Tras eso hice viajes a Salamanca, Madrid y finalmente el gran desafío que lo cambió todo definitivamente. Cogí un vuelo a Marsella y un vuelo de regreso desde Nantes. Por el medio una gran incógnita de destinos y 10 días para llegar de un punto al otro. Cada día entraba en internet en el móvil u ordenadores de albergues y decidía cuál iba a ser mi siguiente destino. Buscaba albergues y una vez en la ciudad los localizaba. Eso me llevó algún que otro imprevisto de última hora, como en Caen, dónde tuve que caminar 2 horas bajo la lluvia con la mochila buscando algún hotel que todavía tuviese habitaciones a las 8 de la tarde. Pero igualmente era gratificante. Era enero, así que pasé frío. Pero por dentro ardía de emoción cada día por poder estar viviendo eso que durante tanto tiempo había soñado: convertir mi vida en un viaje.
Desde entonces mi vida se ha convertido en períodos en casa donde ahorro para el próximo viaje y el próximo viaje dónde me siento totalmente vivo. Comencé a viajar en pareja y los viajes seguían sucediéndose. Hicimos nuestro primer viaje de mochileros en dos países distintos: París y el norte de Italia.
En mi erasmus en Lisboa hice mi primer road trip por el Alentejo y el Algarve.
También con los intercambios erasmus encontré nuevas formas de viajar.
Hice en pareja nuestro primer road trip con coche alquilado.
Y durante mi año en Francia ahorraba constantemente reduciendo mis gastos al mínimo para así poder cada fin de semana ir de viaje o de excursión a algún sitio. Recorrí la costa desde Bélgica hasta casi la desembocadura del Garona. El centro desde el País del Loira, la Auvernia y los Alpes. La costa mediterránea desde la desembocadura del Ródano hasta la frontera con Italia. Pinceladas de la Borgoña y del valle del Somme. Y todo el departamento de Sarthe.
Y viajé.
Y viajé.
Y desde entonces solo viajo. Porque mi vida no es algún viaje suelto. Mi vida es un viaje intercalado con pausas en mi casa en Vigo. Cobrando fuerzas y energías y medios hasta el próximo viaje que me lleve más allá.
Siempre más allá.
Porque vivir es viajar.
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