Labramos caminos sin saber a dónde vamos,
como si eso tuviese algún sentido,
cuando es andar por andar
desconociendo nuestro destino
que deberíamos forjar nosotros mismos.
Prometimos levantarnos en las caídas
y solo somos capaces de escupir sangre entre la saliva
que incongruente vida
esta que nos obliga a empezar una y otra vez la partida
desconociendo la ubicación de la casilla de salida.
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