A más de 1000 km de distancia,
yo busco el mar
para sentir que el suave vaivén ondulante
de la marea en la orilla
me acerca a ti,
me hace sentirte más cerca.
Y es que sin ti cualquier poesía me sabe a poco,
cualquier mar está un poco más vacío,
nosotros,
que somos de horizontes atlánticos,
nos buscamos en la lejanía,
en el infinito entre el cielo y el océano,
para atrapar el instante,
hacerlo nuestro
y recordarnos
como recordamos las tardes en el muro de Ericeira,
dos nutrias, a fin de cuentas,
que se dan la mano
en el Atlántico
para que no se las lleve nunca la marea.
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