se yergue el campamento de Artur,
líder bretón,
último bastión contra el invasor sajón.
Tras perder las islas británicas,
él y su pueblo cruzaron el mar
para llegar
a tierras armoricanas.
Aquí reunieron sus fuerzas
y plantaron cara,
en estas laderas
libraron su última batalla.
Y cuando el enemigo ya no podía más que hacer
que batirse a la desesperada,
a morir o vencer,
Artur y sus fieles
en una gruta se refugiaron
para que la ker armoricana
les brindara fuerzas para ganar a esta incursión y derrotar por siempre al enemigo en su nueva casa.
Quizás la naturaleza,
quizás las llamas de las almas,
pero el rey los suyos
vencieron por siempre, liberando la nueva Bretaña.
Sin embargo, ahora descansan
en algún rincón
de este bosque de magia,
manteniendo su último aliento en un reposo eterno
hasta que su pueblo vuelva a necesitarlos,
hasta que tenga que volver a ondear la bandera negra y blanca.
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