viernes, 12 de julio de 2019

Que agradable puede ser simplemente sentir la poesía

Estoy frente al teclado, lata en mano, ventana abierta, brisa de verano.

Sonido martilleante, coches pasando en la lejanía,
calor
tirando a temperatura agradable.

Escribo intermitentemente,
mirada perdida al frente,
rastreo las palabras, las busco, las saboreo,
las pruebo incluso -diría-

El pelo revuelto,
la mirada de salitre,
el brazo derecho lleno de pulseras,
el izquierdo con la marca del reloj.

Tatuaje en el pecho y el brazo,
pendiente,
piercing en la nariz,
también en la oreja.

Colgante en el pecho,
camiseta de manga corta suelta,
pantalones de verano claros, cómodos.

Sonido martilleante.
Silencio en la lejanía,
un par de coches pasan,
pocos para ser la una y pico de la madrugada
-casi las dos-.

Busco que decir y no lo encuentro,
quizás no quiera decir nada tampoco,
simplemente estirar los dedos,
liberar un poco el alma,
aligerar el corazón,
cumplir un ritual nocturno con el que llenarme de calma
y sentirme un poco más libre:

Escribir

con todas las letras de la palabra

Libertad.



Estoy frente al teclado, 
lata en mano, ventana abierta, brisa de verano.

Pelo revuelto, mirada con sabor a Atlántico.

Coches pasando en la lejanía,
temperatura agradable,
y vuelta a empezar otra vez la bella rutina de escribir poesía
...

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