lunes, 29 de julio de 2019

La juventud en una lata bajo acordes de guitarra

La vida son las vueltas que nos llevan al punto de salida
como si así la partida saludase al sol con una sonrisa
me perdería en la cálida brisa
mientras el agua fría me atenaza las heridas
y tu risa
inunda el mundo como una caricia.

Que pericia salir en zapatillas
camisa de tiras
las llaves en al riño
y las manos en los bolsillos
apurando el último suspiro de instituto
el verano a lo loco
festivales, conciertos y noches como pocos
cantando por las callejuelas
la salitre en las ojeras
y las miradas achispadas como si el futuro no fuese con nosotros.

Qué dirías de vivir deprisa
que no te alcance el cansancio ni la desidia
coge estos años en un puñado de fotos
reparte las cartas en la playa y que pierdan los otros
ya habrá días en que sentar la cabeza
mientras tanto pisa a fondo
y que la rutina no sea cosa nuestra
cada noche la última con las sonrisas a cuestas
vaya fiesta que me espera al final de la próxima escalera
no caerá esa breva
¡salta!
Que quien no corre vuela.

* * *

Y cuando ya no puedas más
siéntate frente al mar
las rocas por colchón
el atardecer a todo color
y los sueños dibujados en paleta libertad despidiéndonos.

domingo, 28 de julio de 2019

Sorteo Generación Rota

Hace poco se ha cumplido un año de la publicación de mi primer libro, así que para celebrarlo he decidido sortear un ejemplar firmado.
Para participar solo debéis entrar en el siguiente link de Insta y cumplir los siguientes requisitos:
- Dar me gusta a esta foto.
- Compartir esta publicación en vuestras stories

Si no usáis Instagram también podéis compartir esta publicación del blog en twitter o facebook y mencionarme a la siguiente cuenta @Petauroak

*Tenéis hasta el 10 de agosto para participar en el sorteo*

¡¡Suerte!! 🍀 

sábado, 27 de julio de 2019

Este mundo duele

Yo también he sufrido la soledad de este mundo
el vacío que se abre ante mí
cuando no sé qué hacer
a dónde ir
por que camino tirar para llegar
a alguna parte.

Yo también lloré ante la muerte
y ella impasible
me arrebató todo lo que quería,
y de paso también los sueños
las esperanzas
y las ganas de vivir.

Yo también me odié por mi forma de ser
escupí sobre mi cuerpo
azoté en la noche mi mente
me desgarré los brazos y el alma
y tras todo eso
seguí odiándome
          todavía más.

Que no te dé vergüenza llorar, sufrir, odiarte,
no eres la única persona que está igual de rota que yo,
ni la primera
ni la última
que somos pedazos a trozos
de infancias truncadas
de adolescencias perdidas
de juventudes hundidas
ante el caos de un mundo
que nos trata como fichas
de un dominó que se derriba
derrumbando toda posibilidad de ser feliz.

Que no te dé vergüenza esconderte en cama
deseando  nunca salir
ahí afuera hay monstruos
que yo lo sé
que yo los vi
y vienen directos a por nosotros
se alimentan de sonrisas,
de luz,
de vida,
como una araña gigante de diez patas
nueve ojos
y ocho pinzas
siete o seis alas
cinco cabezas
cuatro bocas
tres caparazones
y dos pares de hileras de dientes,
lo devoran todo a su paso
y al final
solo queda un cuerpo inerte en cama
triste,
con depresión, ansiedad,
y cero ganas de vivir
y menos de salir ahí afuera a luchar.

Yo también he sufrido y llorado en soledad,
que nada de eso te dé vergüenza
que solo te arrepientas de pensar
que la culpa es tuya y de nadie más
porque
escucha esto que te digo
la culpa es de este mundo injusto
que nos quiere alejar de los demás.

¿Recuerdas esas frases de los dibus de cuando éramos chiquitos?
solos somos frágiles y vulnerables,
unidos somos fuertes e invencibles.

Ahí hay más verdad que en toda su publicidad.

Escucha que te digo, que yo he llorado y sufrido:
Somos únicos y especiales
y todos juntos:
libres, felices, inmortales.

miércoles, 24 de julio de 2019

Madeira (parte III)

Labramos caminos sin saber a dónde vamos,
como si eso tuviese algún sentido,
cuando es andar por andar
desconociendo nuestro destino
que deberíamos forjar nosotros mismos.

Prometimos levantarnos en las caídas
y solo somos capaces de escupir sangre entre la saliva
que incongruente vida
esta que nos obliga a empezar una y otra vez la partida
desconociendo la ubicación de la casilla de salida.

sábado, 20 de julio de 2019

Madeira (parte II)

No importa quiénes fuimos, sino cómo nos recuerdan. Cuando desaparecemos de la vida de alguien queda la memoria de lo vivido, eso es lo que importa, la marca que dejamos, la herencia que construimos.

Madeira

Entre cumbres que desaparecen en las alturas, la vista se pierde en la desolación del paisaje. Escarpados riscos indomables se conjugan con las nubes y nieblas. La soledad del mundo te saluda en todo su esplendor y es inevitable sentirse en un cuadro entre un mar de nubes, como el único individuo sobre la faz de la tierra.

Podría tratar de dibujar el panorama, pero como un verso salvaje las palabras se escapan
sin dueño
ni intención de vivir
más allá de su infinita libertad.

miércoles, 17 de julio de 2019

Cruenta existencia

En esta negra noche
la sombra lo cubre todo
y no queda suerte ni fortuna
para la oscura hora de mi muerte.

La piel yace inerte
y la mente sin cabeza,
el hambre se revuelve
y la sed de sangre desgrana la certeza.

Sucumbo al tortuoso camino,
Sino sin entereza,
larga caída impertérrita,
el punto de fuga se despereza.

No sé el por qué
todo gira
como un vendaval
ya llegará la tortura que nos cobija.

viernes, 12 de julio de 2019

Que agradable puede ser simplemente sentir la poesía

Estoy frente al teclado, lata en mano, ventana abierta, brisa de verano.

Sonido martilleante, coches pasando en la lejanía,
calor
tirando a temperatura agradable.

Escribo intermitentemente,
mirada perdida al frente,
rastreo las palabras, las busco, las saboreo,
las pruebo incluso -diría-

El pelo revuelto,
la mirada de salitre,
el brazo derecho lleno de pulseras,
el izquierdo con la marca del reloj.

Tatuaje en el pecho y el brazo,
pendiente,
piercing en la nariz,
también en la oreja.

Colgante en el pecho,
camiseta de manga corta suelta,
pantalones de verano claros, cómodos.

Sonido martilleante.
Silencio en la lejanía,
un par de coches pasan,
pocos para ser la una y pico de la madrugada
-casi las dos-.

Busco que decir y no lo encuentro,
quizás no quiera decir nada tampoco,
simplemente estirar los dedos,
liberar un poco el alma,
aligerar el corazón,
cumplir un ritual nocturno con el que llenarme de calma
y sentirme un poco más libre:

Escribir

con todas las letras de la palabra

Libertad.



Estoy frente al teclado, 
lata en mano, ventana abierta, brisa de verano.

Pelo revuelto, mirada con sabor a Atlántico.

Coches pasando en la lejanía,
temperatura agradable,
y vuelta a empezar otra vez la bella rutina de escribir poesía
...

miércoles, 10 de julio de 2019

Epístola a mis discípulos

Estoy aquí escribiendo nuevamente otra de esas cartas que no tienen destinatario ni remite, que lanzo al mar en botellas de papel para ver como los sueños y las esperanzas se disuelven entre la inmensidad del océano. Calmas en la tempestad, olas que sortear en cada giro y envite, salidas de emergencia que traspasar cuando todo el edificio está en llamas y ya no queda nada que cenizas tras de mí.

Hurgo en la poesía por ver si así supura un poco más, como un torrente de sangre que sale a borbotones llenando el suelo de escarlatas reflejos que destilan pesadillas.

Saboreo las esquirlas del pasado decía por ahí algún verso perdido
en algún rincón perdido
de algún cementerio olvidado

entre centenares de estantes que tragan polvo
porque es lo único que pueden tragar cuando la soledad lo inunda todo
hasta el más tenue atisbo de paz.


Te sorprendería la cantidad de veces que somos capaces de traspasar las puertas de la muerte y salir con vida.
Que no airosos
-no nos confundamos,
no es lo mismo-.
Y aún a pesar de ello, tratamos de saltar una y otra vez al vacío
como si el vértigo de la caída no fuese suficiente como persuadirnos y echarnos hacia atrás
cuando no queda otra que seguir hacia adelante.
Siempre hacia adelante.
Aunque lo único que tengas frente a tus narices sea el suelo
y cientos y cientos de metros de precipicio bajo tus pies.

Dulce suicidio que te susurra que sucumbas en la madrugada.


Esquivé tantos fantasmas
que ya no quedan demonios tras de mí
estás todos en mi espalda
cargados bajo el peso que soportan mis hombros
ahorrándose kilómetros de distancia
que simplemente les alivia la vida
y se la alarga
un día más
mientras yo la pierdo
un día menos
y no queda otra que esperar
hasta que ganen ellos la partida

en este tétrico juego de azar que es el destino que hacemos arañando nuestra desidia.


Te asombraría la cantidad de veces que te he escrito y el escaso número de intentos que he hecho por llegar hasta el buzón, poner el sello, y mandar vía correo postal todos mis sentimientos. He preferido que el olvido borrase todo antes que soportar la sobreexposición a tanta vulnerable dinamita que podría hacerme volar en mil pedazos por el mero hecho de saberme vulnerable -sin razón-.

Sé que sonreirías ante mi inocencia
siempre lo haces

pero yo,
cobarde,
no me atrevería.

Y aquí estoy,
escribiéndote en la madrugada sabiendo que nunca lo vas a leer,
es mucho más fácil así
y yo, de paso, aprendo a soportar el peso de toda una vida a la espalda.

De toda una cortina de oscuridad
de todo un túnel de tinieblas
de todo un sendero de sombras que me alivia de toda mi pena interna.

Sé que es todo así,
porque así lo escriben la sangre de mis dedos cuando me abro las venas por dentro
hacia los sueños que hay fuera,
pero aún así, y a pesar de todo,
sonrío de medio lado, me pongo la capucha, las manos en los bolsillos, y echo a caminar,
como si no hubiese otro destino
que llegar a ninguna parte
en esta eterna soledad
que es tu propio yo interior.

Esperemos que ya no quede nada
cuando salga el sol,
porque sería una pena
apagar toda su luz
con la tormenta que lucha por apoderarse de mi voz.

Solo hay versos,
ya no hay canción.

jueves, 4 de julio de 2019

En la ambulancia de los miedos asesinados

Camino sin detenerme demasiado por si el tiempo pasa de largo
el viento me acuna mientras el pasado
se arremolina como una foto en blanco y negro de todo lo ganado
podemos arrodillarnos
pero se hace necesario avanzar
tenemos demasiadas ganas de soñar
como para cesar pronto en este vuelo al más allá.

Perderemos todos los trenes en marcha que hagan falta
mas si queremos soportar la fuerza de la palabra
lograremos soportarla sin girar la cara
vaya pasada
esta prisa denostada
que nos lleva por autopistas fugaces que en la noche se quedan atrás.

Qué quedará cuando no haya final?

Cómo soplar más
Cómo crecer más
Cómo saltar más
Cómo enloquecer en este frenético baile un poco más

Todos
nosotros
salimos
con el sol.

Todos
nosotros
saludamos
al sol.

Todos
nosotros
salimos
con el sol.

Todos
nosotros
saludamos
al sol.

Camino con paso rápido por no detenerme demasiado
los vientos de mis manos me transportan a lugares nunca soñados
surcamos los cielos y saltamos oceanos en veleros que levantan olas a su paso,
sabemos de dónde venimos y por eso sabemos bien a dónde vamos.

Nos dibujamos sonrisas para volar
tenemos demasiadas ganas de soñar
alcanzamos metas sin dejar de correr cada día más allá
logramos ser lo que queríamos por sentir en nuestros pies la libertad.

martes, 2 de julio de 2019

¿Qué esperabas?

Matamos a Dios y estuvo bien, porque no existía.

Pero ahora solo estamos cayendo,
sin nada a lo que aferrarnos,
hasta que ya no haya salida.

Un sinsentido de vida,
una vorágine de caos,
la cárcel sin ventanas ni mirilla,
la reja de cristal que nadie levantó.

Lloramos ante todo nuestro vacío
y por dentro solo quedó una infinita nada:
los sueños volaron,
la esperanza se marchó,
y la paz se ha fugado
buscando algún lugar mejor.

Matamos a Dios.

Y ahora solo queda un mundo falto de dirección.

Por suerte.

O por desgracia.

Y miradas rotas que buscan carta blanca a tanto dolor.


Estuvo bien. Porque no existía. 

Y ahora
rotos
y despedazados,
nos aferramos a cualquier clavo ardiendo
con tal de no seguir así:
cayendo.

Matamos a Dios. 
¿Y qué nos quedó?
¿Paz
o libertad?

Un infinito camino hacia ningún lugar.

Una sombra de la verdad.

Una vana calma antes de la tempestad.

La completa y desoladora vorágine que destruyó todo hasta el final.

Ya.

Matamos a Dios. Y estuvo bien. Porque no existía.

Y así estamos:

cayendo.