domingo, 14 de febrero de 2016

De mí mismo aprendí

De mí mismo aprendí
que tengo solo un puñado de textos y poemas
y más del doble en borradores
supongo que porque no quiero que nadie los lea
no vaya a ser que un día me abandones.

De mí mismo aprendí que la crueldad es una elección,
que a veces hace falta destruirse a uno mismo para perderse
del todo
de modo que sea imposible encontrar la salida
si no es construyéndome de nuevo
con el riesgo
de no volver a ser el mismo,
creo.

De mí mismo aprendí que podía acabar con quien quisiese,
pero que tener el poder no te da el derecho a hacerlo,
que aunque pueda
no debo,
más que nada
por no perderme, perdernos,
dejar de entendernos.

De mí mismo aprendí que la soledad es dura
pero reconfortante
que no hay mayor autoconfianza
que la plena capacidad
para conocernos,
con sinceridad
y sin miedos,
puede que algún día viva en mis propios pensamientos flotantes,
pero mientras tanto los escribo,
por si urge recordarlos,
como dijo en alguna canción el Mägo
de Hoz
-como la oz con la que decidí defendernos del poder y el dinero-.

De mí mismo aprendí
que solo tengo un puñado de poemas y textos,
todos ellos sinceros,
todos ellos ficticios,
fruto de las memorias que yo solo recuerdo
-por eso de que la memoria es subjetiva-.

Porque de mí mismo aprendí
que el reconocimiento aun queda lejos
y mientras tanto queda desnudarme
-el alma-
a ver si así gano un poco de confianza
o conocimiento por lo menos.

1 comentario:

  1. Que bonito :) Tienes mucha razón,me siento identificada contigo en algunas cosas.

    ResponderEliminar