En la noche del tiempo
la eternidad en calma,
el mundo pervivía
en un instante que no cesaba.
La suerte vivía
en la inesperada nevada
y copos de luz caían
mientras el sol calentaba.
En la noche del tiempo
las montañas brillaban,
el río diluía
y la estancia respiraba.
La mente sentía
en la cultivada estampa
y el alma fluía
perennemente al sentirse liberada.
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