inesperadas partidas que se difuminan como siluetas sinuosas bailando en el viento entre el humo de los candiles,
susurrantes silencios que se escapan entre los resquicios de las puertas,
rincones deshabitados que nos recuerdan quienes fuimos y quienes seremos,
pasos vacíos entre los ecos ausentes que ya no regresan.
El miedo al olvido...
fantasma y demonio que atenaza nuestras presencias,
palpitantes inquietudes que laten en la memoria,
recuerdos que se apagan a cada segundo que pasa,
sorpresas inesperadas que aceptas cuando llegan sin poder hacer nada.
No hay más huellas en el sendero
y pese a ello
caminas
con paso incierto,
vacilante,
con miedo al veneno
que supura entre las heridas sangrantes de tu cuerpo.
Tambaleante baile de almas que no regresan
¿quiénes somos
cuando nos reencontremos
cuando terminen de funcionar los relojes de arena?
Silabeante danza de deseos que no llegan
¿quiénes seremos
cuando nos hallemos
ante la recalcitrante presencia de respuestas?
No hay certezas,
mide tus pasos,
no hay certezas,
y mientras tanto
sigue adelante, consciente, de que no puedes buscarle tres pies al gato
pues ya lo sabías,
pero siempre tuvo cuatro:
Yo,
Yo mismo,
Yo sin mí,
yo sin tu sonrisa de inocencia.