la soledad
de saberme vacío
me asola
en este anochecer
en que nada queda,
en que solo la vida me resta
instantes de sonrisas,
prisas por vivir.
Se apaga el minutero del reloj
marcando la una,
las dos,
llegando al final,
sin saber cuál será el siguiente paso a dar
en todas las decisiones que no tomé,
en todos los caminos que por omisión pasiva me tocó vivir.
No hay principio,
no hay forma de salir,
la ansiedad lo corroe todo,
hasta los recovecos mismos del pecho
y me artesona el alma
como vidrieras rotas y sin color,
ruinas de otros tiempos
que se agolpan en esta contrarreloj que se apaga al vivir.
¿Cómo he llegado hasta aquí?
¿Cuándo dejé de sonreír?
El mundo dejó de brillar
y solo puedo llorar
por querer huir de este sufrimiento constante
que me ha tocado vivir.
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