A veces somos sombras que viven en tinieblas, dudas que juegan a las escondidas, heridas que nos recubren el pecho y el alma rota a trizas.
A veces tememos tanto perder que nos ciega la derrota, y miramos para otro lado como si hubiese oportunidades mucho más lejos de lo que realmente nos encontramos.
A veces, todo son trampas a nosotros mismos y por el camino habríamos podido encontrar un refugio al que llamar hogar.
Hasta que ya es tarde.
Y no hay vuelta atrás.
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