Entre las sombras de la noche se yergue una figura,
un ser eterno que vaga entre la vida y la muerte,
como una ánima penitente que no tiene razón de ser en este sin lugar,
como un alma maldita que no tiene salvación en este yermo infernal.
Entre las tinieblas de la noche camina una vida,
un ser sin nombre que conoce todos los rincones de esta existencia sin final,
como una penuria sin más finalidad que vagar sin paz,
como una muerte acechante que cosecha sin nada a lo que aspirar.
Entre la oscuridad de la noche deambula una estela incorpórea,
un rostro en sombras,
un murmullo de fuego que escombra,
un óxido constante que pudre todo lo que toca.
Entre la negrura de la noche se pierde sin norte
el héroe caído a los pies de la suerte,
encumbrado, traicionado y abandonado a las puertas de la ciudad de piedra,
ensombrecido ante el bastión de luz de los cuatro rincones.
Entre las sombras de la noche
aparece y desaparece
destruyendo todo lo que esconde
algún poder capaz de dominar su nombre.
Entre las tinieblas de la noche
avanza con la luna como cohorte,
nadie sabe dónde
pero encerrado está el único quien lo conoció entonces.
Entre las sombras de la noche
el dolor del ángel caído desvive en mil voces del folclore,
y si existe redención
no está en su maltrecho corazón.
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