sábado, 14 de enero de 2017

La injusticia del dolor

Si la poesía sirve para escribir sobre la tristeza
entonces creo que taladraré el teclado con impotencia
porque sus lágrimas son las mayores grietas
que podréis encontrar en mi alma muerta.

Nunca he sabido dar luz a mi entorno,
y en momentos como este no sabéis como jode no ser capaz de sacar una sonrisa a quien quieres.

Daría todos los versos del mundo por no tener que ver nunca más el vacío en tu mirada,

porque quien la ha visto sabe que el hielo
ante eso
no es nada.

Me arrancaría a puñados los latidos de mi corazón por insuflar vida a quien no la tiene,
y me acuchillaría una y otra vez el pecho con tal de dar marcha atrás al reloj.


Solo sé que la lluvia cae con fuerza en este mundo,
pero la corriente no se lleva las penas,
más bien al contrario,
solo nos inunda y nos ahoga en ellas,
una y otra vez.


Si Dios juega a los dados con el destino
que venga aquí si se atreve
porque pienso partirle uno a uno todos sus huesos,
aunque por el camino acabe yo más hecho pedazos que él.

Y mientras le parto el labio izquierdo,
y le arranco las uñas de los dedos,
le escupiré a la cara
y le gritaré que esto va por hacer daño a quien más quiero;
mientras de una patada lo dejo tirado sangrando en el suelo.

Si la poesía sirve para llorar,
golpearé con furia el ordenador
a ver si así por lo menos logro liberar la rabia y el dolor que ahora siento por dentro.

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