viernes, 5 de febrero de 2016

Una vez hablé con Escandar

Le dije a Escandar
que repartiese las cartas,
que no escondiese ningún as en la manga
y que fuese directo y a la cara,
con todo o nada.
Y él
atrevido
lo hizo.

Le dije a Escandar 
que me mostrase el mundo,
tanto la gloria del centro
como la miseria del suburbio,
y que lo hiciese sin medias tintas y con orgullo.
Y él
atrevido
lo hizo.

Le dije a Escandar
que me enseñase a fumarme el amor,
las batallas en la cama y las treguas del colchón,
a mirar(te) poesía con el corazón,
y a jugármelo todo ignorando la razón.
Y él
atrevido
lo hizo.

Le dije a Escandar 
que me versase la vida,
que me escribiese una rima por cada sonrisa
y que con alegría me defina,
como haría cada día mi mejor amiga.
Y él
atrevido 
lo hizo.

Le dije a Escandar
que cortase la baraja,
que recitase todas las cicatrices de su espalda
y que lo hiciese con tono macarra,
con calma, pero sin pausa.
Y él me dijo:
"pupilo,
ahora te toca a ti."
Y yo
como lluvia del alma
deconstruyo mi destino.

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