martes, 28 de mayo de 2019

El castillo entre la bruma

Allá tras la ventana
se alza la bruma de la noche
de los castillos flotantes de sueños
que semejan inalcanzables a cien metros sobre el suelo,
y en la frente de la melancolía
la compañía bella
deambula por el camino que abre la niebla
podríamos tratar de atrapar la luna
y los poetas siempre creen ir más allá
pero solo pueden jugar a modelar la realidad,
la mesa de placer se ha abierto en mil pedazos
y los retazos de los espejos
nos reflejan caballeros sin cabeza
la eternidad solo nos hace gritar
cada vez más alto
como si Dios pudiera escucharnos
en su tétrico baile de sombras
títeres sin cuerdas que aciertan a fallar
dados sin final
trucados con infinitos resultados sin importar
sus seis lados
cuidado con tropezar cuesta abajo
solo hay tierra para los muertos
y el resto tendremos que seguir caminando
hasta que ya no haya gritos entre la eternidad
hasta que ya no haya bruma tras la que intentar ver
el castillo construido sobre la luna
solo es un sutil poema intentando ser más de lo que pudo llegar a soñar,
y sobre la luna por favor
llévame a gritar un poco más,
como si todos los sueños tuvieran salida
para esta triste partida
de dados trucados
de mazos de cartas con comodines olvidados
de ristras de cenizas revoloteando por todo lo alto
hasta posarse en nuestras pestañas de azufre
y la noche se sacude el frío
y la mirada vidriada
supura palabras sin anestesia ni calma
y ya no hay pausa
para las nubes que surcan el cielo
sobrepasando todos los sueños
levitando a más altura del suelo de la que pudimos aspirar
y sin cesar no hay final
para esta carta sin destinatario
la tabla se abre en mil esquinas sin cuidado
como una figura de papel
que revolotea sin lograr ver
dónde podrá deslizarse para caer
sin entrever
que ya no habrá tez
que refleje la luna perdida
entre los jardines prohibidos
sin acertar a soplar retales del pasado
los caballeros sin cabeza
blanden sus espadas, sus miedos y sus incertezas,
jugando a los equilibristas
por un trozo de parcela
entre la niebla
del castillo de la bruma,
la luna se esconde desnuda
como un poema que supura
poetas de altura
saetas de estrellas que se fugan
sortilegios caídos de arena,
tiempo que gira y se desliza
en los relojes sin cuerda,
recuerda que la cosecha espera
y mientras
en el castillo de la niebla
los poetas aullan a la luna
tratando de confundir a los sueños con sus propias letras
ya no queda guerra
para lograr la paz que inunda y anega
todas las lágrimas de las miradas de poemas
de los caballeros sin cabeza
que sueñan con morir en el castillo de la niebla
cubierta por la bruma de la luna nueva.

miércoles, 22 de mayo de 2019

Nos bebimos el mar y ahora solo queremos toda el agua

Estoy tumbado en cama
lanzándote mensajes en una botella
por ver si río abajo
te llegan estos pedazos de sueños

con tenerte arqueada la espalda y la boca entreabierta

ya estaría en el cielo
pero solo tengo tus fotos y recuerdos
y algún que otro pañuelo en los que dejar correr los te echo de menos.

A través de una pantalla
la distancia entre mis dedos y tu mejilla es la misma,
supongo que por eso me acerco tanto a la cámara
por acortar días de distancia hasta el Encuentro.

En mayúsculas
porque ahí mis versos saben a poco
y la vida habla mucho
y todas las poesías que me monto en mi cabeza
no son nada comparado a ti

esa es la magia

una ristra de segundos a 25 fotogramas por minuto
como la distensión del infinito en tus ojos
y el eco de tu risa suspendido en el aire

y yo

cayendo en amor
  callándonos a besos
    colándonos al viento
      comiéndonos el mundo como si fuese todo nuestro.


Así es nuestro cuento
un atardecer en el que querernos.

martes, 21 de mayo de 2019

Tengo astillas en lo que debería ser mi corazón hecho añicos

Siento la ausencia en lo más hondo de mi pecho
comprimiéndome,
apretándome,
tirando de mi hasta lo más profundo del pozo,
por mucho que manotee tratando de mantenerme a flote.

Soy el extranjero de Camus,
perdido y denostado,
en su propio mundo interior,
porque el exterior le rechaza y repudia
por ver los monstruos que ellos mismos han creado.

Ya no tengo a dónde ir,
ni a dónde volver,
solo un eterno e infinito páramo sobre el que desplomarme cuando llegue el final.

Y mientras tanto,
polvo y polvo y polvo
tras de mí,
revoloteándolo todo,
sacudiéndolo,
ensuciándolo,
para tratar de no ver los recuerdos a los que aferrarme cuando me siento tan solo.

Con tal de poder regresar
a dónde ya no hay nada.

Política de tierra quemada a mi paso.

Hogueras exteriores
para no apagar
la incansable llama
que arde en lo más oscuro de mi pecho.

Ya no escribo desde un quinto piso
y ya no hay verso al que volver para regodearme en Monte Alto.

Solo un triste vacío
que me ahoga y asfixia
sin haberlo querido ni planeado.

Dejadme llorar,
y entre lágrimas
abrir las supurantes venas de mis brazos.

lunes, 13 de mayo de 2019

Bochornoso calor nocturno

La noche de Lisboa es puro bochorno, y no hay quien duerma con ese pastoso calor de humedad de río. Aún por encima el sueño no viene a mí, pero la vista y la cabeza están cansadas, así que solo puedo estar aburrido tumbado en cama, sin hacer nada útil ni medianamente interesante, pues leer se torna en una actividad absurda al no enterarme de nada más allá de las tres primeras líneas. De modo que aquí estoy, aporreando el teclado, escribiendo sobre el calor de la capital lusitana, a más de 25 grados en la madrugada.

domingo, 12 de mayo de 2019

No hay prisa en la Ría cuando el sol se va

Giro en una rutina de desenfreno
me encuentro con el momento sumergido en el recuerdo
mar de salitre en un océano de paz
dónde queda la libertad
cuando todo consistía en vivir otro día
como si no hubiera mañana
y el ayer ya se quedó allá atrás
me busco sin parar
tratando de encontrar
todo lo que un día me atreví a soñar.

Relajado en la playa al atardecer,
las miradas que se escapan al vernos crecer,
hablando en un camping hasta las 3 de la mañana,
o tirado en la hierba observándonos a nosotros
dejando que el tiempo vuele en Ortigueira,
las noches de fiesta y alcohol,
las orquestas en las fiestas de pueblo que no tenemos
los barrios son nuestro orgullo y ejemplo,
ya veré lo que me espera
cuando sea la hora de echar cuentas,
mientras tanto acelera y quema rueda
que aún somos jóvenes como para fumarnos el viento.

Las tardes en cualquier parque o banco,
asaltando al amor sin esperarlo,
o fantaseando con la guerra en la cama y la paz de dormir a tu lado,
podría hacer una lista de repasos,
pero prefiero sonreír y brindar por lo logrado.


No hay prisa cuando el sol se va
ya nadie nos puede olvidar,
brindo por soñar,
y rememorar,
y que nadie nos espere cuando todo vuelva a girar.

La vida en la Ría
sigue cada día
huyamos de la rutina
y asaltemos a risa armada otra sonrisa.


Pásame esa copa, tío,
que todavía queda camino hasta el amanecer,
otra vuelta sin saber dónde caer,
del Orzán al Playa sin perder
el rumbo entre tanto grupo por el que deambulo
saludando a unos y otros
como si no nos hubiesemos visto, vaya locos,
debatiendo caña en mano en el Faluya hasta agotarnos,
y volviendo luego a Monte Alto con el sol saludándonos.

Vivo por el camino en busca de una vía rápida,
evitando pagar peajes para que nada me detenga,
esperando una noticia nueva,
una nueva treta,
una nueva manera de vencer al tiempo que tras la resaca se recupera
y hace cuentas por las horas soñadas,
me mudo del mundo real a las palabras,
te destejo filigranas,
duermo tirado en la arena de la playa,
y hago de tus piernas mi trinchera y almohada,
simplemente ¡vuela!


No hay prisa cuando el sol se va
ya nadie nos puede olvidar,
brindo por soñar,
y rememorar,
y que nadie nos espere cuando todo vuelva a girar.

La vida en la Ría
sigue cada día
huyamos de la rutina
y asaltemos a risa armada otra sonrisa.

No hay prisa cuando el sol se va
ya nadie nos puede olvidar,
brindo por soñar,
y recuperar
todos los momentos en los que nos sonreímos al descubrirnos despertar.

La vida en la Ría
sigue cada día
huyamos de la rutina
y asaltemos a risa armada otra sonrisa.


Temo que la lluvia me haga viejo
por eso he llenado de soles todo el espejo,
sucumbo al exceso
flirteo con el dolor y el miedo,
y escribo versos para llenar la pared de tiempo y deseos.

Podría repartir la baraja,
al uno o al gilipollas
para que nadie se caiga
de esta pista sin frenos que es el verano sin emergencia ni salida
podría desdibujar la rutina,
por lograr atinar otra partida
y que todo sonría
pues ya solo quedan por delante 3 meses de fantasías.

Dormito en la finca con un libro en mano,
boli bic y libreta para atrapar el verano,
la gorra para que el sol no nos pille despistados
y kilómetros a la espalda quemando carretera de tu mano.

Me echo la mochila al hombro,
perfilo mapas de carreteras y trenes que pasan de largo
lloro cuando tropiezo más de lo necesario,
y río cuando brindo por todo lo que he ganado con los años.


No hay prisa cuando el sol se va
ya nadie nos puede olvidar,
brindo por soñar,
y rememorar,
y que nadie nos espere cuando todo vuelva a girar.

La vida en la Ría
sigue cada día
huyamos de la rutina
y asaltemos a risa armada otra sonrisa.

No hay prisa cuando el sol se va
ya nadie nos puede olvidar,
brindo por soñar,
y recuperar
todos los momentos en los que nos sonreímos al descubrirnos despertar.

La vida en la Ría
sigue cada día
huyamos de la rutina
y asaltemos a risa armada otra sonrisa.


Giro en una rutina de desenfreno
me encuentro con el momento sumergido en el recuerdo
mar de salitre en un océano de paz
dónde queda la libertad
cuando todo consistía en vivir otro día
como si no hubiera mañana
y el ayer ya se quedó allá atrás
me busco sin parar
tratando de encontrar
todo lo que un día me atreví a soñar.


No hay prisa cuando el sol se va
ya nadie nos puede olvidar,
brindo por soñar,
y rememorar,
y que nadie nos espere cuando todo vuelva a girar.

La vida en la Ría
sigue cada día
huyamos de la rutina
y asaltemos a risa armada otra sonrisa.

No hay prisa cuando el sol se va
ya nadie nos puede olvidar,
brindo por soñar,
y recuperar
todos los momentos en los que nos sonreímos al descubrirnos despertar.

La vida en la Ría
sigue cada día
huyamos de la rutina
y asaltemos a risa armada otra sonrisa.


No hay prisa cuando el sol se va
ya nadie nos puede olvidar,
brindo por soñar,
y rememorar,
y que nadie nos espere cuando todo vuelva a girar.

No hay prisa cuando el sol se va
ya nadie nos puede olvidar,
brindo por soñar,
y recuperar
todos los momentos en los que nos sonreímos al descubrirnos despertar.

No hay prisa cuando el sol se va
ya nadie nos puede olvidar,
brindo por soñar,
y rememorar,
y que nadie nos espere cuando todo vuelva a girar.

No hay prisa cuando el sol se va
ya nadie nos puede olvidar,
brindo por soñar,
y recuperar
todos los momentos en los que nos sonreímos al descubrirnos despertar.


La vida en la Ría
sigue cada día
huyamos de la rutina
y asaltemos a risa armada otra sonrisa.

lunes, 6 de mayo de 2019

Tanta luz que no me cabe en el pecho

Te busco en cada poema, en cada texto, en cada verso,
en las noches sin luna y en los días de lluvia,
en los soles del espejo y en las estrellas que brillan en el cielo,
te busco
cerca, lejos, en sueños y despierto,
en los rincones de los cuentos, en las paredes de los azulejos,
en las playas y en los bosques de cerezos.

Tumbado en cama miro al techo,
me parece entrever tu reflejo
filtrándose con los últimos rayos de la tarde a través del balcón
como una canción
que me susurra tenuemente tu voz,
dándome calor cuando te escribo con el corazón.

Recostado sobre mis brazos
sonrío tratando de mantener ardiendo los retazos
que se acumulan en los recuerdos de los días pasados,
tu risa de mar y tu mirada de poesía,
tus dedos de paz y tus caricias de libertad amarilla,
qué harás mientras pienso en ti?
Estarás haciendo lo mismo allí?
Estarás colgando de una foto feliz?

Tumbado en cama te escribo en el teclado
haciendo magia
como tus labios soplando alas a mi espalda,
como tu vida en una cascada de palabras que me acarician.

Te busco en cada nube, en cada pájaro, en cada brizna de hierba,
en el tenue olor de la primavera,
en el verano que se despereza,
en el otoño del horizonte que derrite el invierno,
en cada verso, en cada beso, en cada trece de suerte que brindamos poesía por nosotros.

jueves, 2 de mayo de 2019

Brindo por nuestros sueños

Con una mano en el teclado y en la otra una cerveza
escribo con el sumo cuidado
del que sabe sacar con una sonrisa toda su entereza.

Entra por el balcón una leve brisa de verano
y la noche es tibia y agradable
como una superbock recién abierta,
saboreando el instante,
paladeando el momento,
haciendo del encuentro entre el poeta y el texto
un futuro incierto sobre el que volcar todos sus sueños.

Me hago un año más viejo
y en el calendario las hojas pasan de largo
consciente de hasta dónde he llegado
y a dónde me han llevado mis pasos,
no estoy tan mal
si todavía alguien logra ver brillo en mi mirada,
creo que eso lo llevo bien
así que todo en orden,
podría seguir pisando el acelerador unos cuantos años más
envejeciendo de su mano.

Lura se desviste desde lo alto del cielo
y la brisa me trae su aroma,
Portugal brilla más allá de la ventana
y el Tajo surca la vida hasta el Atlántico.

Con una mano en el teclado y en la otra una cerveza
el poeta desteje todo su mundo
reduciendo la realidad a unos pocos versos y un puñado de letras.

Sueño con la esperanza y la libertad,
vuelo más alto del cielo,
mucho más allá,
vivo en su sonrisa,
suspiro por sus ideas,
y me hago eterno entre las sábanas cuando nuestros cuerpos se recuerdan.

Con una mano en el teclado y en la otra una cerveza
hago repaso de la vida
y no está todo tan mal como la rutina me lo pinta.

Vale la pena, aunque sea por llevar tantos kilómetros a cuestas, rimando siempre por la eterna luz de su risa.