martes, 30 de enero de 2024

Solo se oye el sonido del viento

Habitamos el espacio permeable,
las fronteras difusas,
los caminos inextinguibles, indistinguibles,
imposibles
de discernir
en un vaivén de vicisitudes
que tratamos de decidir
sin comprometernos con la opción elegida.

Rumbos distantes que se apagan,
somnolientos sueños
que se diluyen.

Rastros de piedras
perdidas en la marea,
dando vueltas,
incapaces de salir de las corrientes
que golpean los tiempos.

Te miro a lo lejos y te recuerdo.

Pero no te siento.

Te recuerdo,
pero no te siento.

Me repite el eco.

Y yo miro hacia el suelo,
tratando de disimular la vergüenza que experimento
cuando soy consciente
de que no tiene sentido jugar a este juego.

Tus ojos azul cielo.

Yo, deambulando,
perdido,
como muerto.

Solo el triste invierno
se llevará
todo este rastro de cenizas que vuelan entre los cementerios.

¿Cómo hacerlo?

¿Cómo hacerlo?

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