Estoy perdido en un puñao de versos que recitarte,
de besos que darte,
de palabras con las que perderme en la noche intentando, sin éxito, invocarte,
así que no me queda otra que convocarte
como si la palabra arte no fuese solo otra forma más de dar voz
a todo lo que la poesía arremolina a tu alrededor.
Estoy hasta las tantas frente a mi ventana,
con un patio de luces que no me deja ver más allá de la oscuridad
y con las olas del Orzán acunando la noche de verano coruñesa,
como si las preguntas y las respuestas
estuviesen todas resueltas
en la brisa fresca que se cuela entre las esquinas de este poema.
Estoy dibujando mi vida con finas líneas,
con todo el cuidado que me otorga mi torpe trazo,
consciente de que si no lo hago no hay forma de dar voz a mi yo ahogado,
y mientras tanto,
jugueteo con los retazos que he ido hilando al tiempo que recojo entre páginas mi pasado.
Espero que el viaje, aunque con altibajos, sea de vuestro agrado.
Porque yo seguiré escribiendo como si todavía aspirase a ser salvado,
siendo egoísta, pero por encima de todo, conmigo mismo, honrado.
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