miércoles, 28 de septiembre de 2022

Llorando recuerdos

Hoy estoy muy triste. Me quedan apenas 5 días en esta casa y el saberme encerrado para siempre me entristece. No me agobia, no tengo ansiedad, simplemente me entristece el saber que en mucho, mucho tiempo no podré viajar porque para poder hacerlo tendré que largamente tendré que arañarle euros a modo de ahorro al reloj de arena de esta fatigosa vida.

Estoy triste por eso. Y por irme. Y por dejar atrás toda una vida que ahora estará guardada solo en las paredes de mi casa. Hace un mes soñaba con tantas cosas y ahora solo me resigno a vivir con el único consuelo y presión de que tarde o temprano debía dar este paso que todo el mundo esperaba de mí que diese.

No por ello estoy menos triste.

Mi juventud queda atrás y por delante solo queda algo que con suerte es el resto de mi vida: una larga sucesión de décadas en las que vivir para ser infeliz y finalmente morir.

¿Por qué estará tan mal visto poner final a las cosas antes de tiempo?

Nos ahorraríamos tanta, tanta, infelicidad.


* * *


Cuando estoy triste me viene un recuerdo. Lo identifico con la tristeza.

Laura y yo estamos en un parking en la Bayona francesa, ella habla por teléfono con Ana y Pablo y yo escucho feliz en parte por ella, por verla feliz, y muy triste por mí, consciente de que ya no formo parte de su vida, que en silencio y sin darme cuenta ella me ha echado de su día a día. No sé cómo ha ocurrido, pero sé que no es mi lugar porque por más que intente hablar ella me evita, me culpabiliza y me aparta de su futuro. Y yo, triste e incapaz, patéticamente me aferro a un clavo ardiendo, a que en Vigo todo irá bien, que veo fantasmas donde no los hay.

Todo es verdad. Existían mis miedos, mi dolor. Pero lo que más recuerdo de ese día es esa profunda tristeza de pura y absoluta impotencia.

Hubo más días de viaje, pero recuerdo ese día como el más triste, supongo porque esperaba ser feliz.


* * *


Nunca he vuelto a serlo, feliz, me refiero. La felicidad es un don que no se me ha concedido y mi vida es una constante insatisfacción.

Sigo con heridas. Es cierto.

Y hoy me siento muy triste y me llora el corazón.

martes, 27 de septiembre de 2022

Desde aquí no se ve nada

Yo creo que se está forzando a sí mismo, poniéndose entre la espada y la pared.
Tekkon Kinkreet -Taiyô Matsumoto



Déjate inundar por la oscuridad,
será la única forma que tendrás de sobrevivir en este barrio. 

No creo que seamos sinceros, pero ¿para qué serlo? 

Seguir adelante es cuestión de perspectiva: 
¿Eres feliz?
No.
Pero sigo vivo. Creo que con eso basta.
O al menos es suficiente respuesta.

Y miles de gotas de sangre corriendo por mi cara.

No es sudor.

Es olvido.

Solo fingí ser uno conmigo,
para luego perderme en este laberinto de tinieblas.

¡Grita!


Cuando lleguen los cuervos
ya no quedará nada de este lugar.



Llevas el rostro marcado por la muerte
y pese a todo,
aquí estamos.

Sucumbiendo ante el tiempo.


Si queréis sobrevivir aquí, debéis volveros muy fuertes.


Déjame respirar, quizás ahí haya respuestas.


Que no se te empañe el corazón...
Eso equivale a la muerte.

Observa bien...
Es el poder de las tinieblas.


Sufres porque te engañas a ti mismo.
Debes liberarte.




¿En qué crees tú?

¿En qué tienes fe?


Tekkon Kinkreet -Taiyô Matsumoto

lunes, 26 de septiembre de 2022

Me cansé

Et j´en ai marre de toi
je sais c´est dur mais c´est comme ça,
mais c´est pas moi, non c´est toi,
moi j´allais bien avant tout ça.

Therapie Taxi - J´en ai marre



Y perdí la suerte
de ti,
fingí la sonrisa
en mí,
y sé que es duro,
pero las cosas son así.

No soy yo,
pero irá bien todo yo solo.

Sé que es duro,
pero las cosas son así.

Desnorté el rumbo
y ya no sé qué hago aquí.


Este es el último día
y gané en olvidos,
sucumbí en derrotas
y no queda ya nada
para aparentar ser feliz.



Estoy solo
conmigo,
y ahora camino solo,
hacia adelante,
siempre solo.

Sé que es duro,
pero no eres tú,
era yo.

Sé que es duro,
pero no soy yo,
eras tú.

Y me salvé yo solo
con mil kilómetros en la ruta,
pensando que todo iría bien,
quitándome las dudas
a base de gasolina y chupas.

Y ya no hay más,
soy yo,
ya te lo he dicho,
que quiero ser feliz.

Y ya no hay más,
soy yo,
que quiero intentar ser feliz.

El lento paso del tiempo cuando nada más que el presente importaba

Echo de menos a mis niños de 4ème del MFR. 

Echo de menos su risa, 
pasar el tiempo hablando con ellos,
jugar al fútbol,
divertirme,
sentir el aire francés,
darles clases de inglés,
grabarlos en teatro,
sentarme a vigilarlos mientras debían ir a sus habitaciones,
los trucos de magia de Diego y su forma de hablar,
las bromas de Timothé,
el oh, oui de Braian,
el juego de ingenio de Kylian,
el respeto y cariño en silencio de Diego el futbolero,
el continuo interés de ... no recuerdo su nombre.

Las noches,
los días,
las tardes,
las mañanas.

Las comidas,
las cenas,
la breve estancia en el colegio durante el confinamiento de mi casa,
permaneciendo allí,
allí durmiendo,
pasando más tiempo del que tenía que pasar,
porque me divertía.

Las tardes caminando entre el frío y el silencio.

Me gusta el silencio de los pueblos. Viviría en un pueblo. Tranquilo. Sin más preocupaciones que el lento discurrir del tiempo. Sin mayores preocupaciones que vivir mi tiempo.

Ver las vacas pastar, los caballos, los gatos, los perros... Los pájaros en el cielo, los murciélagos dibujando la noche con sus vuelos. La vida en pause, como si nada más que el instante importara.

Sentarnos en los muros de piedra de la escuela,
viendo los tractores trabajar,
segando la hierba,
dejándola secar
en balas de heno.

Horas así,
con la música,
los tractores
y el extenso silencio en el que el tiempo no tiene prisa.

Dejándonos descansar en el presente eterno.




*
* *
* * *
* * * *




Echo de menos un poco todo eso.

Vivir allá,
en el campo,
dejando los días pasar,
cuando nada más importaba
que mi bienestar.



Había perdido muchos de esos recuerdos.

Por eso los escribo,
para no perderlos de nuevo.

El otoño ha llegado y trae frío y recuerdos

Hace frío estos días.

Hace frío estos días
y eso sumado a que estoy ordenando toda la habitación y todas las cosas de Francia que todavía me quedaban por guardar, hace que sienta unas irresistibles ganas de viajar.

Camino por las mañanas y huelo el frío aire
y siento que estoy en otros lugares,
en otros sitios.

El otoño ha llegado y la nostalgia viste el corazón.

Me gustaría estar en Francia,
hecho de menos Francia.

Va a comenzar una fase nueva en mi vida
y el vértigo me envía directamente a otros recuerdos,
a otras huellas,
a otras vidas no vividas que no pude vivir,
que no me atreví a vivir,
que solo supe soñar.

Y echo a caminar
por los recuerdos y sus senderos
y me gustaría estar caminando por los campos segados dónde el frío
comenzaría a vestir de invierno la campiña francesa,
los paisajes de animales escondiéndose,
ciervos correteando entre berreas
y conejos saliendo de vez en cuando de sus madrigueras.

* * *

Hace frío.

Y los recuerdos cobran vida en mi pecho:

La nostalgia,
el dolor,
el vacío.

El sucio sufrimiento no curado
que se niega a irse
cuando los pensamientos intrusivos
surcan veloces
mi destruida mente.

* * *

Hace frío.

Y me gustaría estar en otros lugares,
en otros sitios.

Sintiendo el otoño en los campos de colores rojizos.

* * *

Y no me malinterpreten.

No estoy tan mal.

Pero tampoco estoy bien.

Salí herido

y no sé bien cuándo las cicatrices dejarán de ser mi piel.

* * *

Hace frío estos días.






Te crees que salí ileso,
me miras y te piensas que estoy bien.
Ileso - Sharif y G Sony

domingo, 25 de septiembre de 2022

Me devora el olvido

Lo peor que me ha pasado en la vida es la ansiedad y la forma en que vivir al límite me ha hecho perder y olvidar centenares de recuerdos. He perdido meses enteros de mi vida en mi memoria, miles de instantes que me gustaría atesorar y no puedo porque pese a ser recuerdos buenos, el dolor que siento por todo lo malo que había alrededor me impide permanecer mucho tiempo en esa evocación. Mi mente, desesperada, me pide huir y así, me resulta imposible saborear todos esos momentos que podrían alegrarme el alma.
Sufro por no poder vivir mis recuerdos. Me entristece cuando tengo un pensamiento fugaz y durante unos segundos lo recuerdo, porque pese a sonreír, inmediatamente se ven envueltos por un torbellino de oscuridad. Una densa nube negra los devora y solo queda el dolor, la tristeza y el malestar. El puro sufrimiento de que todo era bonito y de repente todo fue puro y simple dolor. El vacío mirándome directamente a los ojos. Y yo incapaz de hacer nada por evitarlo.

Sufro por mí. Por quién fui. Por quién soy.

Sufro por seguir anclado a esa versión de mi mismo que me impide ser feliz, porque ser feliz sería huir desesperadamente hacia adelante y no regresar jamás. Sin perdones, sin segundas oportunidades. Simplemente lanzarme hacia mis sueños y nunca jamás mirar hacia atrás.

Y no puedo. 

Una parte de mí me dice que no puedo.

Y así sigo.

Sufriendo.

Incapaz de revivir todos mis buenos momentos vividos
para permanecer
por siempre
en el asfixiante dolor
del triste recuerdo.

Sufriendo.

viernes, 23 de septiembre de 2022

Construyendo hogar

Pasito a pasito
abriendo senderos,
construyendo caminitos,
dejándonos llegar
a la felicidad
entre nuestros dedos.

Pequeños retazos de abrazos,
besitos sinceros,
futuros que forjar
con trabajo y esmero.

Dejándonos llegar
a dónde nos lleven los sueños.

Dejándonos llegar
a dónde sea como elegimos querernos.

Con cuidados,
comunicación
y afectos.

Desdibujándonos los miedos
bajo el calor de nuestros cuerpos,
de nuestras palabras,
de nuestros actos que son espejos.

Viéndonos
vulnerables
ante los pasos que nos atrevemos.

Lanzándonos
a cometer actos
que pocos nos llamarían cuerdos.

Construyendo hogar
inseguros, pero eligiéndolo.

Construyendo paz
frágiles, pero con el corazón abierto.

Pasito a pasito
abriendo caminitos,
porque queremos llegar
a dónde el otro nos impulse
a soñar más y más lejos.

Que suerte es
con implicación y trabajo
querernos.

Noches del Orzán

Noches brindando gestas,
reviviendo tiempos,
caminando por los senderos de los sueños
que ebrios de alegría
nos afanamos por acariciar
sin ser siquiera capaces de sentir el roce en nuestros dedos.

Gotas de sudor cayendo
como gotas de cerveza
que resbalan por la Superbock
que nunca
por más que bebas
se termina de terminar.

Pidamos una,
pidamos otra,
pidamos otra y otra más.

Brindemos por nuestra libertad
en esta noche eterna sin final,
bajo niebla y salitre del Orzán.

lunes, 19 de septiembre de 2022

Frente al folio en blanco solo trato de escapar

Entre los resquicios de nuestras vidas
tratamos de adelantarnos al futuro, 
construyendo recuerdos de a pocos,
sin saber bien cuándo
se sienta la línea que marca
la ligera diferencia entre alguien que lleva toda la vida
y alguien que lleva unos instantes.

¡Como si importasen exclusivamente el número de años!


Y yo me siento frente al ordenador. Hace sol. Y calor. Y yo ahora mismo querría estar en la playa haciendo recuento del tiempo, del verano, del tiempo que ha pasado, de cómo he cambiado. O incluso mejor, querría estar en el campo de trabajo en el que debería estar, si no me hubiese tocado trabajar. Que también digo, para trabajar apenas una hora y media al día, ya me podía haber tocado empezar en octubre. Pero bueno, así es la vida, una constante disonancia entre lo que toca y lo que te gustaría.

Y me resigno pensando eso. Porque bastante infeliz eso ya me hace.

Y ojalá viajar. Es lo único que pienso cada día. Desde que me despierto hasta que me acuesto. Que ojalá viajar y no estar aquí, en este presente que por resignación y falta de decisiones me ha tocado vivir.

Y es que me gusta mucho viajar en otoño, sentir los países cambiando, las ciudades desvistiéndose para ponerse de largo, los árboles deslizando sus hojas y estrenando a sus pies mantos de colores, las primeras heladas, los primeros copos, las primeras noches escapando el vaho entre los rostros.

Y no sé en qué momento bien me empezó a gustar viajar en esta época. No sé si fue a principios de octubre de 2015 en Madrid o si quizás fue por las calles de abrigo de Nantes a finales de octubre de 2016. No sé si quizás fue en Irlanda o si quizás fue en Rumanía y Amberes. O definitivamente en Francia por la costa Atlántica de La Rochelle antes de que nos confinaran por segunda vez.

No lo sé.

La verdad es que no lo sé.

Pero me gusta perderme por las ciudades en otoño con sus miradas de frío y las castañas por los rincones, Portugal subiéndose las bufandas, Vatra Dornei entre montañas cárpatas, Amberes entre el frío de la champaña flamenca, Dublín entre focas y noches que te envuelven sin darte cuenta. Y Nantes. Y Nantes. Y Nantes. Dibujando estelas de sonrisas entre el acento bonito de esa ciudad.

Y yo no lo sé.

Pero solo quiero escapar. 

Coger el coche un fin de semana e irme a recorrer kilómetros y kilómetros por Portugal.

Saltar a un avión y ponerme en un par de horas en Sants.

Huir de esta asfixiante rutina y cruzar el mar hasta Irlanda, Escocia o quizás más allá.

Viajar.

Solo viajar.

Solo quiero eso.

Ir cada vez más lejos

y soñar más y más.

sábado, 17 de septiembre de 2022

Feliz libertad

Solo estoy yo,
yo mismo,
mis sueños
y la ruta.

Y creedme,
creedme,
CREEDME,
cuando os digo
y aseguro
que es indescriptible.

Un chute de adrenalina
como diría Maxi,
como parafrasearía Borja.

Un ataque de vida
directo al alma,
un intento de prisas
por arañarle al calendario
páginas y páginas.

Atesorar futuro
en el presente de mis dedos.

Llenarme de sonrisas,
pintarme de ilusiones el rostro.

Reír, reír, reír,
sin parar
hasta lograr saber
que todo lo puedo volar.

Abrir mis alas
y dejarme llegar.

Ser solo yo,
yo mismo,
mis sueños
y la ruta.


Viajar:

esa es la definición para mí
de felicidad
y libertad.

miércoles, 14 de septiembre de 2022

El desacompasado compás de las lágrimas que no fui capaz de derramar

La tristeza se desgrana por los rincones de mi alma,
la soledad
de saberme vacío
me asola
en este anochecer
en que nada queda,
en que solo la vida me resta
instantes de sonrisas,
prisas por vivir.

Se apaga el minutero del reloj
marcando la una,
las dos,
llegando al final,
sin saber cuál será el siguiente paso a dar
en todas las decisiones que no tomé,
en todos los caminos que por omisión pasiva me tocó vivir.

No hay principio,
no hay forma de salir,
la ansiedad lo corroe todo,
hasta los recovecos mismos del pecho
y me artesona el alma
como vidrieras rotas y sin color,
ruinas de otros tiempos
que se agolpan en esta contrarreloj que se apaga al vivir.

¿Cómo he llegado hasta aquí?
¿Cuándo dejé de sonreír?
El mundo dejó de brillar
y solo puedo llorar
por querer huir de este sufrimiento constante
que me ha tocado vivir.

¿Tú elijes hacer esto?

Allá donde esto me lleve, allá elijo ir. Yo elijo. Yo elijo hacer esto.
La corona de hielo - Terry Pratchett



El mundo son historias: historias que contamos, historias que nos contamos. Historias que moldean la realidad a nuestro antojo hasta hacer de ella lo que nosotros queramos. Y ahí, en esas historias, siempre hay quien debe hacer lo que se debía hacer. Las responsabilidades, ahí residen el núcleo de las historias, saber qué hacer cuando llega el momento de hacerlo.

Saber elegir nuestros caminos. Hacerlo. Aunque no sepamos el destino. Pero asumir lo elegido. Asumir que una vez comenzado ese camino, debemos recorrerlo hasta el final, allá donde este nos lleve.

Yo elijo. Yo elijo hacer esto.
Yo elijo mi propio camino.

Es el camino que elijo.


Porque hay veces que ves claro en tu cabeza cómo debe salir todo. Y basta con hacer lo que se consideró que debía hacerse. Y si así fue, probablemente estuviera bien hecho. Dejarse llevar no basta. Hay que tomar las riendas de nuestra vida, de nuestro sendero. Tomar conciencia de allá por dónde pasamos, allá nos construimos. 

¿Seríamos los mismos si no hubiéramos vivido lo que hemos vivido?

Es hora de asumir las responsabilidades de lo elegido.

Porque en eso consiste todo. 

En las historias.

En las decisiones.

En las responsabilidades.

En hacer lo que se debe hacer y cuando se debe hacer. Aunque nadie quiera hacerlo. Aunque nadie pueda hacerlo. Porque somos nosotras quienes debemos asumir eso.


Depende de ti. Siempre depende de ti.


Yo elijo. Yo elijo hacer esto.
Yo elijo mi propio camino.


Es el camino que yo elijo.

martes, 13 de septiembre de 2022

Quemando rastrojos

El triste suicidio del loco
que nada encuentra
que con nada me topo.

Baile desquiciante
que atesora tesoros,
que rompe los ojos, 
que arranca disfraces que esconde sonrojos.

Ya no hay nada más allá del distante reflejo de otros
sueños que mirar
entre resquicios del cristal
hecho polvo.

Añicos de tiempos remotos.

No somos nosotros.

Soliloquios enfermos
que circundan pedazos pretéritos
que teníamos en las manos
hasta perder el norte
entre cristales sin cerrojo.

No mires atrás
cuando llegue el loco.

Ya se terminó el desaire
ya no hay pataletas de sonrisas
en este calendario de olvidos
y folios en blanco quemando rastrojos.

lunes, 5 de septiembre de 2022

Ya no queda nada en este baile de ruinas hasta el amanecer

Trato de aferrarme a la tristeza desesperadamente
porque quizás así encuentro más sentido a las sonrisas,
caricias en las lágrimas,
ruinas entre los sueños...

Intento por todos los medios poner remedio sin acierto
a las desesperadas palabras que se acaban
cuando ya no nos queda nada entre los dedos,
seremos eternos... mentira,
no seremos nada...

simples recuerdos.

Simples recuerdos que dejar atados
bajo llave,
candado
y una caja aprueba de navajas
en lo más profundo del dormitorio,
debajo de las cajas,
para que ni siquiera en las más patéticas madrugadas
pueda buscarte
sabiendo que encontrarte
sería reconstruir las mayores miserias
que me pesan
como interminables piedras
que nunca se acaban.

Ya no quedan balas
para callar a disparos
mi mente alocada
que no se calla
por mucho que pasen los años.

Ya no quedan balas
para olvidar la esperanza
que perdimos
entre las tristes tardes de verano
que nunca terminaban.

Ya no queda nada...

Ya no queda nada...


Solo la vana y eclética desesperanza
que aguarda triste,
herida,
apagada.


Ya no queda nada.