flotando
suspendidas en el aire
mientras el tiempo pasaba
en nuestro calmado mirar.
El mar
entraba en las bahías
que los pequeños barcos pesqueros
protegían, vigilantes,
y nosotros
bajo el paraguas
nos resguardábamos de la lluvia
que nos sorprendía
de forma imprevista en cualquier momento del día.
Tierno vagar de este a oeste, de sur a norte, de oeste a este,
por esta verde tierra
de aguas bravías.
Tierno navegar en nuestros pasos
con los kilómetros en los pies y los mapas en las manos,
fotografías de otros tiempos,
gaviotas volando,
volando en el viento.
Y la Bretaña abriéndose
ante nosotros
como si se detuviera para siempre en ese instante el tiempo.
Todo vivía ante nuestro mirar.
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