lunes, 5 de septiembre de 2022

Ya no queda nada en este baile de ruinas hasta el amanecer

Trato de aferrarme a la tristeza desesperadamente
porque quizás así encuentro más sentido a las sonrisas,
caricias en las lágrimas,
ruinas entre los sueños...

Intento por todos los medios poner remedio sin acierto
a las desesperadas palabras que se acaban
cuando ya no nos queda nada entre los dedos,
seremos eternos... mentira,
no seremos nada...

simples recuerdos.

Simples recuerdos que dejar atados
bajo llave,
candado
y una caja aprueba de navajas
en lo más profundo del dormitorio,
debajo de las cajas,
para que ni siquiera en las más patéticas madrugadas
pueda buscarte
sabiendo que encontrarte
sería reconstruir las mayores miserias
que me pesan
como interminables piedras
que nunca se acaban.

Ya no quedan balas
para callar a disparos
mi mente alocada
que no se calla
por mucho que pasen los años.

Ya no quedan balas
para olvidar la esperanza
que perdimos
entre las tristes tardes de verano
que nunca terminaban.

Ya no queda nada...

Ya no queda nada...


Solo la vana y eclética desesperanza
que aguarda triste,
herida,
apagada.


Ya no queda nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario