domingo, 25 de junio de 2017

Seamos luchadores entre las arenas de nuestro cálido rincón que late en el pecho

Entre las noches de verano, conjugamos palabras que se pierden por los pliegues de tus manos,
con cuidado, atesoro todos los instantes en que veo la poesía pasar a tu lado
y sin haberlo esperado, me topo con todos los recuerdos como besos a escondidas en las aguas del Atlántico.

Entre los olores deseados,
recuento con los dedos todos los abrazos inesperados
y reconforto en las confortables caricias de tus labios
todas las rimas que saben a salitre y pipas con helados.

Entres los días de verano, contamos todos los pasos que hemos dado para llegar a donde estamos,
guardamos en frascos gotas de agua de todas las playas en las que nos hemos bañado,
arena de todos los rincones que hemos pisado,
aire de todas las vistas que hemos disfrutado.

Entre los colores no olvidados, dibujamos paletas con las que componer acuarelas de versos y letras,
de recomponer las ideas inciertas,
de desprender en miles de risas, cosquillas y carreras
todos los poemas que llevan de pie de página una nueva forma de convertir la vida en una cabaña nuestra.

Entre los atardeceres de verano, confundimos el futuro y el pasado
para hacer de esta estación un segundo eterno que convierta el infinito en un simple antojo según queramos,
y redefinir los trazos en decenas de estrellas que definen constelaciones que nos acunan en su regazo,
y mientras tanto, yo sigo plasmando entre tus brazos todas las reyertas a boli y folio armado,
para que el corazón solo sea otra forma de tenderte todo con tal de seguirme viendo en tu mirada reflejado,
al menos durante muchos y muchos más años.

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