
porque resistir es poesía
Y tú ya eres inmortal en versos
en recuerdos
en años
en todos los instantes que recordamos y atrapamos con cuidado para que no se los lleve el tiempo.
Porque el tiempo no cura las heridas.
Y por eso me pregunto dónde estarás.
Como si lo fuese a saber.
Como si se pudiese dudar.

¿Dónde estarás?
Y yo sé dónde estás.
Estás en los recuerdos que guardamos en nuestro pecho.

Porque el tiempo no cura las heridas.
Pero aún a pesar de ello no olvidaremos
y así resistiremos.

Porque yo sé dónde estás
y tu nombre ya es eterno.

martes, 19 de junio de 2018

El silencio cuesta más que mil palabras

La espera se desgrana en instantes nunca atrapados en una mirada. Como el infinito antes de un beso que nunca llega. Que nunca llegará. Al menos no en mucho tiempo.
En el adiós.
El adiós.
Dios.
¿Qué tendrá que ver Dios en todo esto?
No, Dios no tiene nada que ver. Y ellos lo saben. Si acaso todo es culpa de Dios. O al menos en parte. Porque si existiese sería el principal ejecutor y si no, no... si no todas estas atrocidades se han cometido en su nombre.
Culpa suya. A fin de cuentas.
Y ya no salen las cuentas de cuántos adioses llevan.
Pero se dicen adiós. Sin pronunciar las palabras. Sin llegar a producirse un fino hilo de voz entre sus labios.
Adiós.
Sus miradas lo dicen todo.
Ojos mar turquesa y otoño estival.
Y ella se va.
Y él también.
Cuando ninguno de los dos se quiere mover de allí.
Pero se van.
Se tienen que ir.
Se llamará Dinís. Como la historia, como la resistencia, como la libertad.
Se llamará Dinís. Así lo han decidido.
Y se dicen adiós sin decir nada. Porque no hace falta decir nada. Se lo han dicho ya todo con una sola mirada.
Se dicen adiós. Y los dos se marchan. Con una sonrisa en los labios.
Se llamará Dinís.
Y llegará la libertad.

domingo, 17 de junio de 2018

Atrapando las vistas de un lugar bañado por el sol

En la noche del tiempo
la eternidad en calma,
el mundo pervivía
en un instante que no cesaba.

La suerte vivía
en la inesperada nevada
y copos de luz caían
mientras el sol calentaba.

En la noche del tiempo
las montañas brillaban,
el río diluía
y la estancia respiraba.

La mente sentía
en la cultivada estampa
y el alma fluía
perennemente al sentirse liberada.

A tu vera

Brilla el sol en esta tarde de junio y los pájaros dibujan estelas en el cielo, filigranas de vuelos que planean a la par de los sueños al mirar el cielo.

El mundo gira, pero tiene un color a magia destelleante, como esos atardeceres en los que perderse a orillas del mar.

Miro al fresco azul y tus pupilas refulgen cuando nuestros dedos se tocan. Llega el verano y yo cuento las horas para vernos, sentirnos, sabernos en mil instantes de calma y paz. 

Brilla el sol en esta tarde de junio y todo huele a tierna libertad.

sábado, 16 de junio de 2018

El sol brilla y la libertad juguetea con los mechones de mi pelo

Se escapa la luz entre rincones de magia
y el mundo atesora instantes con la fuerza de revivir el tiempo entre los dedos.

Me siento tranquilo y descansado, reencontrándome a mí mismo en un mundo en el que es muy fácil perderse. A veces, por un pequeño momento, creo volver a ser el que era, volver a sonreír sin pedir perdón, volver a sentirme libre y bien con mi propio ser. No dura eternamente, pero estos días ocurren con más frecuencia que menos. Y eso creo que por ahora es bastante.

No siempre he sabido donde está el camino correcto. Y no siempre lo he tomado. Pero de aquí a una parte creo que voy con cuidado y paso diestro por donde debo. Y todo parece ir bien por ahora, espero que siga así durante muchos kilómetros. Me siento bien como va discurriendo todo.

He tenido miedo a muchas cosas, al presente, al pasado, al futuro; pero como que últimamente he aprendido a convivir con el tiempo sin sentirme culpable por perderlo, por atraparlo, por intentar jugar con él, a pesar de que siempre he estado subyugado por su presencia. Y desde que no me siento culpable, no van las cosas tan mal.

Diría que incluso van bien.

Por lo menos bastante bien. Más bien que lo mal que han ido últimamente.

Espero que todo siga así.

Mientras tanto intento convivir conmigo mismo y volver a respirar en paz. Sin esa presión en el pecho que se había hecho tan habitual y me impedía sentirme mínimamente libre. Ahora respiro y sueño. Y eso es mucho. Mucho más que a lo que estaba acostumbrado.

Solo deseo que todo siga así por mucho tiempo.

Me vuelvo a sentir como hace años. Más joven. Y es bonito.

La luz se esconde por los rincones de la magia
y el mundo atesora instantes iriscentes con la fuerza del revivir del tiempo entre los dedos,
y la realidad se ha vuelto más real,
más sencilla,
más bonita,
más fácil de atesorar,
como pequeños tesoros con los que soñar.

Creo que hay mucho sendero por delante para caminar en paz y libertad.

miércoles, 13 de junio de 2018

El camino hasta ahora...

A veces soy feliz a lomos de un verso indomable
y Frontela es un tipo que caza demonios en su propio coto privado.
Temía que la lluvia me hiciese viejo
y acabé llenando de soles todo el espejo.
Así que miré hacia el Atlántico y la Ría,
aprendiendo en Peniche a coger fuerzas para resistir.
Y construí este baluarte con el que quitarnos el frío
al calor de nuestros dedos.
Y es que la poesía es,
en definitiva,
un arma al servicio del pueblo.

Mañana Generación Rota verá la luz al fin
y yo miro a mis orígenes y procuro sonreír por ella y por ti.

lunes, 11 de junio de 2018

La poesía surca Vigo

De unos años a esta parte la poesía, esa gran olvidada del mundo literario, se ha abierto camino hasta alcanzar una de las más altas cotas de venta del mercado, dominando actualmente la venta de libros entre el público juvenil.

Entre toda esta ola de nueva poesía y jóvenes poetas, la ciudad de Vigo ha logrado despuntarse como un referente indiscutible, tanto dentro de Galicia como fuera, bajo la bandera de los versos y la libertad de las rimas. Puede que sea su cosmopolitismo incipiente o el profundo trabajo de su alcalde Abel Caballero en materia cultural, pero lo que sí es cierto es que a pesar de todas las tempestades y adversidades, la ciudad olívica se ha volcado en sí misma para recuperar ese género literario tan en auge, con gran éxito podríamos añadir, como testifica la organización anual del importantísimo Festival Internacional Kerouac.

Y aún por si el olor a salitre y el aire marinero que inunda a diario las calles no fuese sucificiente fuente de inspiración para los artistas, en pleno centro podemos hallar el muro de los poetas. Un gran mural de blanquecinos y azulados azulejos, alusión directa a nuestro hermano lusitano, que llena de luz y vitalidad la ciudad gracias a la gran cantidad de versos grabados en su relieve, y que fueron brindados por decenas de conciudadanos que han querido participar codo con codo en la tarea de revitalización del panorama cultural vigués.

Y es que ya son muchos los locales y grupos poéticos que nacieron en la ciudad en los últimos tiempos y por suerte, o quizás por todas estas causas, día a día ven la luz nuevos poetas que trabajan por encumbrar esta ciudad como un faro literario dentro del maresme cultural que es esta nuestra Península Ibérica. Y en medio de esta marejada, podemos abrir las velas y surcar los mares tranquilos pues este próximo jueves 14 de junio verá la luz un nuevo ejemplo que atinge al caso que nos compete: la resurrección del género poético. Iago Barreiro Prego escoge el Café Perú para alumbrar su visceral nacimiento bautizado como Generación Rota y el relevo sucesorio respira tranquilo, pues ante este panorama de jóvenes artistas, queda todavía fuelle de sobra para arribar a puerto y pasear tranquilamente por esta ciudad que da nombre a la Ría.

Y Vigo respira tranquila bañada de poesía.


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* *

* * *


A modo de epílogo me gustaría tildar unas pequeñas notas de la ironía intrínseca del texto, por si algún lector despistado tuvo a bien creerse toda esta parafernalia de palabrería que no tenía otra cosa en mente que situar el debate en la necesidad de trabajar y fomentar la poesía, criticar irónicamente las políticas culturales del alcalde Abel Caballero, mofarse del tono pedante y sobreestimado de la élite intelectual y ya finalmente hacer difusión sin tapujos sobre la presentación de Generación Rota y el relevo generacional que se está produciendo poco a poco en esta ciudad.


domingo, 10 de junio de 2018

Quedan 4 días para la llegada de la Generación Rota

Falta menos de una semana para la publicación de mi primer libro Generación Rota y he decidido traeros un pequeño adelanto con el que hacer más llevadera la espera. Por eso en vez de dejaros un poema o cualquier otro contenido interno del libro, que en su mayoría se pueden encontrar entre las múltiples entradas de este blog, he preferido contaros un poco sobre lo que podréis leer entre sus páginas. Y para ello os dejo la sinopsis de su contraportada. Espero que la disfrutéis.


Este libro nace de la necesidad de reivindicar un mundo mejor. Es el sueño de una vida de aprendizaje, un mosaico de letras en las que abrirse en canal y con las que luchar día a día, tanto externa como internamente, para no olvidar jamás el pasado y construir juntos un futuro.
Es un intento de voz colectiva para todos los jóvenes que buscan su lugar entre tanta soledad y tristeza que bañan sus vidas, pero es también un canto a la felicidad y la rebeldía, un intento desesperado por poner las cartas encima de la mesa y decir alto y claro que se acabó el tiempo de estar callados.
Generación Rota es, en definitiva, un grito de amor, poesía y resistencia bajo un sistema que intenta ahogarnos por todos los medios.
Poemas viscerales del corazón a la trinchera.



Coma un solpor no Atlántico

As miradas enguedelladas arrolábanse co tempo, coma un amencer misturado ca maxia do solpor das súas meniñas incandescentes. O mar abranguía a inmensidade do espacio e xogaba ás falcatruadas cas rochas da beira desprendendo xérmolos de escuma branca que levitaban ingrávidas polo ar coma pingas de salitre tildadas de amor.

O mundo fugábase cas súas mans que espertaban sentimentos ate nunca vistos nin recordados. Descubríanse como os namorados que agardaron toda unha vida pra toparse e por fin, tras tan longa espera, atinan a espirse co coidado e parsimonia dun ritual repetido durante anos e anos, como se soubesen que semellante instante habería de perpetuarse no futuro grabándose a lume lento no tacto dos seus dedos e o fulgor das súas miradas.

O Atlántico agoiraba soños de liberdade. E eles dous, tras o refuxio da area e o escollo das rochas, viñan de forxar un pacto non escrito de vida, que os vincularía por ende xamais coma ninguén lograra espertar en eles esas ansias por sentir. O mundo tremolaba no exterior, e eles eran os únicos protagonistas desa historia con aroma lusitano que comezara desde o comezo mesmo do nacemento do universo e perpetuaríase ate o final, incluso, do mundo. Coma unha constante á que aferrarse en tempos de treboada.

As miradas enguedelladas arrolábanse co tempo e o sol destilaba caleidoscopios de faíscas que xogaban ás brincadeiras cos instantes de eternidade.

E eles dous desnudábanse na calor dos seus sentimentos nesa acuarela de saudade.

sábado, 9 de junio de 2018

Viajemos hasta nuestros sueños

Cojamos una mochila, la poesía y nuestras canciones
y fuguémonos a dónde comienza el horizonte.

Caminemos sin rumbo por las calles de cualquier mapa
y perdámonos por sus rincones
para encontrarnos en nuestros versos
y entre risas, helados y besos
saborear los recuerdos de las fotos que nos hacemos.

Y pisar nuevos lugares por explorar
y subir a decenas de trenes sin destino,
surcar senderos que hacemos camino
y miles de historias que contar
cuando nos sentemos a esperar el próximo autobús a cualquier sitio.

Cojamos una mochila, la poesía y nuestros sueños
y marchémonos lejos dónde los atardeceres son eternos.

Vivamos intensamente como si estrenásemos sonrisa,
ilusionémonos al vernos como cuando elegimos viaje,
y marquemos paisaje con el dedo,
de pueblo en cuerpo,
de piel en país,
probándonos en el aroma de cada ciudad.

Y lleguemos hasta donde nunca esperamos llegar,
y sigamos mucho más allá,
hasta llenar todos los momentos de una vida
en una suave fotografía
que mirar cuando estemos programando nuestro siguiente paso a dar.

Cojamos una mochila, la poesía y nuestras canciones
y fuguémonos a dónde comienza el horizonte.

domingo, 3 de junio de 2018

Libro: Iago Barreiro Prego - Generación Rota [Presentación pública]

Tengo el placer, la emoción, la ilusión y la felicidad de presentaros públicamente el próximo 14 de junio en el café Perú de Vigo (19:30) mi primer libro de poesía: Generación Rota.

43 poemas y 131 páginas de amor, soledad, rebeldía y resistencia.

Un intento de convertir la poesía en un arma al servicio del pueblo; donde pasado, presente y futuro se dan la mano para responder colectivamente a este mundo que nos ha abandonado a nuestra suerte.

Pero aún hay esperanza mientras haya voces que no se rindan y gente que luche, por eso os invito a acompañarme en este día tan especial en el que poder mostraros tantos meses de esfuerzo depositados en este libro y alguna que otra sorpresa con la que alegraros la tarde.

Espero poder veros pronto.

"Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños."