y desangrar la esparanza en un termo
que el frío entre en tu cuerpo
pero el dolor del alma siempre caliente,
ardiendo,
y mis lamentos ya se apagan
si apago la llama y me muerdo los labios
valiente el que acaba con todo sin mirar atrás
y despacio se precipita al vacío
de mis venas tatuadas
en cientos de certeros cortes que recuerdan
todas las lágrimas que dejé escapar
sobre la almohada del sufrimiento.
Vamos a romper nuestro cuerpo
en una antítesis de extasis
en un sutil juego antagónico de bienestar
y salvar
todos los intentos de fracasar
mientras por dentro aún tengo los tormentos
que deshago entre las yemas de mis dedos,
creo que acierto
si digo que llegó el momento
de poner punto
y final
mente ahogada en fantasmas que escapan
de esta desanimada existencia,
cruenta e incierta
caricia mortal de mi refugio envenenado.
Dame la mano
quiero decirte adiós
y morir solo
como un fugaz destello
que recorre el cielo solitario.
En esta tarde de finales de mayo.
Que escribí con remite del olvidado perdón.
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