Timbro en mil notas del cielo;
la poesía se fuga hacia el horizonte
mientras yo sentado el atardecer veo.
Una fotografía en blanco y negro
me desnuda rodeado de cien mil espejos,
pero solo mi sombra es el verdadero reflejo.
La dualidad del universo
juega a los dados con los cuentos,
y tus besos todavía juguetean en mi pecho.
Me dibujo y te siento
tan clara como el agua y dentro
de todos y cada uno de mis recuerdos.
Deslizo la yema de mis dedos
por cada uno de mis poros, derritiendo
cada cristal de azúcar que pruebo.
Toco con la suavidad del viento
todos los violines de fuego
que relucen entre el mar y el deseo.
Silabeo con cuidado sincero,
intentando componer una rima que espero
que se pierda entre el olor de tu pelo.
La melodía sigue dibujando sueños,
y aunque volvimos de la guerra con miedos
todavía hoy seguimos con fuerza y enteros.
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