lunes, 26 de junio de 2017

Es verano de vivirlo frente al mar

Recompongo mis pasos ante las bifurcaciones del día a día,
deja que te escriba
que si vivo entre poesías la vida es menos fría,
y entre risas, sonrisas y rimas
encuentro el sendero que me guía hacia la próxima salida que de rienda suelta al fin de mi rutina.

Supongo que no todo es cuestión de acertar,
que a veces,
muchas de las veces,
ante las decisiones no queda sino fallar, que no fracasar,
sino simplemente probar, errar, y volverlo a intentar una y otra vez hasta con el camino elegido disfrutar.

No es fácil no darle vueltas a todo,
como un loco que gira en su propia noria de hiatos sin diptongos,
de rupturas sin puntos de sutura,
de uniones sin cordones que nos aten por la cintura,
de sensaciones sin límites, sin palabras, sin cerraduras para nuestros propios escondites.

Todo o nada,
yo que nunca he dejado de errar ante mí mismo,
tomo aire, me miro al espejo y sonrío,
consciente de que todo lo elegido me ha llevado hasta este reflejo con el que ahora me identifico,
hasta los atardeceres y versos que disparo a quemarropa
entre besos,
suave vaivén del mar sobre las rocas,
como una soga que me aprisiona hasta dar con la pintura correcta
que diluya todos mis poemas en decenas de hermosas letras sinceras.


Todavía me quedan mil formas de abrirme las heridas maltrechas,
en tres certeras brechas,
que a veces,
con suerte,
supuran paisajes y acuarelas 
con las que dar forma a todas mis esperanzas entre las que los sueños se cuelan.

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