Piso filigranas que destejo caminando;
las huellas se han perdido
y solo queda un reguero difuminado
de recuerdos atrapados
entre el barro de las esquinas del asfalto.
Sé de lo que hablo,
he dado más patadas a mi vida
que a las latas vacías de cerveza
que quedan derramadas en una noche de borrachera
perdido, tumbado, vomitando en la acera
ya no quedan
más que palabras sin razón en mi cabeza
y los amigos se han ido
y los sueños han partido
el amor ha sucumbido
y los miedos se han reunido
en este aquelarre pagano
alrededor de las hogueras de un lejano pasado
consumen el tiempo
como las hojas del calendario volando con el viento
en una intro interminable de mañanas y noches
que retumban
sin abrir los broches
del sujetador que me sujeta
cuando no quedan más que dolores y penas,
condenas que esquivan
el sentido de esta partida
que acecha entre los recovecos de mi incierta certeza,
la mirada se me ha muerto bajo estas cadenas
y ya no tengo alas que me sujeten
y eviten que me precipite
como ángeles caídos.
Frágil equilibrio de mi alma y mi cuerpo
recomponiendo los lienzos que relatan destierros
supuse creerme eterno
cuando no era más que un fugaz instante
en la inmensidad del cruento sueño del panadero.
La isla de los naipes ya se ha inundado
y solo comodín sabe el motivo de existir
y yo
me lo encuentro en los horizontes que no encuentro
y él
se ríe como si controlase este juego.
He huido más veces de las que puedo contar
porque tampoco tendría a quién
contárselo,
y poco a poco
y a parte
me relajo los brazos
en abrazos de destellos ligeros
que se abren en el interior de todos los sentimientos que encierro
como en una cárcel de cristal
Lucifer ha venido a jugar
y todo tiembla
en un caluroso final
de cenizas,
lluvia
y tempestad.
Piso caminando las huellas de mi pasado
y ya ni mi sombra me acompaña
me ha abandonado
como el destino,
el rumbo,
y las ganas de lograr algo.
Piso
caminando.
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