lunes, 2 de septiembre de 2019

Teorema

Compongo versos en la noche
porque es lo único que sé hacer:
hay quien puede volar
y quien lo intenta;
yo soy de ese segundo grupo
y por el camino trato de hacer lo mismo
con quienes transitan conmigo detrás.

No soy ni escritor ni poeta
solamente un pobre currante que espera
hallar la paz en esta guerra de mundo,
soy un loco y me confundo
con la libertad y las ganas,
y mientras tanto desfibro mis estanterías de libros
disparando palabras bajo luz de luna llena.

Soy un caballero sin cabeza
un jedi perdido en esta farsa,
el peñasco solitario sobre el que resistir de pesca,
la gresca de toda mi basca,
el pavo herido que hace eses bajo los brillos de un chupito,
el grito de auxilio de este porvenir;
creí vivir en una canción de Los Chikos del maíz
y solo fui un trapecista haciendo equilibrios
sobre un acorde solitario de Saez.

¿Qué tenemos que perder
y cuánto podemos ganar?
Es cuestión de salir de nuevo a jugar,
la torre del reloj ya vio ponerse el sol
y desde allí pude ver
como en la Batalla del Basurero vencí,
seguí más por costumbre que por ganas
y ya nada me falta
solo cicatrices a las que dar color
tras tantos años de ansiedad y depresión.

Soy la chapa que salta del botellín de Superbock,
el viento de Sagres bañado por el sol,
el vacío hermoso de los parajes alentejanos,
la saudade lisboeta
y las letras que brotan en el secarral castellano,
como si no tuviese bastante con todo lo escrito en Monte Alto,
dame tu mano para hacer de este verso un poema
solo habrá libertad cuando la paz llega
y una bandera roja ondeando bajo nuestro rostro,
sudor, lágrimas y corazón,
saltamos las olas de dos en dos y esquivamos las balas,
supiste que había felicidad y amor
y no lo soltaste hasta que aprendimos a soñar,
escribí este verso para al fin volar
y todo lo demás dejó de existir
solo quedábamos los dos por siempre jamás.

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