miércoles, 16 de mayo de 2018

Desquiciado

Escribo sin la esperanza de hallar las respuestas
en todas estas noches a cuestas del humo del cigarro que no me espera
mientras se consume en la lata vacía de cerveza
y ya no hay faena en la que coronarme campeón
cuando solo soy un pobre perdedor sin manera
de encontrar mi propia primavera
en el invierno de mi mirada impertérrita ante el hielo de esta guerra.

¿Dónde están las heridas que nunca cicatrizarán?

Donde está mi propio paredón de perdón
en el que suicidarme bajo el contador de la contrarreloj,
velocista de vidas intensas que se despiertan cuando ya nada queda;
podría escribir cientos de poemas
y aún ni así sería capaz de describir todo el caos que arde incandescente en mi cruenta estela
de madrugadas inciertas en las que vaciar las dudas de tu ausencia.

Dinastía eterna de luchas internas.

Podría acabar con todo de un soplido
y cobarde sin destino
solo atino a fracasar en el sucio vacío de la despedida,
ya no hay memoria para tanta locura que olvida
los regueros de pólvora que dejo de repente a mi vera,
espera,
que ya nunca hubo paleta de colores
para tantos horrores
y con esta ansiedad que me acecha entre las tinieblas
atino a abrir la ventana sin saber si podré inclinarme más de lo necesario;
maldito, loco, desquiciado;
afuera
hablando con la belleza de la muerte que ya llega.

Simplemente escribo con la esperanza de hallar las respuestas.

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