reviviendo tiempos,
caminando por los senderos de los sueños
que ebrios de alegría
nos afanamos por acariciar
sin ser siquiera capaces de sentir el roce en nuestros dedos.
Gotas de sudor cayendo
como gotas de cerveza
que resbalan por la Superbock
que nunca
por más que bebas
se termina de terminar.
Pidamos una,
pidamos otra,
pidamos otra y otra más.
Brindemos por nuestra libertad
en esta noche eterna sin final,
bajo niebla y salitre del Orzán.
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