Aquisgrán es una ciudad pequeñita. Un rincón acogedor y bonito que despliega su encanto envuelta en su esencia de pueblito otoñal con sus callejuelas de niebla y piedra al anochecer. Un sal cansado que se mantiene siempre incapaz de alzarse en toda su plenitud levita suavemente sobre fachadas de casas y edificios impresionantes. El interior de su Catedral te recibe y te acoge en sus brazos dejando sin palabras al viajero despistado que no espera tal grandilocuencia interior. Lo que queda del antiguo palacio de Carlomagno hace pivotar toda la ciudad a su alrededor. Y mientras el viajero camina por sus callecitas, descubriendo rinconcitos a cada paso y dejándose empapar de su calma y su ritmo pausado vital.
Una petite ville d´automne avec ses ruelles de brouillard et de pierre au crépuscule.
Un poquito esa es la sensación que atesora Aquisgrán.