Sólo soy una palabra perdida en el viento,
una nueva circunferencia que gira alrededor de la vida,
otro ciclo, otro día,
otra espiral perdida en la oscilación de cristal,
suena mal,
¿plausible? Quizás, pero esta noche oscura ya no deja de tejer telarañas de lágrimas cayendo por los cristales como vidrios en las piedras.
Puede que te hayas perdido en cada vuelta,
no temas,
el fuego marca el camino en la estrella de cinco puntas,
y apuntas
frases perdidas en líneas de papel
que te fumas sin entender nada demasiado bien.
Sigo sentado al fondo de la clase
porque sólo allí puedo entender lo que se cuece en el barrio como si cada palabra fuese un fonema sin su tecla.
Y me pierdo en tu mirada fraccionada en sílabas que generan ideas
y me pierdo en tu recuerdo de cristal,
como un espejo que refleja sólo lo que nunca sucedió;
puede ser,
quien sabe, quizás me perdí en cada beso que te di,
en cada caricia, en cada mirada, en cada sonrisa a escondidas
como un secreto inconfesable oculto entre sentimientos a flor de piel
para que nadie pudiese entrever lo que las cartas se negaban a ocultar.
Y me pierdo en tu mirada,
en tus cartas,
en tus palabras,
en tus sueños y esperanzas.
Y me pierdo en mi cárcel de Peniche,
tú tan Coimbra, yo tan San Pedro de Moel.
Y nos perdemos,
yo tan lejos
y tu tan cerca,
puede que no haya mezcla para esta llama que espera a que amanezca un nuevo día en la arena
de una duna que semeja azulejo que refleja ese momento que caminamos de la mano por esta senda que ahora nos aleja, quizás algún día nos volvamos a encontrar, mientras tanto soñaremos intentando crear nuestra propia estela, puede que algún día sonriamos al descubrirnos como dos amigos sin pudor ni vergüenzas.
Puede que algún día sonriamos al ver que hemos logrado cumplir por separado nuestras metas.
Puede que algún día sonriamos al descubrir que pudimos cumplir nuestros sueños.
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