jueves, 31 de mayo de 2018

Se viene libro: Generación Rota

Tras meses y meses de preparación, rechazos, dudas y noches en vela, por fin puedo presentaros el sueño de una vida: Generación Rota.

Siempre he escrito como vía de escape, como forma de plasmar mi día a día, como la mejor herramienta para dar rienda suelta a mis sentimientos.

Años y años de escritura y poesía me han guiado hasta aquí, hasta el momento y lugar en que he decidido reivindicar los versos y construir con ellos la trinchera tras la que dar cobijo a tantos y tantos que se han sentido alguna vez desamparados bajo este sistema que no deja de ahogarnos.

Es la hora de transformar la realidad y unirnos, porque juntos somos más fuertes y ya era tiempo de que la poesía recuperase su lugar en esta batalla y gritase las cosas altas y claras.

Si este libro ayuda, aunque sea un poco, a resistir, soñar y mantener las esperanzas, habrá cumplido su cometido.

Por último dar las gracias a quienes me han permitido forjar este camino en los grandes desafíos y en las luchas del día a día, y por supuesto a Lura, quien nunca se ha rendido, y Brais, que siempre ha creído en mí.

Y gracias a Tres Voltes Rebel por la portada, por dar el toque definitivo e imprescindible que necesitaba este libro.

"Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños."


miércoles, 23 de mayo de 2018

Que todo se pudra en llamas

El mundo arde.

Nubes de llamas ascienden al cielo mientras los alaridos braman implorando piedad.

Los rostros recalcitrantes se deshacen en tiras de piel muerta al tiempo que la sangre burbujea a flor de piel cual estatuas de cera abandonadas a su suerte. Los coches estallan en haces de metralla que saltan en todas direcciones cuando el calor alcanza el inflamable de sus interiores. La muerte corre de un lado a otro brincando en un baile de exaltación, extasiada ante el panorama de una potencial jornada de trabajo. La sonrisa aflora en su cadavérica mirada y su guadaña destila brillos excitantes ante la brava masturbación que le espera por delante.

Los ojos que se descomponen ante cavidades vacías inundadas por lengüetazos de llamas imploran perdón sin saber muy bien hacia donde orientar sus plegarias. Las aceras se funden cual lava y el asfalto discurre descendiendo por las avenidas arrastrando a todos los maldecidos que se topan en su camino.

Los termómetros se desintegran y las ventanas estallan. Los mares se evaporan y los ríos son calderas incontenibles en su turbia incandescencia.

El universo vive sus últimos y apocalípticos instantes al tiempo que mi mirada de rabia reparte ira incontenible por doquier, acabando definitivamente con la humanidad a medida que avanza el bus.

Y mientras el mundo arde.

Este sistema nos quiere rotxs

¿Por qué no empezamos a contextualizar lo que nos ocurre 
más allá de nuestra responsabilidad individual?
Mar Gallego



Este sistema nos quiere rotxs
y le estamos dejando,
mientras nos machacan a diario
miramos a otro lado
y si algo sale mal
no dudamos en autoinculparnos,
es normal
así nos han educado
en sufrir
programados para callarnos
antes que plantearnos
que todo está atado y bien atado
de antemano.

Este sistema nos quiere rotxs
y le estamos dejando,
callamos
y nos avergonzamos,
huimos
y nos escondemos,
convirtiéndonos en pobres enfermos
que son incapaces de recoger sus pedazos
que dejamos por las esquinas
a trozos.

Este sistema nos quiere rotxs
y le estamos dejando,
somos
a diario
explotados
y cada noche
lloramos
culpándonos
de todo lo malo que pasamos,
como si fuésemos nosotros
y solo nosotros
quienes nos lo hemos buscado.

Este sistema nos quiere rotxs
y le estamos dejando,
somos depresivos
ansiosos
enfermos
trastornados
solo un puñado de destrozos
entrenados para beneficiarles
y autoinculparnos
día a día
como si nos lo hubiésemos buscado.

Este sistema nos quiere rotxs
y le estamos dejando,
y mientras tanto
nosotros perdemos
y ellos van ganando.

No estamos destinados a fracasar,
ni a sufrir,
ni a abandonar por no resistir,
ni a llorar sobre la almohada hasta dormirnos,
ni vivir sin ganas,
sin ilusión,
sin esperanza.

No estamos destinados a morir así.

No tenemos que pagar sus platos rotos,
porque no somos trozos con los que jugar,
muñecas de trapo de usar y tirar,
el próximo álbum de fotos que abandonar
al fondo de un armario del que es imposible escapar.

No,
nosotros no estamos solos,
tenemos a otros
y juntos
dejaremos de ser esos pobres desgraciados rotxs
que el sistema quiere para perpetuarse sobre nosotros.

No,
no volveremos a ser esa pobre historia triste
de cada día.

No,
es hora de unirse y reconstruirse,
acabar con las prisas y querernos un poco,
porque ya está bien de ser tachados siempre de locas.

No,
ya es hora de amarnos sin reparos,
deconstruir las sombras de nuestros ojos hasta apreciarnos,
y caminar orgullosas por el barrio sin escoria ni farolas.

Porque sí,
porque nos lo hemos ganado
y ha llegado de una vez por todas
la hora
de levantar la cabeza
y dejar de ser su generación rota.


martes, 22 de mayo de 2018

Inter........minable......hasta explotar

Piso filigranas que destejo caminando;
las huellas se han perdido
y solo queda un reguero difuminado
de recuerdos atrapados
entre el barro de las esquinas del asfalto.

Sé de lo que hablo,
he dado más patadas a mi vida
que a las latas vacías de cerveza
que quedan derramadas en una noche de borrachera
perdido, tumbado, vomitando en la acera
ya no quedan
más que palabras sin razón en mi cabeza
y los amigos se han ido
y los sueños han partido
el amor ha sucumbido
y los miedos se han reunido
en este aquelarre pagano
alrededor de las hogueras de un lejano pasado
consumen el tiempo
como las hojas del calendario volando con el viento
en una intro interminable de mañanas y noches
que retumban
sin abrir los broches
del sujetador que me sujeta
cuando no quedan más que dolores y penas,
condenas que esquivan
el sentido de esta partida
que acecha entre los recovecos de mi incierta certeza,
la mirada se me ha muerto bajo estas cadenas
y ya no tengo alas que me sujeten
y eviten que me precipite
como ángeles caídos.

Frágil equilibrio de mi alma y mi cuerpo
recomponiendo los lienzos que relatan destierros
supuse creerme eterno
cuando no era más que un fugaz instante
en la inmensidad del cruento sueño del panadero.

La isla de los naipes ya se ha inundado
y solo comodín sabe el motivo de existir
y yo
me lo encuentro en los horizontes que no encuentro
y él
se ríe como si controlase este juego.

He huido más veces de las que puedo contar
porque tampoco tendría a quién
contárselo,
y poco a poco
y a parte
me relajo los brazos
en abrazos de destellos ligeros
que se abren en el interior de todos los sentimientos que encierro
como en una cárcel de cristal
Lucifer ha venido a jugar
y todo tiembla
en un caluroso final
de cenizas,
lluvia
y tempestad.

Piso caminando las huellas de mi pasado
y ya ni mi sombra me acompaña
me ha abandonado
como el destino,
el rumbo,
y las ganas de lograr algo.

Piso
caminando.

domingo, 20 de mayo de 2018

Hay rincones que permanecen intactos, por siempre jamás

Estoy frente a esta ventana de Monte Alto. De nuevo. Después de tanto tiempo.

La brisa trae sabor a salitre. Las gaviotas chillan despidiéndose del sol hasta el día siguiente. La luz se esconde poco a poco por los rincones. Y los olores de esta casa y esta ciudad siguen en su sitio.

Todo está exactamente
como si después de tanto tiempo el mundo exterior no hubiese hecho más que girar, pero el interior,
este microcosmos,
se perpetuase creando un refugio al que asistir cuando todo se derrumba.

Me siento bien, me siento calmadamente bien. Me sumerjo en una sensación de bienestar y paz interior. Un mar de quietud en el que puedo dejarme mecer durante horas y horas como si todo siguiese igual. Aunque nada esté igual
y mi mente insista una y otra vez en que no me autoengañe, que deje de sentirme bien
porque nada está bien,
que deje de sentir como si todo fuese igual
porque nada está igual.

Y mi mente y mi corazón discuten. Uno se retrotrae a hace meses, cuando estaba en esta casa y todo estaba en orden y todo estaba en su sitio correcto y nada había cambiado. La otra me susurra continuamente que ya no estoy hace meses, que estoy en mayo, de 2018, y todo es diferente, que esta casa está vacía, y que yo ya no vivo aquí, que mi mundo se ha ido por la borda y ahora solo puedo reconstruir uno nuevo y tirar pa´lante como buenamente pueda.

Estoy frente a esta ventana de Monte Alto.

Fuente de inspiración, trampa de fantasmas, recoveco de demonios, cáliz de eternidad.

Estoy frente a esta ventana de Monte Alto
y todo se antoja tan remotamente idéntico
que sisea una especie de resorte en mi mente que intenta dar la voz de alarma
para que mi alma no se deje atrapar por el tiempo,

como si jugar al futuro y al pasado no fuese otra cosa que sentarse en el presente
sin caminar en ninguna dirección,

cuando solo es síntoma de apatía y miedo,
a partes iguales.

Estoy aquí. De nuevo. En el teclado. Aporreando letras, 
sin ton ni son, 
sen son nin ton
como un volátil lienzo con el que delinear sueños, esperanzas, miedos y recuerdos.

Estoy aquí, de nuevo, y los olores revolotean por todos lados,
y yo,
para bien o para mal,
me siento irremediablemente bien
desbordando por todas mis venas esa especie de paz idescriptible que sientes
cuando vuelves a casa después de mucho
mucho
mucho
tiempo,
y eso
para bien o para mal
es lo que yo ahora mismo siento.

Porque estoy
aquí
de nuevo:
Estoy frente a esta ventana de Monte Alto. De nuevo. Después de tanto tiempo.

Y paz
y libertad
es lo que siento.

viernes, 18 de mayo de 2018

Gente

He visto gente que tiene amor,
pero no tiene libertad,
gente que lo ha perdido todo
y gente que tiene más de lo que podría desear.

He visto gente valiente
y gente necia,
gente cobarde
y gente que levanta cada día la cabeza.

He visto gente de todo tipo
y de toda clase,
gentes semejantes
y gentes inigualables.

He visto gentes y gentes,
pero nunca he visto gente
tal como esa gente
que dicen que se halla si buscas bien entre la gente.

Gente
que todavía
hoy
se puede llamar gente.

jueves, 17 de mayo de 2018

Pequeños versos para lo mejor de mi vida

El tiempo de la madrugada es una constante espera
en pos de ver un nuevo atardecer a tu lado
y podría hablar de sus labios
y toda la inmensidad que cabe en un instante
y ni aún así sería capaz
de consumar el mundo en toda su mirada
que brillo destelleante despertando mi alma
y vueltas de campana al comprobar tus manos sobre mi nuca
bajando mi espalda
y saluda
un nuevo día la felicidad
cuando puedo sentir dentro de mi pecho
toda luz que desbordas
y ahuyentas mis fantasmas
cumpliendo sueños en certeros momentos que hacer eternos
contigo a tu lado.

Soy de los que tiran todo al traste por mucho que no quieran
y aún así no puedo evitar seguir siendo ese tonto enamorado
que te observa en la distancia de saber que la vida
vive en la esencia
que rodea tu caminar por el universo.

Te quiero
por todo y mucho más
y la verdad que la poesía sabe a poco comparada con tu tacto
caminando por el sendero del porvenir.

miércoles, 16 de mayo de 2018

Desquiciado

Escribo sin la esperanza de hallar las respuestas
en todas estas noches a cuestas del humo del cigarro que no me espera
mientras se consume en la lata vacía de cerveza
y ya no hay faena en la que coronarme campeón
cuando solo soy un pobre perdedor sin manera
de encontrar mi propia primavera
en el invierno de mi mirada impertérrita ante el hielo de esta guerra.

¿Dónde están las heridas que nunca cicatrizarán?

Donde está mi propio paredón de perdón
en el que suicidarme bajo el contador de la contrarreloj,
velocista de vidas intensas que se despiertan cuando ya nada queda;
podría escribir cientos de poemas
y aún ni así sería capaz de describir todo el caos que arde incandescente en mi cruenta estela
de madrugadas inciertas en las que vaciar las dudas de tu ausencia.

Dinastía eterna de luchas internas.

Podría acabar con todo de un soplido
y cobarde sin destino
solo atino a fracasar en el sucio vacío de la despedida,
ya no hay memoria para tanta locura que olvida
los regueros de pólvora que dejo de repente a mi vera,
espera,
que ya nunca hubo paleta de colores
para tantos horrores
y con esta ansiedad que me acecha entre las tinieblas
atino a abrir la ventana sin saber si podré inclinarme más de lo necesario;
maldito, loco, desquiciado;
afuera
hablando con la belleza de la muerte que ya llega.

Simplemente escribo con la esperanza de hallar las respuestas.

martes, 15 de mayo de 2018

Dibujos en negro colgados sobre la pared

Vamos a romper las miradas
y desangrar la esparanza en un termo
que el frío entre en tu cuerpo
pero el dolor del alma siempre caliente,
ardiendo,
y mis lamentos ya se apagan
si apago la llama y me muerdo los labios
valiente el que acaba con todo sin mirar atrás
y despacio se precipita al vacío
de mis venas tatuadas
en cientos de certeros cortes que recuerdan
todas las lágrimas que dejé escapar
sobre la almohada del sufrimiento.

Vamos a romper nuestro cuerpo
en una antítesis de extasis
en un sutil juego antagónico de bienestar
y salvar
todos los intentos de fracasar
mientras por dentro aún tengo los tormentos
que deshago entre las yemas de mis dedos,
creo que acierto
si digo que llegó el momento
de poner punto
                         y final
mente ahogada en fantasmas que escapan
de esta desanimada existencia,
cruenta e incierta
caricia mortal de mi refugio envenenado.

Dame la mano
quiero decirte adiós
y morir solo
como un fugaz destello
que recorre el cielo solitario.
                                           En esta tarde de finales de mayo.
Que escribí con remite del olvidado perdón.

lunes, 14 de mayo de 2018

Noches sin nombre en un bar inolvidable

Brindamos por la vida en una madrugada sin fecha. En una de esas estampas habituales de un jueves cualquiera en que la resaca corre por nuestras venas a la galopante velocidad de las grandes epopeyas de altas horas de la noche. La cerveza rulaba de caña en caña y las mesas comenzaban a estar mojadas de las sobras de alegría que se volcaban cuando el vaso estaba hasta arriba de felicidad y con dos dedos de libertad. Los idóneos para lograr lo que uno se proponga.

Que los debates nunca falten. Podría ser el lema de ese lugar. Pero también la amistad y la solidaridad. Y cúmulos y cúmulos de noches universitarias en que el tiempo se nos pasó demasiado deprisa como para mirar atrás y hacer recuento de las luchas habidas y por haber. Que contamos más sueños y falsas proposiciones de triunfos que aspiraciones a tocar el cielo y entre paseo al baño y paseo a pedirle otra ronda a Carlos, hemos atesorado más memoria que toda la desmemoria de la mañana siguiente tirados en cama intentando recopilar las horas que nos desaparecieron entre los dedos.

Y el mar siempre presente, con la salitre mezclándose con la niebla, con ese regusto de noche tan coruñesa en pleno invierno y con el abrigo, la chaqueta y las manos en los bolsillos y la sangre hirviendo en las arterias. Y salir afuera, a fumar, como excusa de quedarse solos y hablar en privado. ...y buah tío, que hoy se lía a topísimo. Y esta noche a fuego, pero nada de rajarse ¿eh? E insistir en ese eh, como si todo el mundo cupiese en una palabra, en una expresión, y como si todas las expectativas acumuladas a lo largo de la semana se plasmasen en ese instante de salir afuera y echar una calada al pitillo con una caña en la mano.

Las chispas de las miradas se disparan a estas horas, o quizás sea el alcohol el que me engaña y aquí no hay nada, pero por probar que no sea. Quien no arriesga no gana. Y arriesgamos tanto que solo pudimos lograr ser más felices que dinero nos quedaba en la cartera tras tantas cañas a un euro del famoso Faluya.

No se puede salir por Coruña sin ir al Faluya. Siempre se lo hemos repetido a todo el mundo que conocíamos en un bareto cualquiera o en medio del botellón de los Jardines. Ese lugar es increíble, no se puede describir su esencia. Y no se puede. Supongo que por eso ahora intento dejarlo plasmado en estas líneas, como una especie de homenaje tras tantos años entrando por esa puerta. Porque entrar era un ritual en si mismo. Y esquivar a toda la gente que estaba delante, su iniciación. Solo para lograr atravesar los obstáculos y saludar. Porque esa es otra, allí siempre hay alguien para saludar. Es imposible no conocer a nadie, porque años y años crean la rutina y en ella no podía ausentarse el salir todas las semanas. Los habituales lo saben, y por eso no faltan.

Y se ha acabado el cigarro y tantas reflexiones desaparecen de la mente con el humo. Voy un momento al baño y vuelvo y los veo a todos riendo y las miradas brillando de amistad. Y miro al frente y el tiempo me devuelve a la realidad. Tarde o temprano esto se acabará y nos tocará poner nuestra foto en la pared. Como una orla de los recién graduados que se han tenido que ir y dejarlo todo. Para no volver en mucho mucho tiempo.

Me quedo callado. En trance. Saboreando el instante de sentirse en casa y regusto a despedida.

Y las risas.

Y todo me devuelve al presente. Y la cerveza. Y la fiesta. Y la gente. Y los debates. Y las sonrisas.

Y las 3 de la mañana. Y el Faluya cierra. Y nos tenemos que ir a otra parte.

Rumbo al Orzán.

En otra calada del cigarro. Si tal.



viernes, 11 de mayo de 2018

Una mañana de sol entrando por la cocina a modo de caricia

La puerta de su habitación se abre, y la escucho caminar, el sonido de sus pasos asciende hasta mi habitación, arrastrándose escaleras arriba como arrastra ellas sus zapatillas por el pasillo y su bata rosa en las mañanas de invierno.

Y yo me desperezo y remoloneo unos minutos más en cama, dejándome bañar por los rayos de sol que se filtran por el estor de mi ventana, que tapo con una caja de cartón para impedir que se cuele más luz de la necesaria por las noches y aún así no logra cumplir del todo su función. Se está calentito en cama y que pereza salir. Abajo escucho la cafetera y el cazo y a la Yaya trastabillando por la cocina. Cuento hasta diez, hacia atrás, y me envalentono para salir. Me pongo el chandal y me abrigo con una bata. En pleno enero esta casa es un congelador y nosotros los cubitos de hielo.

Bajo del ático, voy al baño y entro en la cocina. La Yaya con manos temblorosas corta trozos de pan duro y los baña en la leche, dejándolos flotar, sopa de pan, le llama, sopa de pan con leche y una gotita de café, más concretamente. Me mira y me sonríe. Hombre, ya te levantaste, ¿te desperté? Y yo respondo que no, que tranquila, que llevaba un rato despierto, pero me daba pereza salir de cama. Haces bien, si no hay prisa para que vamos a levantarnos pronto. Mira, las 11, como marqueses por su casa. Y yo asiento y sonrío y le cuento que me acosté a las 3 porque estuve haciendo animación, todo esto mientras cojo mi taza, la taza de toda la vida que he usado siempre en esta casa -marrón semitransparente, color vidrio desgastado por el tiempo, pero que en realidad siempre fue así-, y pongo a calentar la leche en otro cazo. ¿Qué quieres comer hoy? Me da igual, lo que quieras, le respondo y ella insiste. Tú pide que yo te lo traigo. Y ella, que me conoce y me mima siempre me ofrece ¿te traigo unos filetes y hacemos tortilla de patatas? Y yo sonrío, y le digo que vale y miro en la nevera y le recuerdo que tenemos casi dos docenas de huevos, que no hacen falta más y que ni se le ocurra traer yogures que tenemos todo el estante lleno y se nos van a caducar. Y ella se ríe, ya me estás riñendo. Y le protesto porque no le estoy riñendo. Ya lo sé mi currusquiño, si tú lo haces por mi bien, es por meterme contigo. Y nos reímos.

Me lavo los dientes y subo y enciendo el portátil y me pierdo por twitter y facebook. Reviso el correo, me pongo música y doy un par de vueltas por la habitación ordenando un poco las cosas antes de ponerme a trabajar. Abro Maya y ya me da pereza. Vuelvo abajo, la Yaya me llama. ¿Filetes no? Y yo asiento y le digo que sí y que se acuerde que tenemos huevos de sobra. ¿Algo más? Nada más -le respondo tajante, pero sonriente-. Las cosas se entienden mejor siempre con buenas palabras que con gritos y mi abuela y yo siempre nos hemos entendido muy bien a nuestro modo y así de bien siempre hemos convivido. 

Ya van para 3 años que vivo con ella y no puedo estar más contento. En los pisos siempre eran problemas con los compañeros, o gente muy pesada o gente que pasaba de todo. Y luego lidiar con el casero, con las facturas, las fianzas y mil movidas por el estilo. Aquí, todo es más sencillo.

Y me siento frente a Maya y me pongo con animación. Y dos horas después a comer. Filetes empanados con tortilla. Lo prometido sabe mucho mejor. Y esa tortilla nadie sabe hacerla igual, y los filetes son únicos en su especie. Y devoro 3 o 4 y media tortilla y aún así parece que no es suficiente, porque la Yaya, como siempre, dice: Comiste como un pajarito. Y yo le respondo que no puedo más, que sino estoupo y ella se ríe y cógeme un yogur y yo se lo cojo, uno para mí y otro para ella. Y terminamos de comer. Y miramos la hora. Y son ya las 4. Comimos como marqueses. La misma frase, a la misma hora, todos los días, e igual de entrañable siempre.

Vuelvo arriba, a seguir trabajando. Pasa la tarde. Yo en mi habitación, ella en la sala, la tele encendida. ¿Te molesta? No, tranquila. ¿Bajo el volumen? No, está bien así, no me molesta, tranquila.

Y a la hora de la merienda bajo junto a ella. Y jugamos a las cartas. Y hablamos. Y reímos. Como siempre. Y vuelvo a subir las escaleras de nuevo. Y vuelvo a bajar para ir al baño. Y le enseño el culo y me doy una palmada y ella se ríe y yo me río. Me encanta hacerla reír.

Llega la hora de la cena. Y la misma conversación que para la comida, pero ahora con la cena. Espinacas, huevo cocido y pescado. Llegamos a esa conclusión. Hace mucho que no te hago pescado. Así que toca pescado. Y cenamos en la sala viendo Big Bang y luego Gap Year. O quizás eso fue en otro mes, en mayo-junio creo, los recuerdos se mezclan. Y se ríe de Sheldon, el parrulo le llama. Y yo me río. Y me pregunta por el día. ¿Llamaste ya a Laura? La llamo luego, le respondo. Así me gusta, que la llames. Mándale muchos besos de mi parte. Es muy riquiña. Y yo asiento y sonrío. Como con todo lo que dice. Porque me hace feliz.

Y se queda dormida viendo la tele. Y se despierta, y la compañía es muy agradable, pero me voy ya a la cama. Y yo le digo que vale, y le ayudo a recoger y se acuesta, no sin antes darme muchos besos de buenas noches. Y yo a ella. Y otro. Y otro. Y otro. Y hasta mañana si Dios quiere. Y otro beso de buenas noches de regalo. Y este para Laura.

Y yo me quedo viendo la tele. Y luego llamo a Lura como le dije. Y trasteo en el ordenador. Y leo un rato. Y luego, al final de todo, bajo el estor, coloco el cartón en la ventana y me voy a dormir. Y apago la lamparita de noche. Y hasta mañana si Dios quiere. Y sino... también.

jueves, 10 de mayo de 2018

Una época imperfecta (donde nada puede pasar)

Si tout pouvait s'arrêter là
quand je suis cerné.
Indochine


Un lunes de tempestad,
vorágine de fantasmas inundan la ciudad
y en el cuarto las cuatro paredes me comienzan a asfixiar,
no hay salida si no es en el más allá,
me asomo a la ventana
y solo veo un inmenso vacío con el que terminar.

Martes ardiente,
miles de muertes reverberan en la eternidad,
solo podré hallar paz cuando logre terminar
con todo
poco a poco y con prisa,
antes de que mi mente reviente
en mil pedazos dementes que huyen si el silencio viene.

El miércoles de la mitad
de la semana,
y vaya que no,
ya no queda motivos para la razón,
para no escapar
de mil demonios que en la madrugada me sostienen,
me conmueven,
y me repelen.

Jueves que no es santo
porque no soy más que un fracaso
a pesar de que me solapo la mirada resquebrajada
con las pesadillas que me remueven
por dentro y miento
si digo que no tengo miedo al futuro,
y el pasado me ha destrozado las manos
que arden en llamas supurando en medio de un tornado
olvidado.

El viernes del siglo XIII más uno,
hogueras de san juan
hacen caer nuestro temple ante el dolor
y no hay perdón condenado al paredón de mis sueños,
el infierno se ha abierto
y no hay forma de cerrarlo,
solo con un sacrificio incierto
y tres pruebas que acabarán con cientos de ángeles cayendo.

Sábado para descansar
de una semana terminal,
solo quiero vacaciones para triunfar
tras tantas caídas que ya no dan para más
que relatarlas en decenas de poesías destinadas a parafrasear
toda una vida
desistida y diseñada para abandonar.

Un domingo que pauta el desenlace final
de todo un enclave de fronteras que cruzar
y en el horizonte solo puedo encontrar
miles de oportunidades que dejar pasar
por ver si así soy capaz
de lograr saltar al precipitado vacío que no deja de esperar.


6, 7, 8, 9, 8, 7, 6

Y una semana para entrever
que no hay nunca nada por hacer
más que intentar ser
entre tan poco resentimiento por perecer.

De una vez y para siempre.

miércoles, 9 de mayo de 2018

Salto al compas de un retro

Desfibro acordes diátonos
al vaivén de los átomos
que vibran inconformes
con este ritmo sin orden
que ordena el mundo a un tiempo
los sintes resoplan a lo lejos
y la música sobrevuela sobre nuestros
inciertos momentos de destiempo.

Desfibro el tempo
entre lentos interregnos lamentos
de euforia devoradora de tiernos
vientos desiertos
en las noches del electroverso.

Desfibro acordes diátonos
y los sábados la moria remonta
los cuentos de poca honra
que supuran rapsodias
de historias de eternos sueños,
ya no hay cruentos intentos
de contener el aliento
y el correcto laureamiento
ya no se dibuja entre las luces
de colores que seducen
los altavoces del correcto
suelto atormentamiento
de felicidad al desquite
del despistado enquistamiento.

Desfibro el tempo
y entre ungüentos somnolientos
supuse cobrar el texto
al desdoblamiento
y solo tengo
miles de saneamientos
de la música que arde en este retumbar discotequero.

jueves, 3 de mayo de 2018

Cerrado por ansiedad

Y mil fantasmas revolotean
entre la espesura de la oscuridad,
susurran tormentos de miedos
retando a la valentía a duelos sin piedad.

La esperanza yace inerte en un rincón
y las ilusiones se apagan como velas en medio de la tempestad,
no caben sino batirnos,
no cabe sino rendirnos sin luchar.

Tiempos de demonios esperan
acechando en las tinieblas del más allá
la suerte se ha fugado
y perece, entre paredes putrefactas de maldad.

Temores anidan en la luna
y las estrellas supuran al sangrar,
ya no hay calma en esta orilla
solo quedan retazos de ansiedad.

Y mil fantasmas revolotean
entre la espesura de la oscuridad,
susurran tormentos de miedos
retando a la valentía a fallar.