Somos hijos del cemento,
de los trabajos de 10 horas,
de los sueldos de mierda,
de la vida de miseria a la que nos han condenado.
Somos hijos del cemento,
crecidos entre mundos grises
sin poder descubrir lo que hay ahí afuera,
crecidos entre tasas y becas
sin poder llegar a fin de mes por más que uno quiera.
Crecimos en el cemento
herederos de este tiempo,
de las jornadas intensas,
de las salas de espera con colas eternas.
Crecimos en el cemento
caídos de nuestros sueños
comprendiendo que nos han engañado
y que somos carne de cañón de su emprendimiento.
Somos hijos del cemento,
del mercado laboral dinamitado para hacer más dinero,
de la sanidad asfixiada, la educación privatizada y los derechos bajo cero.
Somos hijos del cemento,
-malcriados, ofendiditos y del todo lo quiero-
de los que tenemos que callarnos y tragar con todo lo impuesto.
Somos herencia de todos obreros
a los que pudisteis callar, aplastar y enterrar bajo décadas de silencio,
pero aquí y ahora
somos pueblo
y derribaremos todos los muros
porque aprendimos creciendo en el cemento.
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