Salto de piedra en piedra
haciendo equilibrios
como una vida a destiempo
saliendo al encuentro
del mundo que no es nuestro
que se deshace entre los dedos
como las arenas de un reloj
fugándose lejos.
Oteo el viento
y acaricio el horizonte
buscando el norte
que perdí
entre las mareas de esta tierra,
haciendo saetas,
creyéndome poeta,
fugándome al aliento
del que escribe como piensa.
Soy un camino de ida y de vuelta,
triste balada que sumerge la tierra
entre salitre y brisa
de mirada abierta,
pelo revuelto y muñeca de pulseras.
Soy un loco de las pipas
desterrando rimas sinceras,
versos libres, risas a medias,
prisas por una vida
que se mece sin esperas.
Y mientras ya llegará nuestra era,
la de los soñadores
que anhelan,
la de los valientes
que sueñan,
la de los poetas
abiertos de venas
para abrazar el atardecer
entre un mar que brama y reluce
gotas de luz, espuma y seduce
allá donde nos sentamos en las piedras.
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